CAPITULO 12.

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Entro a mi casa soltando un suspiro, tengo el cuello tenso y las costillas adoloridas

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Entro a mi casa soltando un suspiro, tengo el cuello tenso y las costillas adoloridas. Dejo las maletas en la entrada y los esclavos que llegaron se llevan las cosas; el pirata sube a su habitación inmediatamente con la funda en su cabeza.

Escucho los pasos en el piso de arriba y luego veo a mis ricitos de oro correr escaleras abajo hasta que impacta contra mis piernas. La alzo en el aire y la apego a mi, hasta que siento que fue suficiente.

- ¡Te extrañe mami! -sus mejillas están rojas y vuelvo a abrazarla con fuerza.

- Yo también te extrañe, mi princesa. -la bajo y ella camina a mi lado. - ¿Qué hiciste en mi ausencia?

- Hice tartas con mi tío Driel. Yyyyy ocurrió algo. -se queda en silencio y susurra. - Algo ultra secretisimo.

Frunzo el ceño una vez que terminamos de subir las escaleras; da una mirada de recelo a los guardias de la puerta y luego a los que están en la entrada y me hace seña para que me acerque. Me agacho quedando sentada sobre mis pantorrillas, y la miro fijamente.

- Conocí a un amigo suyo. -me tenso de pies a cabeza.

- ¿Cómo? -susurro. Me asiente.

- Vino anoche...

Vuelvo a mi altura mirando a la niña desde arriba. Siento unos pasos en el pasillo y cuando miro, viene Emilia caminando en calma ayudándose con la muleta. En cuestiones de segundos tengo la pistola en la mano y camino en zancadas hasta que tengo a la mujer recostada contra la pared con mi pistola en su cabeza.

- ¿Cómo es que viene alguien en plena noche y tú no me dices nada? -gruño con la rabia recorriendo cada parte de mi cuerpo. Mis guardias se alertan volteando a mirarnos.

- ¿Qué? -parece tan desconcertada como yo.

Volteo a ver a Alana quien me mira con los ojos abiertos y parece que se encoge bajo mi mirada. - ¿Dónde lo viste? -frunce los labios y no responde. - ¡Alana!

- En... La cocina.

Vuelvo a mirar a Emilia con los ojos entrecerrados y ella parece que ha dejado de respirar. Adriel baja las escaleras corriendo, intercalando la mirada entre Alana y yo.

- Vamos princesa. -la agarra por los brazos hasta montarsela en los hombros y llevársela.

Cuando veo que desaparecen de mi vista, vuelvo a azotarla contra la pared haciendo que su muleta caiga al piso en un sonido seco y un quejido salga de sus labios.

- ¿Cómo es que una niña de cuatro años se te escapa y tú no lo notas?

La empujó contra la pared y me alejo de ella repasando todo lo que pudo haber pasado con Alana y ese hombre.

- Ya sabes cómo es tu hija, Dhalia. Es demasiado silenciosa y escurridiza.

- ¡Paso a mitad de la noche! -grito girandome hacia ella. - ¡¿Me estás diciendo que te queda grande cuidar a una niña de CUATRO AÑOS?!

La Reina Negra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora