CAPITULO 82.

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Andrei Volkova

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Andrei Volkova.

¿Cómo puedes atacar a alguien que tiene complejo de Dios? Dhalia se cree la creadora del mundo, cree que puede jugar a armar y desarmar los países como si todo se tratara de un tonto juego de Legos. Armas las torres y luego las derrumbas, no hay un patrón en las cosas que hace simplemente son incidentes tras incidentes que no llevan un orden, ni un horario de tiempo.

Observo a la mayor de los Ivanova, no luce arrepentida de lo que ayudó a hacer contra su familia, tampoco el que hayan asesinado a primogénito favorito y le hayan quitado las piernas a su hija más leal.

Mi odio por Dhalia va más allá de mi hermana, aunque he de admitir que eso fue lo que me impulsó a destruirla... Era algo más fuerte en lo que me había metido tras decirle que cumpliría todo lo que me pidiera... Y luego apareció Luciano, juntándose con ella... Con mi angelito.

— Dhalia está sin fuerzas, deberíamos atacar. —habla Bozhidara Ivanova.

— ¿De qué sirve atacar si no puede defenderse? —murmura el león tomándose un trago de su vaso.

— Que está indefensa.

— Es aburrido. —Luciano me mira fijamente antes de volver a plantar sus ojos en el mapa que tiene para rastrear algo de "su hija" — Además, ¿Qué ganas tu con esto?

— Mi organización de vuelta, sin ninguno de mis hijos atravesados, ni mis nietos en batalla, me darán la organización de nuevo. ¿Y tú? Creí que amabas a Dhalia.

— Yo gano poder, y burlarme de ella.

Blanqueo los ojos con su aburrida conversación, tiro el polvo blanco en la mesa y arreglo las filas para darme la recarga necesaria que se ha vuelto más fuerte cada día. Después de ver lo que había en los calabozos de la mujer que creí amar me quedo en claro que Dhalia es muy sádica.

Todavía recuerdo la piel seca, los ojos sin párpados y la sonrisa forzada que tenía el cadáver putrefacto de mi hermana. Tuve que verlo diario, desde la primera y única vez que me visito.

— ¿Creen que esto funcione? —susurra Bozhidara.

— Debe funcionar. —todos volteamos a la puerta cuando Emilia entra a la habitación. — Esa perra debe pagar por lo que hizo.

Se acerca hasta donde está Luciano dejando su mano en su hombro, intenta buscar una mirada que el hombre no le da.

— Está claro que Dhalia jodió muchas vidas. —me burlo.

— No podemos ir con ninguna rama judicial... Es casi imposible atacarla desde ahí.

— Por primera vez concuerdo contigo, Bozhidara.

Luciano vuelve a despegar su mirada del mapa solo para empujar con mucha fuerza a Emilia quien tambalea por su horrible defecto en la pierna.

— Pero... Luciano... —la mujer parece que está a punto de llorar y es cuando comienza mi espectáculo.

La Reina Negra.Where stories live. Discover now