CAPITULO 78.

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Dhalia Ivanova

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Dhalia Ivanova.

Cuando vuelve a salir el sol el tiempo va en mi contra. Al pisar el salón de bailes de Tsarevets todos los que vigilaban la estructura están muertos, avanzo entre los cadáveres ensuciando la suela de mis Louis Vuitton con sangre de traidores, desde mi altura observo la manera en la que están muertos, todos tienen un tiro en la cabeza o en la nuca, los cortes del cuello lo hicieron después que el cuerpo se enfriará, muy poco perverso para ser de Andrei Volkova.

— Dhalia el auto está listo. —Nikolay al igual que yo mira los cuerpos con el ceño fruncido.

Cuando ví este desastre en la mañana los únicos que estaban en Tsarevets eran Aneka que todavía dormía hasta que Nikolay la despertó, y Krasimir que había salido al pueblo, mi tía también examina los cuerpos desde la otra entrada.

— Tu hija termino siendo una traidora, eso debe aplastar tu orgullo. —comienzo con mis directas mientras observo solo el desastre.

El olor nauseabundo de sangre coagulada y cuerpo fríos comienza a llenar cada parte de mi casa, por suerte no produce mis nauseas vergonzosas.

— Dejen esto así... El frío evitará que los cuerpos se descompongan tan rápido.

Salgo del salón y cambio mis botines por unos Jimmy Choo, la esclava que me atiende se encarga de desechar los Louis Vuitton y de limpiar cualquier huella que haya dejado al salir de ahí.

Nikolay me extiende la bolsa negra y saco la bandera italiana que lanzó en medio de los cuerpos sin cuidado, los esclavos comienzan a llenar cada pared con el dibujo de una bandera y desde afuera lanzan piedras que rompen las ventanas del castillo que cree con alguna ilusión.

Avanzo hacia los establos en dónde solían poner a las mascotas de Alana, hay una en particular que he estado conservando para mí beneficio propio. Enciendo la luz y con Nikolay siguiéndome avanzamos por el lugar, observo los distintos tipos de animales que tiene mi hija, ponis, yeguas, caballos, el labrador que rogó que le comprara, tres gatos, un estanque con patos y tortugas, otro con peces y sigo avanzando hasta que llegó a la jaula.

— ¿Qué diablos es eso? —murmura mi hermano.

— Un lince... Alana lo encontró en el bosque y se obsesionó con el.

— ¿Quién deja a su hija tener un animal salvaje? —susurra pero aún así lo escucho.

— ¿Quién dijo que era de Alana? Nunca llega hasta aquí, dice que le da demasiada flojera así que siempre se distrae con los patos o con la pantera que está en la esquina... No lo sé, es Alana.

Entro a la jaula y agarró la cadena para que el animal comience a caminar delante de mi, no busca correr ni nada, solo comienza a comerse todo animal que se le atraviese en el camino. No lo evito, necesita comer porque va a pasar mucho tiempo sin hacerlo.

Kyran agarra al animal y lo mete en la camioneta especial que tiene jaula en la parte de atrás, cubre los barrotes con una sábana negra pero aún así el animal comienza a destilar la sangre de lo que se comió por toda la nieve.

Entro en la camioneta donde están Aneka y Krasimir, Nikolay también lo hace y comenzamos a salir de Veliko entrando a la autopista.

— Esto es un desastre. —habla Aneka. — Dhalia ¿Dónde está Bozhidara?

— ¿Y yo por qué debería saberlo?

— Bozhidara se fue a media noche, —acota Nikolay. — Su habitación está al lado de la mía, la escuché salir apenas la puerta de Verónica se cerró.

Frunzo el ceño mientras sigo conduciendo con cuidado, el invierno se ha intensificado y las autopistas están resbalosas. Anoche antes de quedarme dormida nunca sentí que Luciano entrara a la habitación y está mañana antes de irme ví su bolso con todas sus cosas. Parpadeo cuando la desconfianza me recorre cada fibra de mi cuerpo.

El silencio llena el carro, Aneka se recuesta de Krasimir mientras que él se limita a mirar por la ventana en silencio, Nikolay me mira de reojo debes en cuando y odio que tengamos esa clase ridícula de conexión telepática y pueda saber lo que quiere decirme con tan solo una mirada. El arco de Sofía comienza a vislumbrarse aunque aún estamos un poco lejos.

Observo el retrovisor con el ceño fruncido cuando de la nada aparece un auto negro que hace rugir a su motor cuando acelera, piso el acelerador impulsando mi cuerpo hacia atrás.

— Pónganse el cinturón. —apenas logro decir eso antes de que tenga el primer roce.

Intento no resbalar en la autopista, acelerar, mirar al retrovisor e intentar que no me toque porque a la velocidad que vamos puede voltear el auto. El corazón se me acelera con la adrenalina recorriendo cada parte de mi cuerpo, las otras camionetas agarraron distintas salidas porque fue lo que acordamos.

Nikolay baja la ventana y comienza a disparar a las llantas del otro auto pero se le hace imposible cuando vuelve a rozar el auto.

— Quiere matarnos. —me mira con los ojos abiertos de par en par.

— Ay que sorpresa, idiota.

Mi tío se azoma alzando la pistola, intento acelerar pero cuando quiero frenar para agarrar más impulso es imposible, los frenos no funcionan y solamente veo a mi tío salir por la ventana cuando el auto detrás de nosotros logra darnos con la suficiente fuerza para impulsar el auto y salir rodando por toda la carretera. Mi cuerpo se impulsa hacia atrás para cuando va hacia adelante lo único en lo que logro pensar es en los ojos azules de mi hija.

Narrador omnisciente.

El enemigo se regocija del auto que comienza a dar vueltas con el impacto, el lince frena cuando el vehículo donde iba parte de la familia Ivanova queda bloqueando la entrada a la capital de Bulgaria. Krasimir Ivanova tirado aun lado de la carretera con la cabeza colgando hacia el vacío, Nikolay Ivanova boca abajo con la puerta del auto encima y Aneka Ivanova colgando del vehículo. La sangre teñia el color blanco de la autopista, pero desde allí no se veía en que estado había quedado Dhalia.

Andrei voltea a mirar los ojos azules de su compañero quien mira el "accidente" sin una pizca de emoción.

— Está hecho. Vámonos. —habla su cómplice.

— Nah, vamos a ver cómo quedó... La perra. —susurró con un sabor amargo por decirle de esa manera.

El ruso se baja del auto avanzando por el lugar con unas plegarias atascadas en la garganta, todo estaba en silencio, el auto apenas estaba de pie. Él se había asegurado de ir más rápido que el carro dónde iba Dhalia.

Le pasa por encima a Nikolay quien apenas parece que respira, y se azoma por las ventanas pero Dhalia no está, tampoco en la parte delantera o trasera. Se gira y observa a su compañero y dueño del plan, le niega con la cabeza.

Pero Dhalia si estaba, más muerta que viva, pero estaba.

Las sirenas policiales comienzan a llegar y ellos se ven obligados a dejar el trabajo incompleto. La noticia corre rápido al encontrar a la familia real en graves condiciones por el accidente, son trasladados a la mejor clínica de Sofía y atendidos por los mejores médicos.

Aunque nadie está seguro de que tanto lujo pueda salvar a la Reina de Bulgaria.

La Reina Negra.Where stories live. Discover now