La princesa de dragones

El amor de Maryella y Aerys

Maryella de la Casa Tyrell y Aerys, Rey de los siete reinos sostenían un romance que llevaba mas de cinco años, todos lo sabían incluso la reina, con la cual Maryella sostenía una relación cordial con ella, el romance era aceptado incluso por el pueblo llano, debido a que en los momentos que la rosa de Altojardin estaba presente en la corte, Aerys parecía recuperar la cordura que le quedaba, le componía canciones, daban largos paseos por los jardines, fastuosas fiestas eran celebradas casi todos los días y muchos alimentos eran distribuidos entre la gente de la ciudad y pueblos cercanos a pedido de la joven doncella. 

Cuando la comitiva de Altojardin llego años antes a Desembarco y el rey se cautivo a primera vista por la joven de cabellos oscuros y ojos azules, todos pensaron que ella seria ajena a cualquier correspondencia ante los sentimientos del monarca y los enemigos de los tyrell que los consideraban los usurpadores aprovechados de la caída de los Gardener, creían y comploteaban sus movimientos cuando los tyrell cayeran de la gracia de su majestad ante la negativa de la joven mujer a ser la amante del rey, sin embargo a pesar de cualquiera de sus malos deseos fue en vano, pues la joven supo ver algo en el rey que nadie mas supo reconocer, ellos se enamoraron en relativo corto tiempo y aun cuando el romance se hizo realidad, estos esperaban que la flama encendida entre la pareja se extinguiera rápido, hicieron todo lo posible; enviaron demasiadas mujeres hacia sus habitaciones, cada una mas bella que la anterior, inventaron calumnias en contra de ella, alegando su falta de pureza marital, argumentando que un contrato de matrimonio ya había sido establecido, y aunque esto ultimo hubiera sido verdad, poco peso hubiera generado en cambiar la opinión de Aerys.

Los nobles de la corte no dejaron de conspirar hasta que su peor temor se había consolidado; Lady Maryrella estaba embarazada, si la posición de los Tyrell era de por si ventajosa ahora su situación seria incomparable a ninguna otra, ahora ella cargaba con el hijo de Aerys e incluso había rumores de las intenciones del rey de casarse con ella, para que el bebe naciera como un legitimo Targaryen, no como un bastardo. Maryella  Aerys vivían el paraíso juntos, el vientre de Maryella se abultaba cada día mas, al grado de tener dificultad para ponerse de pie, eso era un buen síntoma según el maestre, significaba que el bebe era tan fuerte que necesitaba mucha energía, seria un gran guerrero, un digno Targaryen decía el. Sin embargo, la ausencia de la compañía de la joven en la vida del rey estaba comenzando a mostrar estragos, el mayor de ellos fue demostrado cuando Lord Rickard Stark y su hijo mayor Brandon Stark marcho con su comitiva directo del Norte en reclamo del secuestro de su hija Lady Lyanna perpetrado por el joven heredero al trono, el rey refuto cualquier lazo con ello y reconoció no saber del paradero de su hijo, Lord Rickard lo acuso de encubrimiento y Aerys lo acuso de traición contra la corona, ante lo cual Rickard demando un juicio por combate... y Aerys, demostró la crueldad con la que un Targaryen podía llegar a actuar. 

Aerys escogió como su campeón a el fuego, y ordeno que Rickard fuera quemado vivo, con su armadura aun puesta, mientras una cuerda fue colocada en el cuello del heredero de Invernalia, una espada fue puesta fuera de su alcance, y el joven en su intento de salvar a su padre de la muerte... en su desesperación acabo ahorcándose a si mismo. Todo esto ante los horrorizados ojos de Maryella, la cual había escuchado los desgarradores gritos de Rickard desde sus aposentos, regreso sosteniendo su vientre con una mano, mientras con la otra intentaba acallar su llanto, había presenciado uno de los actos mas atroces y lo había cometido el hombre que decía amarla en contra de un hombre que solamente pedía justicia por su hija, que solamente se atrevió a contradecirlo... ¿que podía esperarle a ella y a su hijo a su lado? aquel futuro que le parecía tan claro, ahora estaba completamente nublado y roto, al llegar a sus aposentos se derrumbo en el piso, un fuerte dolor la invadió, fue como si su hijo sintiera su dolor, se había engañado a si misma durante tanto tiempo, intentando pensar que el había cambiado, cuando en realidad seguía siendo el mismo monstruo del que todos hablaban, el solamente le había mentido, ella sentía miedo y repulsión en contra de el, ella quería estar lejos de el.