CAPITULO 26.

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Dhalia Ivanova

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Dhalia Ivanova.

Su descarga me llena por segunda vez, mientras mi entrepierna sigue en convulsión por el orgasmo reciente. Sus labios se mueven sobre los míos con lentitud y cierra la llave del agua antes de sacarme en brazos hasta la mesita del baño.

— Eres una bestia. —murmure mientras veo como se seca con la toalla.

— Eso no fue nada para lo que puedo hacerte.

— Lo dudo, creo que ese fue tu límite. —lo reto.

Se quita la toalla del cabello clavando sus ojos diferentes en mi. Miro la oscuridad que cubre los distintos tonos de azul, pero ni siquiera eso quita la energía que tiene. Su misterio siempre fue algo que me atrajo como si fuese una energía magnética.

En la pirámide, cuando hay fiestas suelen estar invitados los próximos a liderar. Mi padre no faltaba a ninguna y por ende me arrastraba con él. Andrei, Agatha, Matteo, Luciano, Lucius, Hendrick, Julio, y yo éramos el combo de inicio, mucho después se unieron Adriel y Lucas como manos derechas, y una vez que Lucius renunció entro Lucían.

Pero fue cuestión de tiempo para que todos estuviéramos encontrá del otro. Mi madre falleció, Luciano me traicionó y mi padre se mudó. Matteo mató a Hendrick y le prohibió la salida a Lucas. Luciano mató a mi hermano. Adriel prefiere mantenerse lejos de todo y Lucius se volvió ministro. Pero a fin de cuentas seguimos conociendonos, uno más corrompido que el otro, uno más psicópata que el de al lado pero juntos.

Se supone que lo último era traicionarnos, y entre las organizaciones principales seguimos en eso.

— ¿Te gustan mis ojos? —susurró muy bajo acercándose a mi luego de atarse la toalla a la cintura.

"Miro al chico frente a mí, sus ojos diferentes escanean mi menudo cuerpo y su mano acaricia un mechón de mi cabello rubio. Su cabeza se ladea y alza mi mentón para tener contacto visual directo.

Esos ojos... Me gustan sus ojos, podría mirarlos toda mi vida y nunca cansarme.

¿Te gustan mis ojos? —susurra muy bajo, agachando su boca a la mía."

— No. —respondí como lo hice ese día.

Se carcajea bajo para no despertar a Alana, y pasa de mi saliendo del baño. Suspiro y luego de atarme una toalla en el pecho salgo detrás de él, asegurándome que la niña este dormida. Entro al vestidor donde él se coloca la ropa que se quitó cuando llegó, decido hacer lo mismo y agarró el uniforme negro de práctica y me coloco unas botas negras de tela, con tacón.

— No sé cómo siempre combinas eso y te queda bien. —murmura recostado de una de las columnas de mi vestidor.

— Tengo porte. —conteste, antes de agarrar un abrigo de piel blanco y pasarlo por mis brazos. — Quiero hablar contigo de algo. —asiente. — No quiero que se sepa de la alianza que voy a firmar contigo. Entre tu y yo no va haber nada más que no sea organización y Alana.

La Reina Negra.Where stories live. Discover now