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EMMA

Leone y yo nos sentamos al lado de una ventana, mientras que Salva estaba delante de nosotros. Hablaban de cosas sobre armas y también caía algún tema de los hoteles. Cuando hablaban sobre la mafia, Leone me miraba preocupado, hasta que yo le respondía que no era ninguna niña. Después, Salvatore lo corroboraba y Leone le ponía mala cara. Cuando terminaron de hablar, Salvatore se fue al baño, dejándonos solos a Leone y a mí.

—¿Te puedo pedir algo? —Pregunté. Era algo que me había estado planteando varios días porque, sinceramente, esperaba que viajásemos a Italia algún día.

—Claro. Dime. —Me cogió de la mano y la besó.

—Mis abuelos son de Italia. Los padres de mi padre viven en Roma. Los de mi madre en Turín. Hace mucho que no veo a ambos, con todo el tema de mi padre me terminé distanciando de todos...

—¿Quieres verlos? —Preguntó lo que yo no me atrevía a preguntar.

—Sí. Les echo de menos. Hace muchos años que perdimos el contacto y...

—Les verás. A los cuatro.

Sonreí. Y sonreí mucho mientras me tiraba a sus brazos para abrazarlo y decirle lo mucho que le quería. Él rió, contento por mí y mi felicidad. Besé sus labios con emoción, hasta que una voz nos volvió a interrumpir. Empezaba a coger manía a esa chica.

—¿Desean algo? —Dijo la tal Gianna se nuevo.

Leone quiso hablar, pero me adelanté

—Creo que no has entendido el concepto de "puedes retirarte", Gianna.

—¿Usted desea algo, mi señor? —Dijo en tono coqueto.

—Mi prometido no quiere nada, grazie. —Respondí.

—No la he preguntado a usted, señorita. —Dijo mostrando un tono amable pero con un toque de chulería. Me levanté del asiento y me puse frente a ella, ya que Leone estaba al lado de la ventana, aunque con ella cerrada.

—Señora Caruso, para ti. Ahora lárgate.

Ella refunfuñó mirando a Leone. Miré a mi prometido y vi una pizca de diversión en su expresión seria.

—¿Vas a dejar que me hable así? —Le preguntó ella a Leone.

—Creo recordar que te despedí, Gianna. No sé qué haces aquí, pero si es por mí olvídate.

—Eso ya lo veremos. Me follaste una vez, no veo cuál es el problema de repetir. —Se fue con una expresión sombría, mientras veía como Leone se frotaba la frente. Me senté en otro lado sin decir ni una palabra.

—Emma... Yo... la despedí, joder. No sé qué hace aquí... Yo...

Levanté la mano indicando que quería silencio. No quería escuchar nada más sobre el tema. Solo quería dormir, ni siquiera quería pensar. Solo dormir, descansar y soñar mientras llegábamos a Italia. Cerré los ojos, intentando evitar cualquier contacto con nadie. Quería a Leone, joder. Claro que lo quería. Quizá no debería ser tan dura con él, su pasado es su pasado y no puedo cambiar el hecho de que se haya tirado a la zorra de la azafata, pero aún así me duele que intente cosas con él. Sé que Leone no quiere nada, pero el hecho de verlo me duele. Necesitaba un momento a solas para descansar y recapacitar sobre todo esto.

La chica volvió a entrar. Joder, ¿es que no iba a cansarse nunca? Vi su sonrisa de reojo y se acercó rápidamente a Leone sabiendo que yo no estaba con él. En ese momento, Salvatore se levantó y la cogió de la mano llevándola a otro lado, pero ella se soltó rápidamente con cara de asco. Miré a Leone, el cual estaba tan confundido como yo.

LEONE CARUSO ©Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora