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LEONE

Cuando llegué al hotel, me encerré en mi habitación y después en la oficina. Tenía que hacer unas cuantas llamadas para el cargamento. Decidí reunirme con Gregory, uno de mis socios estadounidenses que iba a catar antes que yo las armas. Él debe tener en cuenta el seguimiento del propio cargamento, por lo que quería saber si todo iba bien. Era evidente que no, mis armas debían haber llegado ayer a Florencia y no han aparecido por ninguna parte.

—¿Qué piensas hacer?

La voz de Salvatore me sacó de mi ensoñación. Le vi sentado en la mesa de cristal y madera que había en un rincón junto con un sofá de cuero negro.

—¿Qué? —Dije confundido—. ¿Con quién?

—¿Con quién? Con qué, querrás decir. —Le miré aún más confuso—. Tus armas, Caruso. Concéntrate. ¿Quién narices está ahí dentro como para llevarte a otro lugar?

Sacudí mi cabeza. Me levanté de la silla y me dirigí al mini bar, sirviéndome una pequeña copa de whisky. Me lo bebí de un trago, y me serví otro. Y así tres veces seguidas. Entonces vi a Salvatore levantarse para venir directamente hacia mí y quitarme la botella de las manos. Le miré con los ojos y él frunció el ceño.

—¿Y ahora qué? —Dije.

—¿En quién narices piensas?

—En la reunión de hoy. Gregory tiene que tener una buena impresión de mí. He utilizado ya todos mis trajes... —Dije pensando y mirando hacia la piscina. El cielo de verano estaba lleno de estrellas y con ninguna sola nube. —Nos vamos a una tienda. Tenemos que comprar un traje para esta noche.

—¿Estás seguro de que quieres ir a esa reunión?

—Sí. Debo ir.

—¿Dónde es esa reunión?

—En el "Paradise Club". —Salvatore alzó las cejas al escuchar el nombre del lugar en el que quería reunirse Gregory—. ¿Qué pasa? —Dije harto de su comportamiento.

—¿Una discoteca? Muy ingenioso.

—Ya sabes cómo es Gregory. Un hombre fiestero. No es para tanto.

—Sí es para tanto si ocurre lo de la otra vez.

Y tenía razón. La última vez fuimos a una discoteca en Washington con Gregory y cuando salimos nos estaban apuntando con metralletas. Era algo arriesgado, pero necesitaba hacerlo. Además, Gregory siempre hace sus reuniones en sitios así. Es fácil ponerle borracho, y he de decir que me he aprovechado más de una vez de esa situación. Gregory es muy fácil de predecir en ese estado de embriagadez. Muchas veces puedes usarlo en tu beneficio, y muchas otras puede hacer que todo tu plan se vaya a la mierda.

Temo que hoy pase la segunda opción. Mis armas son sagradas. Nadie toca mi mercancía, así que esto tiene que salir bien si no quieren despertar al Diablo.

—No te preocupes. No pasará nada. Relájate.

—Voy a creerme lo que dices por el simple hecho de que eres el Don y no puedo llevarte la contraria. Pero no quiero llegar aquí y decir: "te lo dije". —Dijo haciendo comillas con los dedos. Negué con la cabeza, divertido por la situación.

Andiamo. Ambos necesitamos un traje.

—¿Yo también? —Preguntó sorprendido.

—Claro que sí. Tú vas a venir conmigo.

—La duda ofende, pero ¿piensas comprar trajes a todo el personal?

—No. Porque sólo iremos tú y yo.

LEONE CARUSO ©Where stories live. Discover now