CAPITULO 84.

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Dhalia Ivanova

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Dhalia Ivanova.

Si había algo que me encantaba eran los daños colaterales, Emilia fue uno, la hermana de Luciano que "se suicidó" por mi culpa fue otro y los hermanos Volkova, por supuesto no podíamos olvidarnos de la preciosa Agatha. A pesar de que se trataba de personas que no tenían nada que ver en los problemas, pagaron por ingenuos...

Descanse ambas manos en mi pequeño vientre abultado, no era nada del otro mundo pero yo notaba la diferencia, acaricie la zona para darle calor y recordarle que haría todo lo posible por salvarlo.

La oficina del ministro de Sicilia era grande, tenía una espectacular vista de toda la ciudad y no podía quejarme de la comodidad de su silla. Doy la vuelta encajando las piernas en el escritorio, abro la tapa de la MacBook e ingreso la clave de la que siempre ha estado obsesionado... Mi fecha de nacimiento.

Debo aclarar que nunca me folle a Lucius Di Marco, pero siempre tuvo esa atracción hacia una pequeña mujer menor que él.

Los datos que aparecen de inmediato son todas las compañías dónde se lava dinero, se esconden las drogas baratas que rondan en los clubes de mala muerte y por supuesto la dirección de las farmacéuticas de Luciano. Envío todo eso a mi teléfono y eso se lo envío al General Mayor de la central principal de CIOS, Noah no tarda en responderme. «Me haré cargo de todo, guapa. »

Repiqueteo los dedos en mi vientre con el aburrimiento llenando cada parte de mi ser. Así que me dispuse a tomar un marcador y comenzar a escribir cosas en las paredes. La diferencia de los Di Marco y los Ivanov, era que entre los italianos si había un violador y mi familia fue falsamente acusada.

Palabras como: Violador, pedófilo, asqueroso, profanador, machista, imbécil, abusador; y muchas más llenaron cada parte de la oficina. Claro que esto no lo hice sola.

Terminaba de colocarle la última "O" a asqueroso cuando la puerta de la oficina se abrió.

— Pero ¡¿QUÉ DEMONIOS?! —gritó. Me gire y le sonreí en grande.

— Hola cuñado. Tenemos cuentas pendientes.

Cuando quiso devolverse Nikolay ya había cerrado la puerta. Era imposible que yo sola pudiera con un hombre de un metro noventa, aceptemoslo, mi metro cincuenta y tantos... Nunca olvidemos los tantos, por favor... Y mi estado actual de quemaduras y embarazo, apenas me daban para asesinar.

— Ví la transmisión... ¿Quién te crees para venir a sembrar miedo en mi ciudad?

Se queda en silencio y yo también, destapó un pequeño chocolate que me compró Nikolay de camino aquí y me introduzco un trozo en la boca.

— La Ministra de Sicilia. —su cara se descompone de inmediato, abro la carpeta y saco un papel. — Una vez que el señor Luciano Di Marco transfiera su apellido a Dhalia Verónica Ivanova Kraft y está quede embarazada, se le nombrara como Ministra de Sicilia, Italia... —termino de leer un artículo ficticio de un documento ficticio. —Así que técnicamente, tu estás en mi Ciudad.

La Reina Negra.Where stories live. Discover now