48

1.9K 132 4
                                    

EMMA

Las caricias que me proporcionaba mi novio eran lo mejor del mundo. La palabra "novio" sonaba bien, principalmente me he estado refiriendo a Leone como mi prometido. No hemos tenido un noviazgo previo al compromiso, pero aún así siento que el tiempo que estamos pasando juntos antes de casarnos es suficiente como para llamarlo así. Leone me llevaba enganchada a su cintura, rumbo a la piscina de nuevo. Quitó la camisa que me había puesto mientras su toalla se perdía por la casa al andar. Ambos estábamos completamente desnudos, con ganas de más, con ganas de entregarnos el uno al otro. El agua empezaba a enfriarse a medida que la noche avanzaba, pero nuestros cuerpos ni siquiera lo notaban. Ambos estábamos tan incendiados interiormente que nos daba igual.

Leone abandonó mi boca, mirándome a los ojos y conectando conmigo. Nuestras almas estaban conectadas entre sí, no había nada que pudiera separarnos. Nada ni nadie, o eso pensaba yo. Acarició mi piel con sus dedos bajo el agua y yo hacía caricias en su cabeza, reviviendo su oscuro y negro pelo.

Ti amo (Te amo). —Sonreí ante su declaración de amor, la cual respondí de la misma forma. Él me miraba profundamente, sentado en la escalera de la piscina, con el agua llegando hasta su pecho y mi persona sobre él—. Grazie (Gracias).

¿Perché? (¿Por qué?) —Pregunté con una amplia sonrisa en mis labios.

—Por todo. Por aparecer en mi vida. Por quererme como nunca pensé que me volvería a querer alguien. Por quererme tal y como soy, sin miedos, solo con el amor que me brindas. Grazie (Gracias) por ser tú, Emma.

Las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos y no tardaron en rodar por mis mejillas. Leone sonrió dulcemente mientras limpiaba mis lágrimas con sus dedos y yo solo pude abrazarlo bajo el agua, sintiendo su calor y su amor hacia mí. Nunca pensé que llegaría a enamorarme de una persona como él, pero nunca nadie decide de quién se enamora. Solo ocurre. Me moví sin querer sobre él y noté una palpitación bajo mi intimidad. Leone soltó un gruñido con la boca pegada a mi cuello. Me separé de él soltando una pequeña carcajada al haber estropeado un poco el momento romántico que había empezado Leone. Volví a decirle que le quería, y me encantaría decírselo por el resto de mi vida.

Se me ocurrió una pequeña maldad que supuse que a Leone iba a gustarle. Fui a besarle de nuevo, pero entonces me alejé de él. Mis pies empujaron mi cuerpo contra los escalones para nadar por la piscina. Me sumergí en el agua, abriendo los ojos y viéndolo todo un tanto borroso. Cuando salí a la superficie, no vi a Leone dónde estaba antes. La piscina estaba en silencio y mi sonrisa se esfumó al no verle por ningún lado. Giré sobre mi cuerpo unas diez veces, pero seguía sin verle. Me acerqué al borde de la piscina, apoyando mi espalda contra la pared azulejada, cuando de repente vi una sombra bajo el agua acercándose a mí. Leone salió del agua y yo pegué un grito. Él se carcajeó en mi cara.

—¡¿Querías que me diera un infarto?! —Dije con el agua hasta el cuello. Leone me arrinconó con sus manos a ambos lados de mi cabeza, juntando su cuerpo al mío.

—Era una parte de tu castigo. —Dijo con la voz ronca, lo que me hizo estremecer—. ¿Creías que iba a dejar que te fueras de rositas cuando me has dejado con las ganas en esas escaleras? —Señaló las escaleras con el dedo, preguntando con tono burlón. Le miré sin decir nada y él negó con la cabeza, respondiendo a su propia pregunta.

Se acercó a mí, pegándose completamente a mi cuerpo. Mi respiración se cortó y mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho. Leone cogió mis piernas con fuerza para ponerlas alrededor de su cadera. Se apoderó de mis labios con fiereza.

—¡Id a un hotel, por el amor de Dios!

Leone y yo nos separamos sobresaltados. Vimos a Salvatore con los ojos abiertos como platos, y entonces a mi prometido se le ocurrió una idea bastante atrevida. Mientras mirábamos a Salva, se introdujo dentro de mí de una estocada y tuve que reprimir un gemido cerrando mis ojos. No sé si Salva se dio cuenta y se hizo el loco, o simplemente está ciego. Pero mi cara era todo un poema, Leone intentaba reprimir la risa y Salva no hacía más que hablar al aire sin querer mirarnos.

LEONE CARUSO ©Where stories live. Discover now