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LEONE

—¡¿En qué narices estaba pensando?! ¡¿Salvar a una empleada de mi propio hotel?! —Dije con rabia en mi despacho.

Tras el incidente con la raggaza Sorretino y su baboso acompañante, me subí a mi habitación y me metí en mi oficina junto con Salvatore.

—Sabes perfectamente que no es solo tu empleada. —dijo Salvatore. Alcé una ceja.

—¿A qué te refieres?

—Es la hija de una persona te ayudó mucho.

—Y se lo debo todo, pero no a su hija. —Salvatore suspiró y se levantó del sofá con su copa de whisky en la mano. —¿Qué? ¿Ahora no me dices nada? Antes me ayudabas en todo lo que podías. ¿Por qué ahora te quedas callado? Necesito tu consejo, joder. ¿Qué se supone que debo hacer?

—El único que debe y puede responderse a esa pregunta eres tú mismo. Ahora si me disculpa, Don. —Salió por la puerta del despacho y despareció de mi vista.

¿El único que podía responderse a esa pregunta era yo? Es verdad que dije que andaba buscando a la hija de Sorretino pero... ¿para qué, exactamente?

Me puse frente al gran ventanal que daba hasta la piscina. Se veía todo el patio. Vi a una pareja besándose en el borde de la piscina. Luego vi una chica rubia con un vestido azul cielo y supe que era la amiga de Emma. Se tiró de golpe a la piscina, mojando a la pareja que se encontraba ya medio desnuda.

—¡Sophia! ¡Sal de ahí! —La voz de Emma se hizo presente a través de los cristales. Llamaba a su amiga, supuse que para llevarla a su habitación. La cogió por los brazos y la sacó como pudo de la piscina, mojándose ella durante el proceso.

Se la llevó a rastras. Por alguna razón me tomé el el whisky de un trago y salí corriendo de la habitación. Mis hombres venían detrás de mí a toda prisa, pero hice un gesto con la mano para que se fueran y no me siguieran más. Lo menos que quería era asustar a Emma. Llegue a la tercera planta, ya que mi habitación estaba justo en la planta baja. Las habitaciones del personal VIP se encuentran en la planta más baja con cristaleras de suelo a techo, blindadas y que se abren de forma plegable. De esta manera se podría acceder directamente a la piscina.

Subí por el ascensor, apoyándome en el proceso. Empezaba a estar mareado y lo menos que quería era vomitar la cena delante de la hija de Sorretino. Me senté en el suelo del ascensor. ¿Qué estaba haciendo? Leone Caruso no se arrastra hacia ninguna chica. Las puertas se abrieron y vi un panorama de lo más cómico. Emma y su amiga estaban cayéndose por el pasillo, retorciendo sus pies con los tacones. Hubo un momento en el que Emma se cayó al suelo y pude ver... absolutamente todo. Se levantaron del suelo y en cuanto llegaron a la puerta de la habitación, Emma dejó en el suelo a su amiga y cuando abrió la puerta la arrastró de los pies hacia dentro. La puerta de la habitación se quedó abierta durante un rato, hasta que Emma volvió a salir y se quedó sentada en el suelo del pasillo. Frotaba sus sienes con los dedos. No debía estar aquí. Tenía que irme. Di media vuelta y, para mi mala suerte, me caí al suelo. Miré mis pies y vi que mis zapatos se habían tropezado con un doblez de la alfombra que adorna el pasillo entero. Miré detrás y vi a Emma viniendo hacia mí. No puede ser...

—Señor Caruso...

Tocó mi brazo y me ayudó a levantarme. Esto es inaudito. ¿En qué cojones pensaba cuando vine aquí? Borracho y...

—Leone. —Su voz me llamó y miré su rostro.

Noté que me tambaleaba y ella me sujetó por el torso. Su tacto me volvió completamente loco. Mi corazón se aceleró. Estaba clarísimo que era ella pero, ¿y si no era ella realmente?

LEONE CARUSO ©Where stories live. Discover now