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EMMA

Los días pasaban. Los entrenamientos eran cada vez más duros, mi puntería mejoraba y los moretones empezaban a salir por mi piel. Leone se enfadaba cada vez que me veía con uno nuevo, pero luego le hacía entrar en razón. Era algo totalmente normal, y cuando practicaba artes marciales era el pan de cada día. Faltaba un día para el golpe, a la mañana siguiente partiríamos a Rusia y los nervios de todos eran más que visibles. Sabían que era la operación más peligrosa que habían hecho. Además, Salvatore estaba muy comprometido con mi formación física. Quería que fuera una completa arma de lucha, y por eso nos pasábamos cada mañana y alguna noche en los gimnasios. La sala de tiro ya era como una especie de santuario y las armas unos juguetes. Había mejorado muchísimo mi estrategia. Y no quería parar, muy a pesar de Leone.

Me estaba preparando para el último entrenamiento antes del golpe. Al día siguiente partiríamos a Rusia y, sinceramente, sabía que estaba más que preparada, tanto física como mentalmente. Leone me llamó para hablar conmigo en su despacho antes del entrenamiento... Y no fue una charla muy agradable. Ambos estábamos muy agobiados con la operación, y lo peor que pudimos hacer fue discutir. Pero lo hicimos, y nos escuchó toda la mansión.

—Emma, estás exagerando. —Dijo, haciendo como si le importara una mierda mi opinión al respecto.

—¿¡Exagerando?! —Pregunté fuera de mis casillas—. Leone, es una locura. No puedes hacer tal cosa.

—¿Y dejar que maten a tus padres? —Preguntó, rodeando la mesa de su escritorio y apoyándose contra ella, cruzando los brazos sobre su pecho. La camiseta negra de manga corta a juego con los pantalones del mismo color no hacían ningún bien en mi cordura—. Lo siento, pero me encantaría verlos en la boda.

—Sabes que soy perfectamente capaz de hacerlo con Gianni. Para eso me estás entrenado, para enfrentarme a él.

—No estará solo, y lo sabes. —Sus palabras eran ciertas, pero su idea era descabellada—. Lo único que voy a hacer es adentrarme como yo mismo, es a mí a quien quiere. No a ti.

—¿Qué te dijo exactamente? —Pregunté, harta de esa conversación.

—Que soltaría a tus padres si yo me presentaba frente a él. Si me quiere a mí, le daremos el gusto. —Explicó mi prometido, de lo más tranquilo.

—¡Va a matarte! —Chillé. Leone hizo una mueca al escucharme.

—No lo hará, Emma. —Dijo. Mi expresión solo le indicaba una cosa: ¿cómo estaba tan seguro de eso?—. Vitali quiere hacerme sufrir. Y lo único que me haría sufrir antes de matarme es verte morir.

El corazón se me aceleró con sus palabras, pero aún estaba enfadada. Su plan era una idea descabellada y no iba a funcionar. El plan siempre fue que Gianni y yo nos metíamos a la subasta, apagábamos las luces, desalojábamos el lugar y matábamos a Volkov. Ese era el plan desde el principio. Pero ahora Leone quiere cambiarlo, quiere meterse ahí dentro cuando sabe perfectamente que sería poner un pie dentro de su propia tumba. Intentó acercarse a mí, pero puse una mano entre nosotros dando un paso hacia atrás. Debía pensar con claridad antes de que me tocara y perdiera la noción del tiempo.

—Vuelve a explicármelo. —Pedí cruzándome de brazos.

Leone volvió a su posición inicial, suspiró y empezó a hablar.

—Gianni y tú seréis los que os meteréis desde el principio, como los familiares lejanos de los Petrov—. Asentí con la cabeza—. Estaréis en el baile de máscaras tan hortera que organiza el ruso. No tomareis alcohol, por supuesto. A las doce de la noche os llevarán a todos a la sala de subastas, en el sótano. La parte de arriba quedará completamente vacían y será ahí donde entraremos nosotros. Gianni apostará por un par de mujeres antes de que nosotros entremos.

LEONE CARUSO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora