CAPITULO 8.

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Salgo antes de que el sol se pronuncie en el cielo, el avión toma vuelo y con el mi tranquilidad

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Salgo antes de que el sol se pronuncie en el cielo, el avión toma vuelo y con el mi tranquilidad. El pirata va en la habitación del Jet privado, por mi parte me limité a quedarme en un asiento. Leonardo se sienta delante de mi, dos están cerca de la puerta de la habitación y los otros dos están por ahí.

Me levanto cuando ya estamos próximos a llegar, entro a la habitación viendo al pirata el cual ya tiene su ropa de turista y los lentes negros puestos junto a la gorra. Ni siquiera me mira ya que está metido en su teléfono, comienzo a cambiarme. Me coloco un vestido con abertura en la cintura de color blanco, me calzo unas sandalias de plataforma playeras y los lentes de borde blanco, me recojo el cabello en una trenza de lado y estoy lista para "turistear".

— ¿Viste ésto? —lo miro con una ceja encargada y él gira su computadora a mi vista.

Me bajo los lentes de sol y entrecierro la mirada a una foto, el título es muy claro y escandaloso "Mafias enfrentan problemas en un túnel de Guanajuato, México". Observo al pirata y vuelvo a bajar la mirada hacia la página de periódico, en la imagen se ve perfectamente una camioneta negra con mi hermano abordo.

Salgo de la habitación y tomo asiento abrochandome el cinturón cuando comienza el descenso, agarro el iPad ya que mi laptop está en las maletas y comienzo a mover mis contactos.

Le dije a ese imbécil que se mantuviera lejos de los juegos de esa mujer, pero nunca me hacen caso.

Juro que lo voy a castrar apenas pise mi casa.

No logro solventar mucho en el avión, así que nos bajamos y Brasil nos recibe con un sol inminente. Mis hombres hacen un círculo alrededor de nosotros hasta que nos llevan a la camioneta negra, Leonardo aborda como piloto, y los demás en otras dos camionetas.

El pirata se mantiene a mi lado metido en su laptop y yo en el iPad. Hago unas llamadas contactandome con algunos reporteros, incluso me contacto con el dueño de ese periódico. Algunos simplemente me deben, otros lo hacen por respeto y a otros les caliento la mano con una buena transferencia. Y para cuando llegamos al hotel, la noticia está fuera de las redes sociales y de los periódicos.

Bajamos de la camioneta directo al lobby del hotel, veo la estructura y hago una mueca pero continuo. Le entregan las llaves a uno de mis guardias.

— Bienvenidos, que su estancia sea placentera. —habla la recepcionista.

Subimos a una de las suite, y suspiró profundamente. Agarro el teléfono para llamar a Emilia o a Iván, pero la llamada entrante evita que lo haga.

Dhalia. —escucho su voz preocupada. — ¿Viste las noticias?

— Ajá. —camino hacia el baño quitándome la ropa en el camino.

¿Y estás tan relajada?

— Adriel, te advertí que te mantuvieras fuera de eso.

— ¡Pero le debía un favor!

— ¡Tu no vives de favores! Empieza a comportarte como un Ivanov. No estás rodeado de un mundo bueno como lo pintan en los hospitales, Matteo no es un empresario y su mujer no es una Coronel que su principio principal es salvar a su nación. Déjate de estupideces, los Ivanova nos cuidamos entre nosotros, con cacho o con cola tu única familia soy yo.

Dhalia... No me perdonarás cuando sepas lo que hice...

— Me da igual si ayudaste al león con la creación del Bhake. Lo traicionero lo llevas en la sangre pero por desgracia eres mi hermano, eres mi problema desde que naciste así que deja de actuar como un imbécil.

Se queda en silencio y yo suspiro reteniendo la información que quiere salir de mi boca. Se que hizo algo grave, pero me da tanto igual como la mísera vida del león.

— ¿Qué hago? —suelta en un suspiro. — Ayúdame, Dhal.

— Yo no ayudo.

Entonces un trato. Necesito los servicios de la Reina.

— No estoy interesada. Se hombre y enfrenta tus problemas.

Cuelgo la llamada sin tener arrepentimiento alguno. Se que no lo arrestaron porque ya llame a uno de mis contactos del FBI y no está registrado, y las noticias ya fueron borradas. Adriel Ivanov, nunca estuvo en la cacería de la Dama Alemana y así debe quedarse.

Entro al baño decidiendo que a Alana la llamaré más tarde ya que debe estar durmiendo aún. Tomo una larga ducha de agua extremadamente fría como de costumbre, y el frío del aire acondicionado me recibe cuando salgo desnuda para comenzar a vestirme. Me coloco un short de mezclilla junto a la parte de arriba de un traje de baño, y lo acompaño con una camisa de malla de color negro.

— Catiraaaaa. —el pirata habla en español y entra usando un shor playero, con una camiseta blanca y un gorro llamativo.

— ¿Catira? —alzo la ceja. Y él me asiente. — ¿Dónde quedó el no llamar la atención?

Repaso el conjunto que tiene de color azul eléctrico con una camisa de base negra.

— No seas aburrida, voy a agarrar un bronceado mientras esté aquí y tú no podrás impedirlo. A ver si dejas esa cara de amargada y empiezas a sentir el sentimiento brasileño correr por tu sistema.

Se acerca a mi moviendo sus hombros, lleva sus manos a mi caderas y las agita. Lo miro seria como de costumbre y él se detiene.

— No puedo creer que estoy en la semana de carnaval, en una de las ciudades que más ama el carnaval ¡Con una aburrida!

— Pudrete. —murmuro y salgo de la habitación con él y Leonardo siguiendome los talones.

— ¿Puedo acompañarte a Polinesia con el camaleón? —pregunta.

— No creo que tú hermano te quiera lejos de casa tanto tiempo.

Se encoge de hombros caminando a mi lado. — Ahora soy un hombre casado, señora Wilson.

Lo miro sobre mis lentes de sol apenas llegamos al ascensor.

— Ya me arrepiento de haberme casado contigo.

Me da una mirada dolida y yo le sonrió con soberbia. Otras personas abordan el ascensor pero no suficientes ya que Leonardo evita que se nos acerquen.

Hoy vamos a caminar por la zona cerca de la casa presidencial. Arthur Ribeiro puso sus bóvedas en el primer lugar donde nadie buscaría pero yo si, en un lugar de tránsito público.

Caminamos un poco por ahí con la cara cubierta, contando a los guardias de la entrada y a los francotiradores de la azotea. No hay tanta seguridad afuera, tan solo veinte, y por la parte trasera hay solo cinco hombres.

Leonardo finge ser un turista y toma fotos del "monumento" cuando en realidad está escaneando para sacar una imagen estructural de la casa, así sabremos si hay túneles interiores o entradas desafortunadas por dónde pueda salir ejército.

— Señora Wilson, me aburro. —habla el pirata a mi lado.

— En vez de estar hablando, observa cuántas cámaras hay.

— Ya las conté, en la entrada hay tres y desde aquí se ven dos en el pasillo principal dentro de la casa, a los costados hay dos más y atrás hay tres, igual que en la entrada principal.

Las veo inmediatamente y lo miro. — Bien, ¿Qué quieres hacer?

— ¿En serio? —me mira ilusionado.

— Tienes cuatro horas antes que regresemos al hotel.

— ¡Bieeeeen! Vamos a embriagarnos.

Lo miro con el ceño fruncido y me arrastra hasta un bazar abarrotado de turistas. Tres de mis hombres nos siguen y los otros dos van por ahí no tan lejos.

La Reina Negra.Where stories live. Discover now