CAPITULO 50.

51 2 0
                                    

Dhalia Ivanova

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Dhalia Ivanova.

Después que la avioneta despegó me regrese a Tsarevets. Aunque quise irme con mi hija, no puedo despegarme de mis obligaciones como líder y tengo que lidiar con Luciano el cual comienza a reventar mi teléfono en puras llamadas, coloco el aparato en silencio y me sumo en planos y proyectiles que reviso con Dexlio, también me centro en trazar algunas estructuras para algunos edificios y mi mañana se va en dibujar.

Dexlio trabaja en mi oficina, al igual que Lucas. Krasimir está entrenando a los pocos asesinos que tenía en mi casa y también prepara a Leonardo y a Iván.

— ¿Mi señora? —uno de mis hombres entra. — El animal de la princesa ya fue capturado...

— Déjalo en el establo y manténlo vivo. —sigo metida en mis papel.

— Pero... Es carnívoro.

Alzo la mirada. — ¿Y eso me importa? —gruño con malhumor. — Quítate la ropa y métete en la jaula con el, así tendrá que comer.

Vuelvo a agachar la mirada y el soldado se retira. Mi teléfono se enciende solo y comienza a desbloquearse activando la ubicación en el camino, miro a Lucas el cuál interviene rápidamente y bloquea todo instalando un virus por si intentan entrar en mi web. Otra llamada de Luciano llega.

Tiro del nacimiento de mi cabello para intentar relajarme y agarrar el aparato contestando la llamada.

— ¿Qué quieres? —despues de todo, mi molestia por otras cosas se van a ver tapadas por la última conversación que tuvimos.

— ¿Por qué no contestas?

— No tengo que contestarte con obligación. —me arranco el anillo y lo lanzo al horno que tiene un fuego vivo.

Deberías. Pásame a Alana, quiero hablar con ella.

— No podrás.

— ¿Por qué?

— Porqué yo lo digo.

Dhalia, es mi hija, tengo derecho a hablar con ella.

— Dije que no podrás, acaba de irse con Adriel.

— ¿A dónde?

— Qué te importa.

Escucho el suspiro exasperado del otro lado, y yo simplemente puedo ver cómo el oro se funde en el fuego de mis hornos. Ese anillo y la bendita corona que también lanzo al fuego, son los principales problemas de mi vida, aparte de Luciano Di Marco.

Llamaré más tarde y por tu bien espero que Alana conteste.

— ¿Por mi bien? ¿Me estás amenazando, Luciano? No te conviene amenazarme.

Puedo amenazarte las veces que quiera y siempre volverás abierta de piernas para mí.

Y con una bala de plutonio que lleve tu nombre, imbécil de mierda.

— No te equivoques, tal vez algún día considere cortarte el pene.

Se carcajea sin ninguna pizca de gracia. — Y yo te rebanare la garganta. Si me muero te vas conmigo.

— Que así sea.

Sentenció y la llamada se cae. Sigo mirando los diamantes negros que se terminan achicharrando con el inminente calor y cierro la puerta del horno dando un portazo.

— Está en la farmacia que te dije. —miro satisfecha que el pirata que tengo trabaje sin que tenga que pedírselo. — Logré conectarme a una de sus cámaras, para ser el león de la pirámide negra, es muy idiota.

— Si, lo es.

— Pero no tanto. —mira su laptop con el ceño fruncido y yo hago lo mismo pero observandolo a él. — Alguien quiere entrar a mi sistema.

Resopla enojandose como si ese es el mayor de los problemas en este momento. Aunque el que quieran entrar en la web de mi organización si es un problema pero minúsculo.

— Si entran, te mato.

— No lo harán. —blanquea los ojos pero después vuelve a darme una mirada cautelosa.

Regreso a mis papeles que me llevan tres horas más de mi existencia. Decido saltarme la comida y salir hacia Sofía, donde tengo que resolver algunas cosas en mi empresa.

Aparte de ser líder de una organización delictiva, también soy un arquitecto reconocida «La mejor del país, dicho por los periódicos internacionales» e ingeniera mecánica, la muñeca de Alana es un proyecto de cuando estaba estudiando y terminé configurandola para la protección de mi hija y la cual ahora está en aquella isla. Mi empresa, básicamente, es la mejor exportadora de sistemas para las plantas petroquímicas de todo el país y del mundo, también se trabaja la tecnología como base funcional para la vida diaria y el robot de Alana sería un claro ejemplo de eso.

Tengo una sede en Sofía, Dinamarca y Rumania, también una en Francia y en Londres, ya que tengo esas mafias caminando en la palma de mi mano. Estoy negociando un terreno en un país latino pero primero necesito tener al presidente llorando.

Subo a mi habitación cambiando el uniforme táctico por un conjunto elegante de color rojo con camisa blanca y tacones del mismo color. Mis camionetas parten una vez que la abordo, y el sueño me amenaza con cerrar los ojos pero lo evito a toda costa. Cuando termine con las cosas aquí tendré que regresar a Italia para no levantar sospechas, así que la idea de ir a ver a mi hija queda anulada en mi horario hasta que tenga que ir a buscarla por la fiesta de la organización donde por primera vez será mostrada ante mi mundo.

🧩🧩🧩

Tardo unas tres horas en autopista hasta que cruzo el arco de bienvenida de Sofía, capital de Bulgaria. Mis hombres han dejado el conjunto de entrenamiento negro, y se han vestido como lo que son.

El anillo alpha de seguridad de la Ministra y Reina de Bulgaria, y la dueña de la mejor empresa del país.

La Reina Negra.Where stories live. Discover now