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EMMA

Miré el cuadro de mi familia hecho añicos en el suelo de madera. Sofia disparó contra la única foto que mi madre y yo teníamos con mi padre. Fue la forma en la que mi hermano lo conoció. Y Sophia la había destruido. Sabía que no iba a parar hasta que la diera el dichoso anillo de compromiso, pero no lo haría. Aún tenía esperanza. Sabía que Leone me quería, sabía que no era él el que estaba al otro lado del teléfono aunque fuera su misma voz. Sophia tenía que haberlo planeado para hacerme creer que era él.

—¡Emma! —Los gritos de Valentino me sacaron de mi ensoñación. Harta de la situación, me acerqué a la puerta y la cerré frente a los demás. Me importaba una mierda lo que pensaran. Esta guerra la empezó Sophia, pero la iba a terminar yo.

—¿Te crees muy valiente, verdad?

La pregunta de Sophia no me pilló por sorpresa. Cuando me giré y la vi apuntándome con una pistola tampoco me asusté. Al contrario.

—Te lo repetiré una vez más. —Dije acercándome a ella, haciendo que la pistola quedara completamente pegada a mi pecho—. Vete de la casa de mi madre. Ahora.

—¿O qué? —Dijo con voz triunfante—. ¿Qué vas a hacerme, cariño? ¿Matarme? —Dijo riendo como si fuera una villana de Disney—. Creo que es evidente quién tiene el arma aquí.

—Lo es. Pero no me va a impedir sacarte de mi casa ahora mismo.

Agarré la pistola y se disparó hacia la puerta. El pánico se apoderó de mí por lo que le hubiera ocurrido a mi madre o a los otros dos chicos. No escuché gritos por parte de nadie, supuse que Valentino se los había llevado a algún lugar seguro. De repente, escuché fuertes golpes en la puerta de entrada.

—Oh, mira quién ha llegado.

Sophia fue corriendo hacia la puerta. Me supuse lo peor, que fuera Leone. En este caso estaría encantada de que no estuviera aquí. De que no viniera para romperme el corazón. Y menos mal que me equivoqué, pero aún así era algo malo. La persona que entró en mi casa era alguien con quien casi comparto un momento de lo más íntimo, pero nos interrumpieron.

—Emma. —Dijo sonriendo. No respondí, a lo cuál él rió y se sentó en el sofá. Admiró el interior de la casa con asombro, mientras Sophia se sentaba en su regazo. Me quedé incrédula cuando el ruso introdujo la lengua en la boca de la rubia. Sabía que no le gustaba realmente Leone. La conocía demasiado bien.

—Cuánto tiempo. —Me atreví a decir. Ambos se separaron. —Pensé que tras el incidente del hotel habías vuelto a Rusia.

—¿Y perderme la oportunidad de follarme a la mejor amiga de la chica que me dejó tirado? No, gracias.

—Sophia, ¿así es como juegas con el corazón de las personas? —Pregunté. Ella rió.

—Yo no juego con nadie, cariño. Yo solo pido ayuda a viejos amigos. —Dijo—. Le vi demacrado, Emm. —Me llamó por aquel apelativo cariñoso que tanto me gustaba. Ahora solo me provocaba náuseas al escucharlo salir de sus labios—. Le dejaste con el calentón al pobre hombre. No creerás que me iba a quedar parada sin hacer nada, ¿verdad? Sabes perfectamente que soy un alma caritativa. Miré por la felicidad de este chico y ahora miro por la de Leone. Créeme, estará mejor conmigo.

—No sabes lo que dices.

—Oh, cariño. —Dino levantándose y caminando hacia mí—. Por supuesto que lo sé. Lo escuchaste perfectamente por teléfono. Has perdido, Emma.

Alek se levantó del sofá poniéndose frente a mí. Me miraba con una sonrisa malévola, al igual lo hacía Sophia. Esta despareció de mi campo de visión, supuse que estaba a mis espaldas. Aunque estaba tranquila.

LEONE CARUSO ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon