CAPITULO 33.

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Dhalia Ivanova

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Dhalia Ivanova.

13 de Diciembre, maldito 13 de diciembre. El día que me quitaron a mi hermano y mi vida se vino abajo.

Dos. Siempre intenté proteger a dos de mis hermanos, pero a uno lo lanzaron a los perros conmigo y al otro pude apartarlo de todo. Ya sabía que uno estaba perdido, pero los otros no podían pasar por lo mismo.

Me llevo el vaso a los labios mirando por la ventana del hotel. El whisky no quema cuando pasa por mi garganta. Suelto un suspiro cuando la rabia quema cada poro de mi cuerpo; hay muchas cosas que no se cuentan, historias a medias dónde se dedicaron a mostrar la parte buena de la historia.

"— Hermana. —susurro tembloroso por los espasmos del frío, su sangre teñía a la nieve de rojo.— No me dejes morir.

— Mierda, Nikolay, estás muy jodido. —mis manos hacían presión en su herida evitando que se desangrara. Pero esa no era la única que tenía, eran cinco heridas por todo su cuerpo hechas a gran profundidad. — ¿Quién fue?

Bliznak...

— ¡Quién te hizo esto! —gritó repleta de desesperación.

— Vinagi zaedno v otrazhenieto.

Se ahoga con la sangre que comienza a salir por su boca, la rabia hacia que todo mi cuerpo temblará en cuestiones de segundos.

— Gina...

Una sola palabra salió de sus labios cuando la muerte me arrebato a mi espejo, a mi gemelo. Y esa sola palabra basto para que esa mujer se ganará un enemigo de por vida. Iba a destruirle la vida."

Ni siquiera me preocupe por servir en el vaso, bebí directamente de la botella recordando el día que conseguí a mi hermano tendido en el suelo con demasiadas heridas para poder ayudarlo. A la vista eran solo cinco, se concentro en moler sus huesos y Nikolay no la toco por la devoción que le tenía por amarla.

A pesar de que era menos creyente del amor que yo.

Adal le besaba los pies a mi padre insistiendole que lo ayudara a llegar a la presidencia. Gina mataba a mi hermano por simple diversión. Y mi odio crecía creando un enemigo silencioso.

Le jodí la vida, la volví drogadicta y ni siquiera eso me deja satisfecha, quiero asesinarla con mis propias manos, pero no lo haré. Merece vivir con la sensación de no querer ser madre y no poder asesinar a sus bebés porque sabe que Matteo no dudará en matarla por traición.

Adriel entra a la habitación, no tengo que voltear para saber que es él, lo sé por las pisadas. Se detiene delante de mi observando en silencio.

— Dhal... —mis ojos se mueven hacia él.

La Reina Negra.Where stories live. Discover now