CAPITULO 76.

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Alana Ivanova

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Alana Ivanova.

Cuando entro en conciencia escucho el sonido del mar, abro los ojos y enfoco el blanquecino techo de dónde sea que estoy, giro la mirada hacia la ventana y puedo observar el mar... ¿Dónde estoy?

Tomo asiento pero mi cabeza da vueltas, aun así me niego a acostarme otra vez. Pongo mis pies descalzos en el piso de madera y abro la primera puerta que consigo llegando al baño.

Cuando terminó de bañarme me coloco un vestido blanco que consigo en un pequeño closet y salgo de la habitación. El olor del mar está presente incluso dentro de la casa, las luces no están encendidas pero la claridad es perfecta por el sol que se cuela por todos lados, en cada ventana hay plantas con flores de distintos colores, toda la casa es de color blanco y hace contraste con las partes en madera.

Avanzo hacia donde escucho risas y me consigo con la puerta trasera de la casa, hay una niña morena que juega en la arena, está tío Driel, el pirata de mamá y tía Carla... Pero no está mamá, igual que cuando desperté ayer.

— Alana. —observo a mi tío que me sonríe.

— No me vuelvas a dormir. —murmuro. Asiente y estira su mano hacia mi dirección. — ¿Dónde está mi mamá?

— Deberías decirle... —cambio la dirección de mis ojos hacia mi tía y después hacia el pirata.

— Quiero hablar contigo. —sus ojos miel me miran abiertos de par en par.

Termina levantándose y me guía hasta que estamos en lo que parece ser una sala de estar, los muebles son de madera y en la esquina está un columpio que lleva el nombre de Alana en la parte de arriba.

— Estoy a tus servicios, princesa. —habla llamando mi atención. — Jure lealtad a tu madre y a tu organización, pero nadie puede saber mi identidad.

— Eso es muy tarde. Los demás te vieron.

— Ellos no saben que soy tu pirata, nada más Adriel que será tu tutor mientras tu madre no esté. Para los demás soy Lucas Adams, el hermano...

— Ya lo sé. De Matteo Adams, el líder de la pirámide negra y el marido de la mujer que es irritante. —suelto un suspiro y tomo asiento en el columpio.

— Te pareces mucho a tu mamá.

Los ojos se me cristalizan y asiento sin decir nada.

— ¿Qué deseas saber?

Comienzo a pensar con demasiada rapidez para la fuerza con la que va mi cerebro, no creí que fuesen a darme respuestas si las buscaba.

— ¿Por qué mi mamá me abandono?

— No te abandono. —niega con la cabeza como si sus palabras no fueran suficientes. — Te salvó e intenta darte una vida normal.

—No quiero una vida normal, quiero a mi mamá.

La Reina Negra.Where stories live. Discover now