4

6.5K 428 117
                                    

EMMA

En cuanto el señor Caruso se fue, un hormigueo se instaló en el dorso de mi mano y comenzó a extenderse a lo largo de todo mi brazo hasta llegar a mi nuca. Caruso tenía clase, elegancia, belleza... desprendía seducción y no me sorprendería que su segundo apellido fuera "atracción", o más bien "tío buenorro jefe de todo el personal del hotel incluyéndome a mí y por el que no debería estar babeando".

Durante la cena se mostró más pensativo de lo que esperaba. Le miré durante un buen rato, hasta que me pilló. Sí, fue un momento total y absoluto de vergüenza a mí misma. ¿Por Dio, en qué estaba pensando? ¿Que ese hombre tan rico, millonario y soltero cotizado se fijaría en una simple gerente como yo? No sé en que estaría pensando.

Llegó la hora del baile. La hora que más me temía. No sabía bailar. Sophia tuvo intenciones de meterme pista adentro, pero me negué completamente. Crucé mi pierna izquierda sobre la derecha y me quedé sentada en la silla durante todo el baile lento que tuvo lugar frente a mis ojos. Tenía dos pies izquierdos para eso. Soph desistió y se fue con su copa de champán a bailar con otro chico de la facultad.

Me sentí observada, y un calor corporal bastante alto se instaló sobre mi espalda.

—¿No baila, señorita Sorretino?

Esa voz grave me provocó un escalofrío. No quise ni mirar hacia atrás porque sabía que sería mi perdición.

—Yo no bailo, señor Caruso.

—Debería. Después de todo, gran parte de esta fiesta la organizó usted.

—Lo sé y estoy orgullosa del resultado, pero yo no bailo.

El señor Caruso se sentó entonces frente a mí. Sus ojos me escrutaron de una manera inigualable y me recordó a algo. El secuestro...

—¿No sabe bailar? ¿Es eso?

Mis ojos se abrieron como platos y me sonrojé al instante. Este hombre era más listo de lo que pensaba.

—No me gusta, ¿capito? (¿comprendido?) —Caruso inspiró y soltó aire fuertemente. ¿Qué le pasaba a este hombre? ¿Fue por la manera en la que le contesté? ¿O fue porque le hablé en su idioma natal? De cualquier manera seguramente me despidan por el comportamiento de hace pocos minutos—. Perdóneme, señor. No era mi intención hablarle de esta manera. No debí hacerlo. Lo siento mucho, no volverá a ocurrir.

Él solo se limitó a asentir con la cabeza.

Non ti preoccupare. (No te preocupes).

Asentí con la cabeza y salí lo más pronto posible de ese lugar. Quise ir a alguna habitación o incluso al patio de la piscina para poder tomar aire fresco. La noche era espléndida, no había ni una nube, por lo que las estrellas estaban a nuestra completa y absoluta disposición. Me senté en una de las sillas que había allí y rápidamente escuché los pasos de una persona acercándose a mí.

—No estoy de humor, señor Caruso. Déjeme sola, per favore... (por favor) —Me quedé callada en cuanto vi a la persona que estaba delante de mí.

Diecinueve años. Diecinueve años sin saber de él. Diecinueve años sin el amor de esta persona, llorando cada noche esperando a que viniera a contarme un cuento. Enseñándole a mi hermanito que la persona que veía en las noticias día y noche jamás volvería. No esperaba que viniera, no hoy.

—Veo que sigues hablando italiano.

Desvié la mirada sin querer verlo. No quería que eso fuera posible. Quería que aquello nunca estuviera pasando, que fuese una alucinación. Un fantasma del pasado.

LEONE CARUSO ©Where stories live. Discover now