CAPITULO 51.

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Bansko, Bulgaria

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Bansko, Bulgaria.
Dhalia Ivanova.
20 años atrás.

Siento mi cuerpo temblar cuando la altura de mi madre se ciñe sobre mi, no sé cuánto media pero era tan alta que ni siquiera tenía que usar tacones para llegar al rostro de mi padre... Y vaya que él era alto. Sus ojos grises se entrecierran en mi dirección y obligo a mis piernas a mantenerse de pie y no caerme.

Empuja a Nikolay el cual se detiene a mi lado apegandose a mi. Cobarde, era un gallina y ahora estábamos en líos por su tonto afán por jugar a las escondidillas en el jardín cuando teníamos prohibido salir a ese lugar por su tonto capricho.

— ¿Quién va a rendir cuentas con su líder? —la voz profunda y ronca de mi madre me aterra y se cala por todos mis sentidos. Acababa de volver de la fosa, no quería irme tan pronto. Doy un paso al frente con la mirada en alto y Nikolay me toma de la manga de mi sudadera.

Lo fulminó con la mirada y agacha la cabeza soltandome para que termine de dar el paso.

Desobedecimos sus órdenes. —miro mis pies cuando hablo. — Fuimos a jugar al jardín a las escondidillas... Lo sentimos.

— ¿Lo sienten? Mataron a una mujer que rondaba el bosque.

— Lo vimos como enemigo. —justifico mientras entrecierro los ojos molesta por la gota de sangre que hay en mi zapato y en el resto de mi ropa.

— ¿Por qué mierda estás tan sucia como una asquerosa? —los ojos me arden pero prefiero morderme la lengua hasta sentir el sabor de mi sangre, a llorar.

— Resbale y caí sobre el cadáver.

— ¿Dejaste tu evidencia sobre esa mujer? Ahora, adivina a quién van a buscar cuando salga a la luz.

— Perdóneme reina.

Chasquea la lengua y me atrevo a mirar su rostro pero lo agacho rápidamente cuando veo la mirada torcida que me da.

— ¿Quién le abrió la garganta?

— Yo lo hice. —contesto.

— ¿Qué hiciste tu, Valentino? Porque veo que tú hermana se está llevando todo el crédito.

Mi hermano parece aterrado con la idea de responderle y esa razón es porque no hizo nada, se congelo cuando vio que mi daga se clavo en el cuerpo de la mujer y no fue capaz de moverse hasta que lo levante empapando su camisa de sangre para que nadie sospechara que el sucesor de mami no pudo asesinar a una persona.

— Él le encestó el golpe a la mujer. —respondo de nuevo.

— No te pregunté a ti, Verónica, le pregunté a Nikolay.

Aprieto la mandíbula y lo miro de reojo haciéndole una seña para que comience a inventarse algo o nos van a castigar a los dos y vaya que no quería un castigo.

— Y-yo... —tartamudea. — Yo... Le pegue a la señora.

Cierro los ojos con fuerza deseando que mi mamá se crea esa patética mentira. En serio, si en verdad existe ese Dios del que habla Carly, ojalá que haga que mi mamá se crea eso.

Pero claro que no. Porque contra el diablo nadie puede.

La risa seca de mi mamá es un danzar al infierno del que ya estaba más que acostumbrada pero aún así me aterraba.

— Son una mierda mintiendo, sobre todo tú Valentino. —gruñe. Me agarra del nacimiento del cabello igual que a mi hermano y comienza a jalarnos sacándonos de su oficina.

— ¡Mami, no! —patalea Nikolay y yo le encestó un golpe en la costilla que lo hace retorcerse.

— ¡Estúpido! ¡Estúpido! —le grito con euforia. — ¡Por tu culpa nos van a castigar!

Mi madre nos suelta para abrir la puerta pesada hacia los calabozos, y una vez que la tiene lista se voltea hacia nosotros.

Fuera ropa.

Fulminó una vez más a mi hermano antes de comenzar a quitarme la ropa quedando solo en camiseta y bragas rosadas con volado en la parte de atrás. Tiemblo cuando el frío recorre mi cuerpo, en poco tiempo mi hermano está igual que yo.

— Adentro.

Se quita de la puerta y mis pies descalzos tocan la asquerosa agua que rodea en los calabozos de los inmundos que traicionan la mafia negra.

— Mamá... Por favor. —susurra Nikolay y yo tiro de su oreja callandolo.

— ¡Cállate, cállate idiota! —estiro mis brazos a cada lado de mi cuerpo. — ¡Eres un imbécil, eso es lo que eres!

Mamá solo nos mira con diversión antes de cerrar la puerta delante de nosotros. Resoplo recogiendome el cabello con la liga negra que tengo en la muñeca, agarro la antorcha con fuego que está a un lado de la puerta y comienzo a caminar adentrándome a la estancia.

Eran tres pisos y el último era el peor, prefería no irme a ese lugar porque la única vez que me metieron fue horrible. Nikolay camina detrás con la cabeza agachada, y cuando un inmundo trata de tocarlo le quemó el brazo antes de que lo haga.

— Gracias...

— Cállate.

Suspira y cuando por fin llegamos al último calabozo que siempre está abierto para nosotros, lo lanzo dentro y yo lo hago después de sacar unas mantas que escondimos el otro día sin que mamá se diera cuenta.

— Perdóname...

— Cállate.

Ogledalo... No quiero estar peleado contigo.

— ¡Pues yo si estoy molesta y peleada contigo! —gruño, y clavo la antorcha en medio de la jaula para que nos brinde fuego hasta que se apague.

— No es mi culpa que no sea como tú...

— No sé trata de que seas como yo, se trata de que tengas tres dedos de frente ¡Mínimo!

Repito las palabras que alguna vez escuche a mi mamá decir y que no tengo ni idea de lo que significan pero parecen tener algún impacto en él.

— No sé asesinar. —susurra bajo.

— Oh, el bebé de mami no sabe asesinar. —se carcajea un tipo a nuestro lado y la antorcha que está cuidando que no nos congelaramos termina incendiando su putrefacto cuerpo.

— ¡Entonces aprende! —tiro de su oreja por segunda vez. — Nos falta solo un año para que nos tiren a las peleas clandestinas, así que matas o te matan. ¡Y yo no pienso morir por ti!

Asiente, me muerdo la lengua otra vez hasta que escupo sangre, trago saliva y me acerco a él sentandome sobre las cobijas, permitiendo que se acerque a mi para darle calor y que no se vaya a resfríar.

La Reina Negra.Where stories live. Discover now