CAPITULO 6.

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Adriel Ivanova

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Adriel Ivanova.

Recibo la llamada que hace que mi Jet privado tome vuelto desde Bulgaria hasta una ciudad de México. Tomo una larga respiración mientras veo la silueta negra de mi hermana, me acompaño para asegurarse que Bárbara no se despertara y yo sé que muy en el fondo para despedirse de mi.

Me relajo en mi habitación y me coloco los audífonos preparándome para dormir casi todo un día.

Veintidós casi tres horas después, el jet aterriza en un aeropuerto barato de México. Tomo a una Barbara despierta por el brazo y comenzamos a caminar hasta la entrada, vislumbró el cuerpo de la mujer de Matteo en la entrada así que lanzo a la mujer haciendo que ruede por las escaleras hasta que cae a los pies de la otra mujer.

Comienzo a bajar con los lentes de sol puestos, mientras ella le inyecta algo, y la suelta de mala gana antes de fulminarme con sus ojos verdes. Me quitó los lentes y la observó desde mi altura.

- ¿Gina Zimmermann? -pregunto a pesar de que se quién es. Me asiente a la defensiva. - Soy Adriel, amigo de Matteo.

Entrecierra los ojos en mi dirección y casi parece que está intentando con todas sus fuerzas no insultarme, luego alza las cejas con ironía y yo sonrió en grande.

- Eres mi guardaespaldas y el informante del idiota, ¿No? -murmura con los dientes apretados.

- Me gusta llamarlo cuidador. -blanquea los ojos y se da la vuelta arrastrando a Bárbara en el camino y ni siquiera me pide ayuda. - Espera ¿No se supone que ustedes tienen una relación?

Solo quiero fastidiarla y lo logro. Suelta un suspiro de frustración y mete a la árabe de mala gana en la cajuela del deportivo, cierra la puerta y se gira mirándome peor que antes.

- Lamentablemente. -contesta.

Me pasa por un lado y entra al deportivo, yo no tardo en seguirla. No vaya hacer que me deje aquí. Tomo asiento en el puesto del copiloto con los lentes de sol puesto de nuevo y ella me mira de reojo.

- Felicidades. -hablo pero ella no me responde, se limita a pisar el acelerador.

Comienza a adentrarnos al centro de Guanajuato y el auto no pasa desapercibido por las personas.

- Muy bien ¿Qué investigas? -saco un tema de conversación.

Me mira de reojo y se que se va a negar a responder, pero no pienso recibir un "No" por respuesta. Por algo me mandaron aquí.

- En el centro de la ciudad pasan desapercibidos los contrabandistas. -mientras nos agarra el trafico, ella comienza a señalar varios puntos donde hay gente que cambia cosas ilegales. - La mercancía va mejor aquí, y también los secuestros de turistas, los marean con burundanga.

Asiento y sigo escuchándola sin interrumpir.

- ¿Dónde te quedas? -pregunto por simple curiosidad.

- Mira... - se gira hacia mí ya que el semaforo se puso en rojo. - Podrás ser muy amigo de Matteo, o su hombre de confianza, pero estas en mi investigación así que aquí las mierdas se hacen como yo diga y no como lo diga el idiota prepotente ¿Entendido?

Alzo las manos sobre mi pecho. - Si señora.

Voltea los ojos y vuelve a arrancar el auto.
La anestesia pasa y se empiezan a escuchar golpes en la cajuela acompañados de gritos, una de sus manos van dentro de la sudadera y la otra en el volante. Los golpes se intensifican y yo prefiero verla de reojo y no decir nada. Suelta un suspiro brusco y se gira lanzando una de las dagas que reconozco ya que son creaciones de mi hermana, el cuchillo atraviesa los asientos.

- Cállate, maldita. -grita.

Me mira y yo le hago una mueca. Miro mi teléfono y le escribo a mi hermana que llegue a México y a Matteo para que deje la insistencia.

Cuando cae la noche, me encuentro con Gina en su habitación. Comienza a pasarme armas mientras veo a Bárbara tirada en el piso del baño. Tomo una pistola y me la encajo en la espalda tapándola con la sudadera.

No me gusta nada que tenga que ver con matar gente.

Bueno tengo sus excepciones.

Ella se pone una gorra y unos lentes y salimos hasta la camioneta negra que nos espera abajo. Estacionó el auto una cuadra antes y ella se baja en el túnel donde se van a encontrar Villanueva y Julio.

Pasa desapercibida quedando de espaldas. Me quedo un rato más, y suelto un suspiro. Vi una muñeca en el centro que tal vez le compré a Alana para que me disculpé por dejarla sola, así sea tan solo unos días.

Arranco el auto cuando otra camioneta comienza a llegar, Gina se gira así que abro la puerta del copiloto y le tiró a la mujer a los pies y vuelvo arrancar hasta una cuadra más allá.

- ¡Hermano! -el grito desgarrador es lo que hace que me baje de la camioneta con un arma en la mano.

Desde donde estoy, puedo ver todo a la perfección, Julio se queda inmóvil y cae de rodillas al ver el estado deplorable en el que está su hermana. Gina sonríe en grande antes de pasar el dirk que le corta el cuello a Bárbara. Otro grito desgarrador sale del hombre cuando Gina deja caer el cuerpo a media calle y una camioneta se lo lleva.

Ella comienza a disparar y cuando veo que se bajan hombres de la camioneta también me acerco a rendir tiros pero ella les dispara a todos en menos de cinco minutos.

Me detengo cuando veo la pistola que tiene en la mano, y reconozco nuevamente el armamento Búlgaro. La cabeza de aquel hombre explota en miles de pedazos y me detengo abruptamente.

Esto no es una venganza, es una cacería.

Julio se me viene para encima pero logro controlar sus movimientos hasta que Gina vuelve a disparar y le da en la pierna haciendo que caiga al piso.

- Hola imbécil. -habla con un tono de voz ronco, sonríe abiertamente, y aplaude. - ¡Dios, soy demasiado buena y ustedes demasiado idiotas!

Veo a mi alrededor y los cuerpos están regados por todos lados, ambos con varios disparos en el pecho o en la cabeza.

- ¿Qué dices si nos divertimos un poquito? -vuelve a hablar ladeando su cabeza.

Dhalia tenía razón.

- Yo te espero en la camioneta. -digo enseguida queriendo salir de esa escena antes que lleguen los policías.

Tomo asiento de piloto nuevamente y me coloco los audífonos cuando los gritos comienzan. No veo por el retrovisor, no quiero ser testigo de lo que esa mujer embarazada va hacer. Veo en mi fondo pantalla la carita de Alana y casi de inmediato una llamada entrante de ella.

- Tío malo. -sonrio escuchando el apenas idioma que puede pronunciar. - ¡Dijiste que te quedarías!

- Estoy haciendo algo, pero regresaré hoy mismo. Te lo prometo.

- Mentiroso. -casi puedo verla hacer la misma mueca que su madre y me carcajeo.

- Te compre algo...

Y así logro que esa fiera que calme y por fin decida trancarme la llamada. Veo por el retrovisor como Gina le hace una cruz al revés en la frente.

Deuda saldada.

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Holiis. Quiero decir que este es un episodio de La Dama Alemana, solo que está desde la perspectiva de Adriel.

La Reina Negra.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant