En una historia hay muchas vertientes. El malo intenta tapar la verdad, el inocente no sabe lo que sucede y el verdugo ve todo en silencio esperando su momento para atacar.
Las historias comúnmente están mal contadas, cada quien tiene una versión d...
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Información: Toda letra que este en negritas, quiere decir que es otro idioma. Y recuerden que la traducción o cosas resaltantes, están al final del capítulo.
La fosa. Once años atrás. Dhalia Ivanova.
— ¿En serio? ¿Lo prefieres? —muevo mis piernas mientras me mantengo boca abajo, ignorando a Andrei.
La verdad es que se estaba volviendo demasiado fastidioso para vivir bajo la misma tierra que yo, y ansiaba porque lo matarán en alguna pelea clandestina. Me limpio las uñas con la punta de mi daga mientras pretendo ignorar a Andrei hasta que se canse y se largue de mi jaula.
— ¡Dhalia estoy hablando contigo! —afinco mi mejilla de mi mano y volteo la cara hacia otro lado cuando pretendía meterse en mi campo de visión. — ¿En serio vas a ignorarme?
— Si, lo hará. —la voz pasajera de Gina Zimmermann, llama mi atención pero no la suficiente como para moverme.
— ¡Dhalia!
— ¿Qué? Joder, ¿Qué?
Tomo asiento en la base de cemento que tenemos como cama, y lo observo. Hace unas dos semanas, su padre lo saco de aquí junto a Agatha para llevarlos a su país natal... Sinceramente, dejo una grata tranquilidad en mi vida y ahora que ha regresado lo quiero moler a golpes.
— ¿Es en serio? —insiste. — Creí que era solo una obsesión de momento... Creí que teníamos...
— ¿Teníamos qué? ¿Un futuro? ¿Una vida juntos? —bufo. — Ay, por favor.
Avanzo a la reja y la jalo de golpe llamando la atención de todos los que vivimos en este horrible lugar.
— Vete de mi habitación.
— ¿En serio? Déjame...
Extiende la mano hacia mi, y yo retrocedo en el momento justo donde la mano de Nikolay se atraviesa y lo agarra por el cuello de la camiseta. Mi mellizo mide como mínimo, un metro noventa y ocho, y todavía puede seguir creciendo.
— Nik... No pretendía hacerle daño.
— Cállate. —gruñe y lo empuja hacia la pared. — A mi hermana no la tocas, imbécil.
— Solo quiero hablar con ella...
— ¿Eres marica o qué? No es culpa de nadie que sigas guardandole la virginidad a mi hermana. —separo los labios por la revelación de secretos.
— ¡Cállate! ¡Eso no es verdad!
El carcajeo de Luciano llega a mi como música para mis oídos, el corazón se me acelera cuando distingo sus pasos y todo en mi parece reaccionar a él. Termino de abrir la reja y voy directo a él, cuando se acerca a la entrada de mi jaula.