63 (Maratón 3/3)

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EMMA

Estaba un poco nerviosa al ir al coche. Alessandro y Valentino venían detrás de nosotros cuatro. Me di cuenta de que debía haber llamado a mis padres. Deberían saber todo lo que ha ocurrido y... lo que ocurrirá.

—¿No crees que es demasiado? —Le pregunté a mi prometido mientras íbamos al coche.

Abrió la puerta del copiloto, ayudándome a subir al coche. Me puse el cinturón y él se quedó mirándome desde abajo. El coche era tan alto que incluso dentro, le superaba en altura. Agarró mi mano, dando un beso en el dorso de la misma. Acaricié su mejilla.

—Nunca es demasiada protección si se trata de ti.

Mi corazón latió como loco cuando dijo aquello. Tuve el impulso de quitarme el cinturón, colocarme de frente a él y coger con mi otra mano su rostro para plantar un beso en sus carnosos labios. Sin siquiera quererlo, profundicé el beso. Agarré el cuello de su camisa para atraerlo más hacia mí. Él posó sus manos en mis caderas para acercarme más a él, haciendo que abriera las piernas. Acarició mis muslos mientras seguíamos besándonos sin ningún pudor, hasta que un carraspeo hizo que nos separáramos con la respiración bastante agitada. Nos miramos a los ojos, ambos con un brillo inexplicable. En ellos se reflejaba una mezcla entre el deseo y el amor, sentimientos que ambos teníamos dentro de nuestro ser. Levanté la mirada para ver a la persona que estaba delante nuestro, mientras que Leone solo giró la cabeza hacia un lado, viéndolo de reojo. No me había soltado en ningún momento y aún acariciaba la piel desnuda de mis muslos.

—Siento interrumpir, tortolitos. Pero tenemos que irnos. Deberíamos llegar al hospital antes de que la engullas como un animal, Leone.

Salvatore podía ser muchas cosas, entre ellas un capullo integral. Pero sabía que se preocupaba por mi salud y por la felicidad de su mejor amigo. Ambos sabíamos que debíamos irnos al hospital y así comprobar de una vez por todas qué había pasado con nuestro hijo. Aunque, en realidad, era más que evidente. Leone soltó una de sus manos, dándose la vuelta, aunque con la otra seguía acariciando mi muslo. Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo cuando lo hizo.

—Si no fueras mi mejor amigo, te habría pegado un puñetazo. —Dijo Leone hacia Salvatore.

Andiamo (Vámonos). —Ordené riéndome por la cara de indignación tan fingida que había puesto Salva hacia mi prometido.

Salvatore se dirigió hacia su coche cuando Alessandro fue con él. Ambos se cogieron de la mano sin que Leone les viera, aunque yo sí que lo vi. Alessandro se giró asustado, mirándome con terror. Le guiñé un ojo con una sonrisa divertida, a lo que él me dirigió una mirada tranquiliza. Sabía lo que Leone decía sobre los amoríos durante horario de trabajo. El susodicho se subió al asiento del piloto, mientras que los demás se subían a otros coches. De repente escuché como la puerta corredera de la parte de atrás se abría y se cerraba de golpe. Me di la vuelta y me sorprendí al ver a la persona que había subido.

—¿Qué haces, Gianni? —Pregunté mientras Leone también le miraba. Él nos observaba alternativamente, como si se tratara de un niño.

—¿No puedo ir con vosotros? —Preguntó inocentemente.

—Baja del coche. Tú vas con Valentino. —Ordenó Leone. Gianni le miró con un puchero—. Que te largues.

Va bene, va bene (Está bien, está bien)... Será gruñón...

Salió del coche jugando en hebreo mientras nosotros arrancábamos el nuestro. Leone puso una mano en mi muslo para que dejara de mover la pierna. Ni siquiera me había dado cuenta de que la estaba moviendo arriba y abajo repetidamente. Acarició mi piel con su dedo pulgar para relajarme, pero ni eso conseguía que mi respiración se controlase. Vi como Salva y Alessandro se colocaban delante nuestro, mientras que Valentino y Gianni iban detrás de nosotros. Miré a Leone, el cual también estaba mirándome mientras los demás colocaban los coches.

LEONE CARUSO ©Where stories live. Discover now