CAPITULO 5.

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Al día siguiente tengo a Adriel en mi fortaleza, al coreano lo tienen en la mira pero no lo han traído y el pirata ya está instalado en una de las tantas habitaciones de mi casa

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Al día siguiente tengo a Adriel en mi fortaleza, al coreano lo tienen en la mira pero no lo han traído y el pirata ya está instalado en una de las tantas habitaciones de mi casa. Todo eso y aún no he salido de mi habitación. Termino de colocarme los pantalones de mezclilla azul y la camisa negra y bajo al comedor acompañada de Alana.

Dentro de dos días viajo a Brasil, Alana se queda en la fortaleza con Emilia y todo mi ejército duplicado si es necesario. Yo solo me voy con mis guardia de confianza y el pirata.

El hombre de casi dos metros cae de rodillas cuando Alana se safa de mi agarre y corre directa hacia su tío. Me quedo de pie al final de las escaleras mientras veo como los hombres que protegen a mi hermano comienzan a bajar un montón de regalos.

Si siguen así voy a vivir en una casa llena de cosas innecesarias.

Frunzo el ceño cuando veo un auto y una moto del tamaño perfecto para Alana, y por fuera veo un caballo que llevan al establo.

— Dhal. —lo miro fijamente en total silencio. — ¿Sin renco...

Se queda callado cuando mi puño le da en la cara volteandole el rostro, se agarra la mandíbula y asiente con una sonrisa antes de voltear a verme otra vez.

— Uuuuy a tío Driel le pegó una mujer. —canturrea Alana antes que se la lleven a desayunar.

— Habíamos dicho sin rencores.

— ¡Sin rencores mis ovarios! —exclamo. — ¿Dónde mierdas has estado durando dos años seguidos?

— Estaba en problemas, venir aquí sería traer a mis enemigos con Alana.

— ¿Y una llamadita? ¿O es que no sabes usar un teléfono?

— ¿Me habrías contestado? —entrecierro los ojos en su dirección. — Eso pensé.

— Me robaste hijo de puta, ¿Cómo crees que te iba a recibir? ¿Con un abrazo y una tarta de bienvenida?

— Ya te pedí disculpas por eso.

— No sé pide disculpas por un millón de dólares idiota, se afrontan las consecuencias.

— Eso es una cifra mínima para ti.

— Y hubiera accedido a dartelos. —suspiro después de liberar todo. — Ahora, ¿Podemos seguir como una familia civilizada?

Se carcajea y yo lo acompaño hasta entrar al comedor donde Alana ya termina de comer. Tomo asiento en la cabecera de la mesa y él al lado de la niña.

— Y dime, ¿Para qué soy bueno?

Le hago una seña a Emilia y ella se lleva a Alana con la excusa de ver el caballo nuevo del establo. Traen un desayuno que apenas tocó.

— Necesito que analices una muestra. Es una nueva droga y necesito saber a qué me enfrentó.

— Adivino, el león regreso y con nueva mercancía.

La Reina Negra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora