CAPITULO 30

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Dhalia Ivanova

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Dhalia Ivanova.

Los buenorros hombres de CIOS no ocultan su deseo al mirarme y Leonardo hace todo lo posible por mantener sus manos fuera de mi. Cruzo miradas con algunas viejas conocidas pero ninguna me presta mucha atención ya que la noticia de la muerte del presidente los tiene trabajando el doble.

El actual presidente de Alemania, Adal Zimmermann muere en manos de la pirámide negra. Y su hija Gina Zimmermann, coronel y militar de CIOS se auto-nombra Dama Alemana demostrando que está del lado de la Mafia Alemana.

Un trágica historia y tan patética como solo ellos pueden ser.

Entro al área de mi padre pasando sin escuchar las advertencias de la secretaria la cual luce nerviosa y cansada.

Miro con desagrado la ostentosa oficina, siempre con tonos opacos como cualquier sitio policial. En una de las paredes están las medallas de honor que se ha ganado mi padre siendo el más hijo de puta, doble cara, y luego esta una foto mía de cuando tenía cinco años y cargaba un rifle.

— Dhalia. —la voz gruesa y áspera me hace girar la mirada posandola en mi progenitor.

Sonríe dejándome ver las arrugas de sus ojos, está más viejo desde la última vez que lo ví. Pero luce totalmente satisfecho con la muerte del presidente ya que esto era lo planeado hace tiempo y Gina sirvió a la Reina una vez más.

A veces las personas creen que tienen poder y es todo lo contrario. Hay que dejar a los estúpidos creer que son inteligentes, y a los idiotas creer que son astutos.

Ella era una persona ingenua cargada por el odio y las ganas de matar. Quería poder, se lo dí. Quería un amor, se lo dí. Quería adrenalina, se la dí. Y tan perfecto que ella ni siquiera me recuerda.

Incluso aquella propuesta de matrimonio en el exclusivo crucero donde ella huyó de su antiguo novio. O aquella vez de los secuestros de infantes en Francia, yo fui la que armó el alboroto no ella.

Suspiro satisfecha, pero se me pasa rápidamente.

— Para hacerme venir, no tenías que usar mi camaleón. —coloco los puños en mi cadera mirando enojada a Alex.

— De otra forma no lo hubieras hecho.

Deja su arma sobre la mesa, esa arma lleva la marca Búlgara en todos los sentidos de la palabra. Lo sé porque fue la primera que hice cuando estaba aprendiendo y el siempre la llevo con orgullo.

Dan tres golpes a la puerta y mi padre da el pase, un hombre de alta estatura, cabello semirubio y ojos castaños queda a mi vista. Lleva el traje de CIOS mal puesto y trae unas bolsas horribles en sus ojos.

— General Mayor. —le da una pose firme con su mano en la frente. — No sabía que tenía compañía. —me observa por primera vez y se carcajea sin poder evitarlo. — Pero mírate, pareces toda una señora de la alta sociedad.

— Soy de la alta sociedad. —me cuadro en mi baja estatura.

— Es un placer verte, Dhalia.

— Siempre es un placer verme, Noah.

Me sonríe de manera apenada y se gira para entregarle unos papeles a mi padre. Leonardo vuelve a cerrar la puerta y yo tomo asiento al lado del rubio. En el escritorio de mi padre visualizo un portaretrato con una fotografía de Alana cuando era bebé, se ha vuelto la consentida de medio mundo.

— Es una pena la muerte de Adal. —niega repetidas veces sintiéndose "apenado". — Pero no podemos detenernos, tomaré su puesto en las elecciones y si gano, tu ascenderas a General Mayor. El puesto de General queda libre si lo quieres. —me observan.

— No quiero ningún puesto en ningún lado. —contesto tajante.

— No tienes porqué serlo físicamente. —miro a mi padre. — Puedes usar a alguien para que sea tu imagen.

Me recuerdo de las advertencias que tengo por parte de Rusia y tener poder por parte militar no suena tan mal. Miro a Noah el cuál espera intrigado por mi decisión.

— Paula podría ser tu portada. —sugiere Noah, entregando a "su interés" amoroso directo al depredador.

Dije muchas cosas que eran mentiras y nadie puede probarlas. Pero el rubio siempre tuvo una cierta debilidad por mi.

— No quiero andar en reuniones. —murmuro malhumorada.

— Solo se te molestará para lo necesario. —me asegura mi padre.

Asiento y mi padre saca de sus cajones una placa, tres medallas y una pistola que ni me interesa. También me da un uniforme de CIOS y la tarjeta de los ingresos por misiones a las que no iré pero me pagarán.

Tengo el éxito asegurado por no hacer nada.

— Es una maravilla hacer negocios con ustedes. —la ironía es notoria.

— Tenemos algo más. —dice Noah. — Gina está embarazada, y por su rastreador irán a alguna ciudad europea si tienen suerte.

— No faltará mucho para que le quiten ese rastreador. —opino en algo que no me interesa.

— Ella ya no importa por ahora. —habla mi padre exasperado. — Nuestro enfoque va a las elecciones, tienes pase libre para matarla cuando quieras. —habla con Noah. — Y a ti te quiero de mi lado en las elecciones.

— No tengo un bando. —chasqueo la lengua.

— La Reina no, pero Dhalia Kraft si.

— Me mantendré fuera de esto. —zanjo el tema. — Mientras menos me vean involucrada contigo muchísimo mejor, ya sabes por qué.

Me asiente entendiendo el doble sentido, agarro al placa y todo lo demás metiéndolo en mi bolso, dejando la pistola barata.

— Noah, ya sabrás que no ha sido un encanto verte. —blanquea los ojos.

Lo observo en silencio analizandolo, un hombre dolido es un arma perfecta. Alex entiende mi mirada y me dejan salir sin sospechar nada.

Tan solo una hija visitando a su padre.
Lo dije, el mundo está a mis pies.

🧩🧩🧩

Alex Kraft.


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La Reina Negra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora