Lost.

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La estadía en Invernalia era un pesar para mi, era deprimente realmente, los colores grisáceos me restaban vitalidad, el clima no me favorecía en nada, sentía que el tiempo pasaba a una velocidad cada vez menor, y eso me consolaba de la promesa de muerte delante de mis ojos. Hace pocos días habíamos recibido una noticia terrible, el rey nocturno nos había dejado una advertencia arribando a Último Hogar acabando de una vil manera con el pequeño Lord Umber, pobre niño con solo verlo una vez me había recordado a mi Jon, al saber la triste noticia mi piel se erizo, murió como todo un Lord con una pequeña daga en su mano, los dioses podían ser tan crueles.

Sin embargo esto era una muestra de su marcha por el norte, no había vuelta atrás, día tras día los ejércitos entrenaban para la batalla contra la larga noche, yo me unía a los entrenamientos de la mano de Daenerys, durante la batalla estaría surcando los cielos quemando espectros con Rhaegal pero en dado caso de necesitar pelear lo haría sin dudarlo.
Las malas noticias además del trágico final de la Casa Umber no se hicieron esperar con la noticia del ataque de Euron a la flota de hierro en su camino a Invernalia, el resultado del ataque fue el fallecimiento de las hijas de Oberyn y el encarcelamiento de Ellaria, aquella noche fue la peor de todas.

Entre a la habitación viendo a Oberyn en un ataque de ira,un torbellino destruyendo todo a su paso, el gritaba abiertamente maldiciendo a los dioses, sus gritos se escuchaban por toda Invernalia.

-¿Oberyn?-. Cuestione viéndolo desde el umbral, al escuchar mi voz se dejo caer contra el suelo de manera violenta, los alaridos de dolor no se hicieron esperar mientras lágrimas salían de sus ojos, me acerqué a él y lo tomé como pude entre mis brazos dejando su rostro reposar sobre mi hombro.

-Yo les fallé, por mi culpa están muertas, les di la espalda, les di la espalda-. Su voz era entrecortada y denotaba un gran dolor, quien podía culparlo, nadie... absolutamente nadie.

Aquella noche no pronuncié palabra alguna, ni para consolarlo ni para que alimentar su deseo de venganza, las palabras parecían a ver abandonado mi ser, así que lo console con mi presencia, estuve con el por semanas,solamente con él, tratando de hacer que su dolor disminuyera, me aferraba a su cuerpo por las noches y lo animaba a levantarse por las mañanas, poco a poco parecía que el dolor al menos superficialmente se iba, sabía que nunca lo abandonaría, una marca como esa nunca se borraría y no era ese mi deseo, el querer a alguien y perderlo es el peor sentimiento existente, seguir adelante sin mirar atrás no era el olvidar a aquellos que perdimos, sino aprender a vivir sin ellos portando las marcas que dejaron en nosotros con honor a la espera de reunirnos con ellos.

Cuando Oberyn se recuperó de su luto fue cuando decidí al fin entregarle el mayor regalo que le podía dar a mi hermana.

-Daenerys me gustaría hablar contigo-. Dije entrando a su habitación con una caja entre mis manos.
-Claro, ¿qué ocurre? ¿Esta todo bien?-.
-La guerra se aproxima y no será benevolente, en el pasado nuestros ancestros surcaron los cielos con sus dragones portando armaduras y espadas de acero valyrio, esta guerra marcara el destino de Poniente, tu leyenda perdurará por los siglos de los siglos, es por ello que eh pensado que necesitas la armadura indicada para ello-. Tendí la caja entre sus manos, ella la abrió sobre la cama revelando una armadura de acero valyrio negra, en el brazo portaba el blasón de los Targaryen-.
-Lo agradezco Dracarys, es hermosa, haremos historia juntas mi querida hermana-.
-Eso no es todo Dany... en Valyria encontré el tesoro perdido de la casa Targaryen, encontré a Hermana Oscura, la espada legendaria de nuestra casa debe de ser portada por la legítima reina-. Di la orden para que una de mis damas se acercara llevando entre sus manos la mítica espada de Visenya Targaryen, Daenerys la tomó posando sus dedos sobre ella, el fuego hecho acero.
-No puedo aceptarla Dracarys, es tuya, conservala para la gran guerra y lucha como Visenya una vez lo hizo, triunfaremos com nuestros antepasados, que la gloria sea en nombre de los dragones,en nombre de poniente mismo-. Tome su mano y sonrei, dioses, que esto acabará pronto.
La noche cayó rápidamente, los vigías lo habían dejado en claro el ejército nocturno estaba a menos de 1 día de distancia, un ejército incesante.

Era una noche amarga, todos conviviamos con nuestros seres queridos sabiendo que probablemente no los volveríamos a ver, en esta batalla solamente había una realidad y es la promesa de una muerte gloriosa.

-Aún puedes regresar-. Mencione antes de dar un sorbo a mi copa llena de vino.
-¿De que hablas?-. Mencionó Oberyn seriamente.
-Aún hay una oportunidad, regresa por favor, prepararé un caballo que te lleve a Rocadragón-.
-No soy un cobarde Dracarys-.
-No estoy asumiendo que lo seas-.
-Este es uno de los mayores insultos que eh recibido y lo peor es que viene de tu parte-.
-Oberyn por favor, estas cosas... estas cosas no sienten más que el deseo de matar, ellos no se cansan, porfavor vete-.
-No puedo hacerlo por varias razones, si me fuera con cual rostro podría dirigirme al maldito de Euron para acabar con él por lo que le hizo a mis hijas? Me convertiría en la misma basura que él, y primordialmente si me fuera... ¿quién te protegería?-.
-Yo no necesito protección-.
-Todos lo hacemos, estuviste para mi cuando supe la noticia, eh perdido todo... Ellaria mató a Myrcella, a mi hermano a mi sobrino incluso, Euron mató a mis hijas y Cersei mató a Ellaria, es un círculo de muerte y destrucción que no quiero repetir nunca más, no quiero perder a nadie más, tú eres lo único que me queda y me niego a perderte, no te veré perecer a ti, incluso si perdiera mi vida, si tuviera que convertirme en un monstruo despiadado para salvarte lo haría, pero no lo haré, no moriré porque me hice una promesa y estoy dispuesto a pelear contra la propia muerte por esa promesa-. Para este punto Oberyn ya sostenía mi mano.
-Eres el mayor idiota que eh conocido... caminando hacia la muerte por una mujer-.
-Por la mujer que amo, si soy el mayor idiota del mundo, pero si me veo obligado a morir, quiero que sepas que la última memoria que cruzara por mis hijos será tu rostro-. Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, mi cruel sol comenzó a limpiarlas y se acercó para besarme, era un beso diferente, el miedo al mañana me carcomia, ¿seria este el último beso? ¿Sería esta la última vez que lo veía? No podía soportar esos pensamientos, no podía imaginar un mundo donde Oberyn no estuviese ahora, después de tanto...

Dormimos abrazados aquella noche, el me ayudó a terminar escribir las últimas cartas para mis hijos,si perecia estas cartas estaban destinadas a ellos, desde mi llegada a Invernalia había comenzado mi labor, cartas para cada día del nombre hasta que cumpliesen 15 años.

Que los dioses me ayudasen.

Yo soy la que trae la luz y la esperanza, yo soy la que trae el caos y la destrucción, yo soy el fuego del dragón durmiente,la balanza eterna.

La princesa de dragonesWhere stories live. Discover now