CAPITULO 9.

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Una mujer me coloca un collar llamativo y el pirata me hace probar todos los tragos del bazar, ninguno hace gran cosa en mi sistema pero en el de él sí y ya comienza hablar gracioso

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Una mujer me coloca un collar llamativo y el pirata me hace probar todos los tragos del bazar, ninguno hace gran cosa en mi sistema pero en el de él sí y ya comienza hablar gracioso.

- ¡Vamos! -dice motivado con una botella en su mano.

Me empuja dentro de una tienda de telas oscuras, el lugar está vacío lo que hace fácil que mis hombres se tomen el lugar mientras estamos aquí. En las paredes cuelgan constelaciones con sus nombres abajo, incluso hay muñecos vudú, velas de colores, estatuas y en medio hay una mesa con una bola de cristal en medio.

El olor a menta y hierbabuena ronda por el lugar, y de una división llega una mujer de cabello lacio de color negro, y piel morena, en sus caderas luce un pañuelo de monedas de color morado.

- Hola lindas almas. -habla en portugués con un tono de voz fuerte. - ¿En qué puedo ayudarlos? ¿Una lectura de mano o de cartas?

- Vámonos de aquí. -le hablo al pirata y me doy la vuelta.

- Vaya, tenemos a personas de trabajos oscuros aquí. -dice la mujer nuevamente.

Leonardo se lleva la mano a la espalda pero le alzo la mano para detenerlo, me giro y la observó. Toma asiento en su silla y me invita a sentarme. El pirata me alienta y Leonardo habla algo por el micrófono, suelto un suspiro y tomo asiento frente a ella.

- Hija de vikinga. -me mira a los ojos antes de tomar mi mano y poner la palma hacia arriba. - Madre de una princesa y líder de una organización.

Me mira con sus ojos miel, y yo entrecierro los ojos observandola fijamente.

- Un depredador que caza a otro. -suspira.

- Te advierto que tengas cuidado con lo que dices. -le quitó el seguro a mi arma por debajo de la mesa. - Y a quien le vas a decir esto después.

- No tengo un bando, no le rindo pleitesía a nadie y no quiero tener a la Reina en mi contra.

Veo inmediatamente que me conoce, así que llevo el dedo al gatillo totalmente desconfiada.

- Habrá una guerra que no podrás ganar sola y vas a tener que aliarte con quién crees tú enemigo. -su dedo acaricia mi palma.

- Yo gano sola, no tengo que aliarme con nadie.

- Esa terquedad que solo te lleva a hundirte.

- Sigue hablando y te vuelo la cabeza.

Le arrebato mi mano y me levanto, agarro al pirata del brazo y lo saco de ahí, mis hombres nos rodean, ahora totalmente desconfiados y nos sacan directo al hotel.

Abordamos la camioneta y antes de arrancar le quitó la botella al pirata y la lanzo haciendo que se rompa en el camino.

- ¡Mi botella! -murmura de mala gana.

Lo tomo del mentón y veo sus pupilas dilatas, maldigo en voz baja y agarró una botella de agua que me pasa Leonardo y hago que se la trague toda.

- Estás drogado, imbécil.

- Mierda, mierda. -se pasa las manos rápidamente por la cara.

Miro la botella leyendo el nombre que es tan poco reconocido como todos los licores que venden en ese bar.

- Mi señora, ya reconocieron quien era. -le asiento. - Es una de las bailarinas privadas del ministro de Sicilia.

Me pasa un iPad con toda la información de aquella mujer.

- Matenla, no quiero que cualquiera sepa de mi hija.

El hombre me asiente y habla por el aparato de su oído. Leo la información que me proporcionan las bases de datos del FBI. Es una brasilera que fue contratada como bailarina en uno de los bares clandestinos dónde trafican mujeres, luego fue vendida entrando a la pirámide negra y ahí se consiguió con Lucius, fue arrestada múltiples veces por prostituta y por drogar a las personas en su tienda.

- ¿Qué hiciste dentro de la tienda? -muevo al pirata quien me mira más drogado que otra cosa.

- ¿Ah?

No me da respuestas pero Leonardo si. - Olió una vela roja que estaba sola en uno de los estantes. Kyan la reviso, es marihuana con otra sustancia.

El pirata se agarra de mi brazo y yo frunzo el ceño por el tacto repentino. Veo sus ojos cristalizados.

- Dime que no fue Bhake... Por favor, ni Bhake ni heroína.

Parece un niño pequeño de lo aterrado que está, remueve sus manos con nerviosismo.

- Quiero maní... Por favor... Quiero maní.

Nos detenemos en una pequeña tienda, y le compro el maní que quiere. No tarda mucho en quedarse dormido y cuando llegamos al hotel se baja tambaleante y uno de mis hombres lo lleva hasta su habitación.

- El trabajo esta listo. -me asiente Leonardo.

- Bien, para cuando regrese quiero que entreguen el cuerpo a Sicilia... Que salga en las noticias, le haces una cruz en la frente. Quiero que sea noticia Siciliana.

Mi hombre me asiente y comienza a dar órdenes mientras yo ingreso a mi habitación. Esa mujer fue un aviso, en Brasil debe estar una organización pero no me van a llevar un paso por delante. Mis hombres mataron a cinco cuando iban saliendo de la tienda.

Mañana mismo tengo que meterme en la casa presidencial.

Destenso mi cuello, y relajo los músculos de mi rostro. Le digo a Leonardo que duplique la seguridad en mi casa, y que saque a los sirvientes que quedan. Agarro mi iPad y veo las cámaras de mi casa justo cuando suena el teléfono.

- Hola princesita. -contesto con el tono más dulce que puedo emplear.

- Mami. ¡Adivina, adivina!

- ¿Qué pasó?

- Tío Driel me compro una muñeca, y dos vestidos mexicanos.

Aprieto los dientes por la manera tan fácil que es comprar a mi hija, y porqué ese idiota está en mi casa. Di la orden que solo él podía entrar, ama tanto a Alana como yo y no sería capaz de ponerla en riesgo.

- Que bueno princesa. -murmuro al final.

Hablamos por otros minutos más, y cuando Adriel agarra el teléfono cuelgo.

La Reina Negra.Where stories live. Discover now