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EMMA

El trabajo iba como la seda. Terminé mi turno antes de lo previsto, así que podía irme a casa sin problema. Fui a ver a Logan a la oficina para despedirme. Cogí el ascensor y me dirigí a la zona donde se encontraba mi amigo. Le encontré sentado en su silla, frente al ordenador. Parecía concentrado. Llamé a la puerta para no asustarle.

—Emma. —Dijo al verme—. Pasa.

—Hola. —Respondí—. Estamos hasta arriba de trabajo, eh.

—Eso parece. Estas fechas son las peores, ya lo sabes.

—Sí... Estaba pensado... —Dudé un poco, pero terminé por decírselo. Después de todo es mi amigo—. ¿Te gustaría ir a tomar algo esta noche? Para evadirnos un poco de todo esto.

—¡Claro! Así podremos hablar tú y yo, señorita.

—¿So... sobre qué?

—Sabes que no está bien hablar a escondidas del jefe, querida.

Noté el sonrojo en mis mejillas al instante.

—Nos vemos luego, Logan.

—Te recojo a las nueve.

Salí de allí como alma que llevaba el diablo. Sabía que iba a sacarme el tema de Leone, y no era buena idea al tener alcohol encima. No quería decir cosas de las que luego iba a arrepentirme.

Valentino me esperaba en la puerta del hotel, apoyado en el capó del coche y, para mi sorpresa, fumando un cigarro.

—Valentino. —Dije llamando su atención. Mi guardaespaldas se asustó y tiró el cigarro lo más lejos que pudo—. No hagas como que no tenías nada, porque lo he visto.

—No se lo diga al Don, señora.

—Con una condición. —Dije cruzándome de brazos. Él me miraba expectante y asustado, seguramente debido a mi cara seria—. No me llames señora, Valentino. Me haces sentir vieja. Y no me trates de usted, puedes tutearme sin Leone delante.

—Claro, seño... Digo, Emma.

—Mejor. —Dije con una sonrisa.

Valentino me abrió la puerta de atrás del Range Rover y me ayudó a subir sujetándome de la mano. Cuando estuve dentro me sonrió antes de cerrar la puerta. Subió y encendió el motor para ir directamente a casa. Eran las siete y media, por lo que tenía tiempo de sobra para prepararme.

—Valentino. —Llamé al chico.

—Dígame.

Me di cuenta de su formalidad, pero lo dejé pasar esta vez.

—Voy a salir esta noche, con un amigo del trabajo.

—Está bien, ¿a dónde la llevo?

—Te he dicho que me tutees, Valentino.

—Perdóname, la costumbre. —Dijo—. ¿A dónde te llevo?

—No hace falta que me lleves a ningún lado, Valentino. Mi amigo viene a por mí a las nueve. Puedes tomar la noche libre. Visita la ciudad si quiere. —Le dije con una sonrisa.

—No puedo dejarte sola. Son ordenes del Don.

—Y yo te digo que no pasa nada. Voy con un amigo de confianza.

—No es por él, Emma. Es por toda la gente que hay a vuestro alrededor.

—Valentino, en serio. No pasa nada. No le digamos nada a Leone y ya está.

—El Don solo quiere protegerla. —Dijo Valentino con tono firme. Volvió a tutearme, pero en este caso no le dije nada.

—Y lo entiendo, pero yo quiero divertirme. No quiero estar pendiente de saber dónde estás para poder escaquearme un rato ni tú pendiente de mí para que no me escaquee. Sería más fácil para los dos.

LEONE CARUSO ©Where stories live. Discover now