Capítulo 57: Luchar hasta el final

1.1K 98 13
                                    

Gus se regocija contra mis labios. Me agarra la cadera y me besa profundo. Su lengua se une con la mía y su agarre cada vez es más profundo. Respiro como puedo mientras siento mi pecho acelerado. No lo pienso. Me abalanzo contra él. Sus besos no cesan y sus caricias sobre mi piel se hacen cada vez más lentas. Las noto pellizcando cada trozo de mi cuerpo, repasando mi figura, produciendo escalofríos...

—Me moría de ganas de estar contigo, Bibiana. Déjame que te bese. Déjame que te muerda. Vamos a olvidarnos de todo lo que hay afuera. Necesito de ti. Necesito de tu olor.

Sus palabras son como órdenes para mí. Las acataría sin rechistar. Yo también necesito todo eso. Yo también necesito su cuerpo sobre el mío. Meter mi cabeza en su cuello y esnifar su perfume. El amor es una droga. Del amor de verdad... siempre cuesta salir. Es como desintoxicarse. Yo no quiero hacerlo. Yo no quiero tener que librarme de este vicio. Quiero tener a Gus en mi día a día.

Me subo a horcajadas encima de él y mis labios besan su cuello y descienden poco a poco. Se pasean por sus hombros y vuelvo de regreso a casa: su boca. Esto es un paraíso del que no quiero escapar.

—¿No se supone que deberías descansar para mañana? Tenéis que jugar la final.

—Créeme que, ahora mismo, lo que más necesito es esto.

Hundo mi mano en su pelo, es corto, pero puedo manejarlo. Estiro su cabeza hacia atrás y rozo mi vértice con su miembro. Ya estoy escuchando los sonidos guturales que salen de su garganta. Es música para mis oídos. Escuchar a Gus gemir es una de las cosas que más me fascinan. Gemir por mí. Está cachondo. Lo noto en su entrepierna. Me excita demasiado. Ya me siento mojada. Gus mete sus manos por mi camiseta, la sube poco a poco y nuestros besos se ven cortados por culpa de tener que quitármela.

Mi sujetador queda al aire. Gus mete su boca entre mis pechos y besa toda la parte que no oculta mi ropa interior. Coloco sus manos agarrando la tela del sujetador. Hago que meta sus dedos por dentro y que tire hacia abajo hasta sacar mis pechos. Ambos quedan desnudos ante su mirada. Eso me excita. Gus me mira con deseo. Está ardiendo. En sus pupilas lo veo. Se va a volver loco. Loco por mí y eso me encanta. Mete uno de mis pezones en su boca y lo absorbe. Noto la frescura en ellos y siento a la perfección cómo se endurecen. ¿Cómo puedo sentirme tan viva ante esto? Me parece sorprendente. Sus dedos bailan en mi espalda. Acaricia mis cicatrices y desabrocha mi sujetador hasta quitármelo por completo.

—Así mejor —explica—. No quiero obstáculos a la hora de disfrutarte.

Gus coloca su mano en mi nuca y me acerca nuevamente hasta su boca. Es suave y jugosa. Muerdo sus labios y frunce el ceño. Creo que he debido de hacerle algo de daño. Eso me excita todavía más y estoy segura de que a él también. Su pene se endurece bajo mi roce. Estoy por explotar. Gus me tira en el sofá y me tumba. Desabrocha mi pantalón y me lo arrebata de un tirón sacándolo por las piernas.

—Los zapatos, Gus. —Me quejo entre risas.

Me los retira, primero uno y luego el otro, con cuidado. Me sube las piernas y las coloca en su hombro. Él se posiciona de rodillas sobre el sofá. Agarra cada esquina de mi braga y me las quita poco a poco. Bastante poco a poco. Lo hace tan lento que creo que voy a morirme. Respiro costoso. El corazón vibra bajo mi torso. Estoy sufriendo.

—Quítamelas ya. Te lo suplico —ruego encarecidamente.

—No seas consentida, Bibiana. Tienes que esperar un poco. —Retira por completo mi ropa íntima y me abre las piernas de par en par. ¿Qué es esto? ¿Qué va a hacerme? Echo la cabeza hacia atrás. Me lo imagino y ya estoy temblando. Noto las mejillas de Gus rozando mis muslos y me temo lo peor. No sé si puedo aguantar algo de este calibre. La lengua de Gus se desliza por mis labios inferiores y mi clítoris. Está húmeda, como yo, y siento su aliento fresco entrar en mi cavidad. Me encanta cómo me recorre por completo. De pronto la sensación cesa. Levanto un poco la cabeza y me topo con los ojos de Gus mirándome entre mis piernas.

Un amor de alturaWhere stories live. Discover now