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LEONE

Sophia no se rendía fácilmente, estaba claro. Admito que yo también tenía un poco de culpa, la di falsas esperanzas. Ni siquiera debí besarla en los baños privados. Pero aquí estábamos. Ella pendiente de mí, yo pendiente de su amiga, y su amiga pendiente de ese bastardo ruso. Le conocía perfectamente. Alek Novikov. Uno de los hombres más fieles de Vitali Volkov.

Vitali Volkov... no lo había visto desde aquel día. El día en el que mató a mi mujer delante de mis ojos. El hombre más temido de Rusia, al igual que yo lo soy de toda la mia Italia. No sabía que se traía entre mano, pero no esperaba nada bueno. Él sabía perfectamente quién era la chica con la que trataba, o al menos lo sospechaba. Emma es una pieza fundamental en la mafia italiana, aunque ella no lo sepa. Su padre es un hombre muy poderoso y piden billones y billones por su cabeza. No podía permitir que Alek la llevase hasta Vitali, pero tampoco podía decirle: "hola, soy un mafioso. Concretamente el más temido de Italia. Estás en peligro con el capullo de Alek."

Me cabreaba cada vez más la idea de que Alek tocase a Emma. El hijo de puta me miraba todo el rato. Él sabía perfectamente lo que sentía por la chica, sabía mi instinto sobre protector con ella desde que la conocí de niña. Nos espiaron cuando ocurrió el secuestro. Alek se hacía el tonto, pero sabía que Emma era hija de Rafaello Sorrentino. Y eso era un peligro.

La historia entre Alek y yo es tan larga que necesitaría días y días para poder contarla. Resumiendo, no acabó nada bien.

—Señor Caruso... —Todavía tenía a Sophia sobre mí. Me acariciaba la barba recortada de una forma que ella pensaba que era sensual. Yo solo quería salir de allí.

De pronto vi como Emma venía hacia aquí, seguida del puto ruso. Sophia se levantó de encima mío, haciéndome daño en el proceso, pero no dije nada. Solo estaba atento a cualquier movimiento de Alek.

Buonanotte, señor Caruso.

Salí de mi ensoñación y contesté lo más normal posible.

Buonanotte, señorita Sorrentino.

Alek la cogió de la mano cuando se giró hacia él. El rubio no me quitaba la mirada de encima, y menos quitaba su estúpida sonrisa de la cara.

—¿Señor? —Dijo Salvatore sacándome de mis pensamientos.

—¿Sí, Salva?

—¿Quiere una copa señor Caruso? —Dijo Sophia tocándome la rodilla.

Sì, per favore. —Sólo quería quitármela de encima. Salva se inclinó hacia mí en cuanto vio que Sophia estaba efectivamente en la barra.

—Oye, ¿estás seguro de que quieres dejar pasar esta oportunidad?

Le miré sin entender ni una sola palabra de lo que decía.

—¿De qué oportunidad me hablas, Salva?

Éste miró nervioso a todos lados, y su mirada terminó por posicionarse en Gregory. No quise ver lo que hacía, era mejor no verlo.

—De matar a Novikov.

—Cállate.

—¿Me estás queriendo decir que no es una tentación?

Sonreí ante la idea. La verdad es que sí que lo era... Poder arrancarle la cabeza y rajarle la garganta porque está con mi mujer... Espera, ¿mi mujer? ¿He dicho mi mujer? Creo que llevo unas copas de más. Y hablando de copas... Sophia trajo dos jodidos cubatas a la mesa. Cogió uno de ellos y se lo fue bebiendo poco a poco. Se tambaleaba un poco.

LEONE CARUSO ©Where stories live. Discover now