CAPITULO 79.

35 1 0
                                    

Nikolay Ivanova

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Nikolay Ivanova.

"— Quieren matarnos. —mi hermana apenas se gira a mirarme.

— Ay que sorpresa, idiota.

Volteo hacia el auto de carreras que está detrás de nosotros, solo hay una persona en el mundo que tiene el dinero y la obsesión para costearse esos autos aparte de mi hermana y ese es Luciano Di Marco.

Giro la mirada hacia mí tío pero cuando Aneka quiere agarrarlo el carro impacta contra nosotros y él sale por la ventana en cuestiones de segundos. Agarro a Dhalia por el brazo intentando jalarla pero la parte delantera se ha quedado atascada en sus piernas.

— Mierda, mierda, mierda. —es lo único que susurra mientras trata de agarrar el control del freno.

— ¡Dhalia cuidado! —grito antes de ser jalado por una fuerza mayor a mi agarre"

Siento el impacto de la puerta demasiado real así que me despierto con los ojos abiertos de par en par, el corazón me late con fuerza y la respiración la tengo alterada, puedo escuchar el monitor latir con rapidez. Apenas puedo abrir bien los ojos por la luz blanquecina de la habitación, giro la cabeza cuando escucho susurros, Aneka está en silla de ruedas mientras me agarra de la mano y murmura lo que parece ser una plegaria.

— Mierda. —me relamo los labios cuando siento la resequedad de ellos y de mi garganta. — ¿Dónde estoy?

Alza la mirada y suelta un suspiro esperanzado.

— En la clínica. —me responde. — Tuvimos un accidente.

— Lo sé, no tengo Alzheimer. ¿Dónde está Dhalia?

Observo su rostro, tiene una marca en el cuello y una venda en la cabeza sin hablar de la silla de ruedas y la manta que cubre sus piernas. Tiene los ojos hinchados y una gasa que va desde su sien hasta la mandíbula.

— ¿Cómo te sientes? —cambia de tema.

— ¿Dónde está mi hermana?

Se queda callada cuando un hombre con chaqueta blanca entra acompañado de una enfermera, la mujer ayuda a elevar la camilla y a que pueda sentarme con comodidad. Tengo los brazos vendados, también una pierna, me parece que tengo un collarín porque no puedo mover el cuello con tanta facilidad.

— Señor Ivanov, ¿Cómo se siente? —agarra una carpeta que le pasa la mujer de rasgos asiáticos y uniforme rosado.

— Como si algo me aplastó, pero bien.

— Está demasiado bien para que una puerta le cayera encima... Aunque no sabemos cómo. Una rama judicial que se hace llamar CIOS está afuera de cada habitación, quieren hablar con ustedes.

Ignoro completamente lo que dice y me concentro en tomarme la pastilla que me pasa la enfermera.

— Señora Ivanova, le dijimos que debe quedarse en su habitación a descansar.

Mi tía asiente pero no se mueve y tampoco es como si tuviera intenciones.

— Trasladela a mi habitación. —hablo. — ¿Dónde está Dhalia?

Todos se quedan callados, frunzo el ceño y mi corazón vuelve a latir con velocidad. No creo poder vivir si algo le sucede a mi hermana. Mi tía solloza en silencio.

— ¡¿Dónde está Dhalia?! —como el hombre no me responde voy por la mente más débil, miro a mi tía fijamente y la agarro por el hombro haciendo que suelte un grito de dolor.

— Señor la está lastimando. —la enfermera se esmera porqué me recueste y suelte a Aneka. — Señor debe calmarse, es demasiada información para usted, tiene cinco días inconsciente y...

— ¡¿CINCO DIAS?!

Me desconecto del suero y quitó todo aparato que esté conectado a mi, mi tía retrocede cuando entiende que nadie va a detenerme. Agarro a la enfermera del cuello y cuando registro sus bolsillos consigo un bisturí que uso a mi favor.

— Será mejor que comience a hablar.

El hombre observa a mi tía y cuando veo sus intenciones de gritar acerco el cuchillo más hacia el cuello de la mujer.

— No tiene porque usar la violencia, le diremos todo lo que quiera. —dice el hombre, las manos le tiemblan y parece preocupado por el bienestar de la mujer.

— Si no quiere que asesine a su esposa, es mejor que empiece a hablar.

— La señora Dhalia está en grave estado, aún no reacciona y no sabemos si lo hará. La consiguieron media cuadra después del accidente, tiene quemaduras por el asfalto en cara, brazo, espalda y abdomen, el mayor daño lo tiene en la cabeza y las piernas pero por alguna extraña razón no hay fracturas, solo de costillas. —suelto a la enfermera la cual sale de la habitación corriendo. — Perdió mucha sangre en el traslado, estamos haciendo todo lo que podamos.

— Por lo visto no hacen lo suficiente. Quiero verla.

No le queda más que asentir, agarro un pequeño trapo que consigo y me limpio la sangre que había salido de mi brazo. Salimos de la habitación con mi tía siguiéndonos en la silla, atravesamos un pasillo y nos detenemos frente a una ventana de vidrio, del otro lado está Dhalia con los ojos cerrados conectada a una máquina que la ayuda a respirar.

Tiene vendas en la cabeza, en la cara, y solo tiene cubierta la parte de los senos y su zona íntima, del resto está llena de vendas. Su pecho se alza al ritmo de la máquina.

— Los doctores creen que no va a sobrevivir. —la voz quebrada de Aneka me hace mirarla de reojo pero sin despegar la mirada de mi hermana. — Es mejor que nos preparemos para lo peor.

— Dhalia estará bien, es fuerte. Y tiene que ver a Alana, ella lo sabe.

— Tal vez sea fuerte en su carácter, pero la consiguieron muy lejos de la escena... La policía dijo que la parte del conductor era la más afectada, preguntaron si estaba su hija en el auto porque parece que estaba intentando salvar al que iba de copiloto. —aprieto los dientes lo más que puedo.

Vuelvo a recordar en ese momento dónde no podía controlar los frenos y que prefirió rodar el volante hacia el lado donde ella recibiera el mayor golpe, lo ví antes de que la puerta me sacará volando.

— Si ella muere nos sacarán del rango de la pirámide, Alana está muy pequeña para ascender al trono... Solo quedas tu y Adriel.

— Nadie va a ascender a ningún trono, Dhalia despertara... Si no lo hace la buscaré en el infierno y la voy a matar otra vez.

Aneka sonríe entre las lágrimas y se va del pasillo no sin antes darme dos palmadas en el brazo. Las lágrimas abandonan mis ojos porque una vez más Dhalia quiso salvarme en vez de preocuparse por su bienestar.

La Reina Negra.Where stories live. Discover now