Capítulo 53: Saldremos

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Volver al recinto de los Juegos Olímpicos después de despertar y desayunar con Gus es algo que no me apetecía nada en absoluto. Me habría quedado pegada a su espalda como un mono titi todo el día. Pero trabajo es trabajo. Así que tuvimos que volver. Entramos por separado luego de salir de su coche. ¡Claro! Porque las mil veces anteriores que nos han visto salir y entrar juntos no importan. No importan porque ahora Gus y yo lo hemos hecho. Y creo que pensamos que todo el mundo lo sabe nada más vernos. Como un olor que desprendemos. Como si fuésemos animales en plena caza y el olor a sexo nos acompañase desde la distancia. Quería evitar a Candela y a Nur con total perfección, porque ellas lo huelen. Y a mí se me huele de lejos las hormonas.

Además, teníamos que preparar todo e íbamos a realizar el entrenamiento previo al partido de esta tarde. La semifinal. Gus estaba concentrado esta mañana. Se mostraba algo más serio de lo habitual, pero es entendible. Ellos se están jugando bastante y Gus es todo un profesional. Intenté animarlo y, aunque me sonriese, estaba pensativo. Ensimismado por completo. Mientras ajusto algunos elementos en el iPad, Juan llega hasta mí entrando hacia la pista. Yo permanezco sentada en las gradas y él sube a mi lado.

—¿Cómo estás? —pregunta contento.

—Muy bien. ¿Y tú? —Tranquila, él no lo sabe. No lo sabe. No lo sabe.

—Bien. Algo nervioso, la verdad, pero bien.

—Ganaréis —admito.

—¿Cómo estás tan segura? —Eleva su barbilla y mueve su pierna.

—Os he visto jugar...

—Y yo a ti también y no tienes ni idea de baloncesto. —Sonríe tierno.

—No, efectivamente. Pero os crecéis. La gente dice que sois grandes favoritos. —Coloco mi mano en su pierna parando el movimiento que esta realiza—. Saldrá bien. Lo presiento.

—No solo estoy nervioso por eso, Bibi.

—¿Quieres contarme? —Dejo caer el iPad sobre el asiento al lado del mío.

Juan parece meditarlo por unos segundos, pero toma el valor.

—Yo... Bueno. —Sonríe de lado—. Mi novia va a venir a verme —confiesa.

—¡Anda! ¡Felicidades! ¿Es la primera vez que te ve jugar?

—No. Ya lo ha hecho otras veces, pero quiero que la conozcáis y estoy un poco intranquilo con eso.

—No estés intranquilo. Todos se portarán bien. Eres buena persona, estoy segura de que has elegido a alguien acorde a eso.

—Sí. Ella es magnífica. Es todo corazón solo que... no sé. Temo que a Gus no le guste.

—¿Por qué temes que a Gus no le guste? —Frunzo el ceño.

—Pues porque... no sé. No sé. —Aprieta la mandíbula y me mira directo a las pupilas.

—¿Tiene tres ojos o algo así? —Creo que lo estoy preguntando totalmente en serio.

—¡No! —Se ríe.

—¿Entonces?, ¿por qué es tan importante lo que opine Gus?

—Porque Gus es como mi hermano y creo que es importante lo que opine Gus de ello.

—Si tú la quieres y ella te quiere, solo tiene que importare eso, Juan. Ni Gus ni tu familia ni nadie. A no ser que sea alguien tóxico, en ese caso, yo sería la primera que me montaría en un taburete, te agarraría de las orejas y te sacaría de allí. —Sonrío amplio y él me la devuelve.

Asiente tranquilo, como si el corazón le fuese ahora mejor.

—Gracias, Bibi. Eres un sol. —Toca mi hombro—. Me alegro de que encontrases a Gus. Él se merece alguien como tú. Me alegro de que estéis juntos. —Juan se levanta del asiento.

Un amor de alturaWhere stories live. Discover now