23

3.1K 238 16
                                    

LEONE

—Leone... ¿es eso cierto?

Noté como mi mejilla empezaba a estar más hinchada de lo normal. Asentí como pude con la cabeza.

—¿Puedo preguntarte una cosa, Rafaello? —Dijo Carlo en su dirección. Este asintió levemente con la cabeza—. ¿Conoces a la futura mujer de Caruso?

No dijo nada. Se quedó callado. Su expresión se lo dijo todo. Carlo investigó a Rafaello antes de venir aquí. Carlo lo sabía todo. La habíamos cagado. No debimos venir. Cazzo.

—No. —Dijo Rafaello.

—Mientes. —Respondió Carlo con una risa siniestra.

—No miente. —Dije yo.

—Leone, amigo mío, no le defiendas. Vais a morir, los dos. Cuando salí a fumar un cigarro por la frustración de haber perdido contra ti, os escuché a ambos. Sé que es su hija con la que te vas a casar, pero no pensé que, estando en las condiciones que está, me fuese a mentir. —Dijo disparando cerca de Rafaello, pero sin llegar a tocarlo. —Ahora, querido Leone, solo me queda averiguar dónde vive tu querida novia y follármela hasta que me suplique que pare.—Dijo riendo. Me hervía la sangre cada vez más. Mis puños estaba apretados contra las cuerdas que me sujetaban. Mis pies estaban aún atados, pero no iban a impedir que me tirase encima de ese bastardo. —Espera, ya sé dónde vive. He rastreado a tu futuro suegro. Ahora me cogeré el primer vuelo a Nueva York. Te haré un vídeo, Leone. Te gustará.

En ese momento, solo vi las cosas de color rojo. Mis muñecas reventaron las cuerdas, que cayeron a pedazos sobre el hormigón. Mis pies no ayudaban, pero aun así pude sostenerme y agarrar la camisa de ese bastardo para propinarle un puñetazo en el mentón. Él cayó al suelo. Aproveché para quitar las cuerdas de mis tobillos y poder moverme con facilidad. Mientras Carlo se levantaba del suelo, busqué desesperadamente mi pistola, pero no aparecía por ningún lado.

—¿Buscas esto?

Me había robado la puta pistola. Carlo me miraba con una expresión burlona mientras la sangre brotaba de su boca. Me abalancé sobre él, para intentar recuperar mi arma. Este se apartó y, del cansancio que había acumulado en mi cuerpo y los golpes que recibí por su parte en el abdomen donde ya tenía el disparo de hace tiempo, caí al suelo directamente.

Fligglio di puttana... (Hijo de puta...)

Insúlteme todo lo que usted quiera, Don. Pero no vas a frenar mis actos.

—Te daré todo lo que quieras.

La voz de Rafaello se hizo presente en el lugar. Le mire incrédulo, intentando levantarme del suelo. Una fuerza me empujó de nuevo hacia abajo. Por el rabillo del ojo vi como Carlo tenía un pie encima de mi espalda, impidiendo así que me levantara. Apretaba más y más mi cuerpo contra el frío suelo. Pero no iba a hacerle ver que me estaba haciendo pedazos por dentro.

—¿A qué te refieres, Rafaello?

—Haz lo que quieras conmigo. Pero deja en paz a mi familia, incluido Leone.

Mis ojos se abrieron como platos. ¿Estaba dispuesto a esto? ¿A morir por mi culpa? La ira de Carlo se desató en el momento en el que me tiré a su novia en su cumpleaños. Rafaello no tendría que pagar mis errores. Hizo lo imposible por mí. Me dio cobijo, me dio consejos cuando más los necesitaba, me dio... amor de padre. Ese padre que nunca he llegado a tener. Rafaello terminará siendo mi familia, y no puedo permitir que otro lo mate. Y menos el enemigo que nunca quise tener.

—Mira quién es el héroe ahora. —Dijo Carlo—. Pero no voy a matarte. Por ahora no. —Se quedó callado durante un rato, hasta que sentí su mano en mi cabeza, apretándola más contra el suelo para que no me moviera.

LEONE CARUSO ©Where stories live. Discover now