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EMMA

Leone se quedó pálido en cuanto se sentó. Todos le miraron con preocupación. Su abuela fue a preguntarle, pero alguien nos interrumpió. Un hombre canoso y bastante apuesto se acercó a nuestra mesa, quedándose de pie frente junto a Riccardo. Este se levantó con una sonrisa forzada, al igual que Antonella. Cuando saludo al matrimonio se giró hacia nosotros sin siquiera prestar atención a la abuela y al primo de Leone.

Buonanotte (buenas noches), Leone. —Arrastraba las palabras por todo el alcohol que habría ingerido—. Cuánto tiempo. ¿Quién es esta chica tan guapa?

Leone se levantó del asiento para estrecharle la mano al hombre. Yo también me levanté y Leone puso su mano en mi cintura, atrayéndome hacia él.

Buonanotte (buenas noches), señor Martini.

¿¡Martini!? Cazzo ... (mierda)

—Encantado...

—Emma. —Aclaré.

—Emma. —Repitió el señor Martini.

—Mucho gusto, señorita. Supongo que es usted la novia de Leone. —Dijo con una sonrisa sin gracia.

—Es su prometida, Matteo. —Dijo despacio Riccardo, no muy convencido de la cordura de su amigo. Estaba claro que estaba ebrio.

—¿Prometida? —Preguntó con una sonrisa burlona—. Vaya... Felicidades a ambos.

Tragué con saliva. Leone estaba muy tenso, más bien el ambiente en general. Todos sabíamos lo que había ocurrido aquí y estaba claro que Matteo no iba a irse tan fácilmente sin haber mencionado a su hija en presencia de Leone.

Grazie (gracias), Matteo. —Dijo Leone, esta vez tuteándolo.

—Espero que la cuides mejor. —Ambos nos quedamos helados. Sabíamos a lo que se refería, pero nadie quería decir nada al respecto por la futura reacción del hombre. Leone estaba sereno, no veía rasgos nerviosos en su rostro pero sí lo notaba en su cuerpo—. Ya sabes, mi hija no tuvo la oportunidad de ser feliz.

—Fuimos felices, Matteo. —Leone tenía la voz calmada, pero sabía que en cualquier momento iba a explotar.

—¿Y por qué la mataste?

No sé qué me dio más miedo, si la cara de serenidad de Matteo al referirse a su difunda hija o las palabras que salieron de su boca con tanta naturalidad. Parecía que el hombre estaba esperando el momento perfecto para decirlo delante de todo el restaurante. Antes de que nadie dijera nada, otro hombre de la edad de Matteo, e igual de ebrio que él, se puso a su lado. Se tuvo que sujetar a la mesa, cerca de mí, con la mala suerte de que me miró durante lo que podría ser años. Leone me puso detrás de él y yo solo intentó relajarlo. Cualquier cosa que saliera de la boca de ese hombre sería usada en su contra, y no de buenas maneras.

—¿Y esta chica quién es, Matteo? —Preguntó el hombre a su amigo. A Matteo no le dio tiempo a responder y el hombre ya había esquivado a Leone tan rápido que se puso frente a mí. Di varios pasos hacia atrás y para mi desgracia caí sobre una silla que me dejó arrinconada contra la pared.

—¡No la toques! —Gritó Leone.

—¡Leona! —Antonella gritó a su sobrino con miedo.

Escuché como sonaba el gatillo de una pistola. ¿En un lugar público? Joder, ¿a quién se le ocurre? El cuerpo ebrio del hombre que estaba encima de mí se fue en un suspiro. Leone le agarró del traje y le tiró al suelo. Vi la cara de terror de la familia de mi prometido y luego sus manos, en las cuales no había ninguna pistola. Estaba claro que él no la había sacado, pero entonces... ¿de quién era la pistola?

LEONE CARUSO ©Where stories live. Discover now