Capítulo 10: Más altas...

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Huele a canela. A canela y vainilla. No es a lo que estoy acostumbrado a oler por las mañanas. Voy abriendo los ojos poco a poco. Parpadeo un par de veces y me encuentro con un muro blandito justo delante de mi nariz. Muevo un poco la cabeza alejándome de él. Estoy en posición fetal con el brazo echado por encima de esta almohada. Trato de ubicarme porque no sé dónde estoy. Sigo mirando y mi mano está tocando los dedos de otra mano. Otra mano que también está echada encima de aquello. No veo a quién pertenece la mano. Intento volver a pensar dónde carajos se supone que estoy. Achino los ojos y reviso el ambiente. Una alarma suena rompiendo el silencio sepulcral del lugar. Me asusto un poco y muevo los dedos, que están agarrados a alguien. Ese alguien brinca en un susto por la alarma. Siento el brinco porque el colchón propaga la honda hasta mí. Su cabeza sobresale por encima de la almohada. Es Bibi. Bibi con el pelo suelto y revuelto. Bibi recién levantada, con los ojos cansados y la boca pegada.

—¡Uff...! Buenos días... —refunfuña a la vez que separamos nuestras manos de manera precipitada.

—Buenos días —saludo mientras pienso en cómo debe de verme ella a las seis de la mañana.

La escucho estirarse al otro lado y hacer algún que otro sonidito. Estira su brazo hacia arriba y... ¿está moviendo la mano? Sí. Está moviendo la mano en círculos por algún motivo. Bibi es una chica rara. No podía tener otra manera de despertar que una muy rara. Por supuesto.

—Voy al servicio.

La escucho afirmar al otro lado de la almohada. Me levanto y la miro, por curiosidad. Está estirándose y coloca caras variadas. Finalmente, se levanta. Me mira de arriba abajo en forma de escáner. Yo ya estoy de pie a los pies de la cama. Pasa por mi lado y ahora me parece aún más pequeña que de costumbre. Va cabizbaja o muy dormida. Intuyo que es lo segundo. Casi podría hacerse una bolita. Tiene los ojos hinchados de dormir y yo diría que aún no los abre por completo. No ha encendido la luz del cuarto y al entrar al baño se ha sobresaltado al encender esa. Estoy seguro de que ahora achinará los ojos hasta acostumbrarse a ella. Me estiro bastante aprovechando que estoy solo.

He dormido fatal en esta cama. Que se salgan los pies es el mayor de los horrores y estar encogido sin poder estirarte es aún peor. Pienso en cómo se veía Bibi durmiendo. Mientras que ella lo hacía yo la he mirado algunas veces. Alex tenía razón, es bonita. También es bonita durmiendo. Y lo es al levantarse. No sé qué cara debo de tener yo, pero Bibi es natural y bonita. De eso que piensas que tiene mala cara por las mañanas y toda despeinada, pero que aún así hay algo... no sé... algo que te hace verla guapa y sexy. Vale... Bien, Gus. Acabas de afirmar que Bibi te parece sexy. Coloco las manos sobre mi cara y las froto. Estoy algo cachondo. Miro a mi entrepierna y creo que ahora sé el porqué Bibi me ha revisado completo de esa manera. ¡Qué vergüenza! Suerte que con este pantalón casi ni se nota, pero sé que aprieta demasiado.

Alcanzo el móvil que dejé tirado anoche en una de las mesillas. Trece llamadas perdidas de Juan, cinco de Miguel, ocho de Sergio y tres de Fran. Además de un trillón de mensajes preguntando si me habían raptado, si estaba bien, si había cogido un taxi a casa, si me había ido con alguien o por qué no regresaba al recinto. Meto el móvil en el bolsillo del pantalón. Bibi sale del cuarto de baño y yo entro en él. Me acicalo un poco por quitarme la cara de pan bao que acabo de ver en el espejo. Tengo la boca seca. No me gusta que Bibi me haya visto así, aunque a ella no parece importarle del todo. Al salir, no la encuentro en la habitación. Voy hasta el salón y me percato de que la puerta del cuarto de su hermana está algo abierta. Me paro cerca de ella e intento sacar a relucir mis dotes auditivas.

—Entonces... He pensado que al tener que irme a trabajar, me tengo que llevar el coche. Como tú hoy no trabajas... te quedas en casa, que te va a venir bien. Yo vuelvo a medio día y te arreglo la moto. ¿Entendido, Cactus?

Un amor de alturaWhere stories live. Discover now