Flowe

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Los días aguardando a la batalla parecían eternos para la reina dragón, ya no podía seguir esperando, cada día era un martirio, extrañaba a su hermana, Rhaegal también resentia su pérdida, un dragón tiene un lazo especial con su jinete, cuando este no está el dragón se deprime, aquel hermoso dragón había dejado de comer, ya no quería volar por aquel sentimiento.

Los pensamientos de Dany y Oberyn surcaban entre Dracarys y el pequeño Jon, no podían mover a Jon de Rocadragon para poder interceptar a el ejército, Daenerys se sentía culpable por básicamente usar a su hijo como carnada, "esto no es ni por asomo lo que dracarys hubiese querido" resonaba en su mente, pero no tenía otra opción, aunque lo llevase a la sombría ciudad de Asshai el lo buscaría.

-Majestad, ¿solicitó mi presencia?-. Cuestionó el sol Dorniense, su mirada lucía igual de demacrada a la de la reina, cada noche lloraba hasta quedarse dormido, cuando no practicaba lloraba, su característica picardía se había perdido en el dolor.
-Antes de perderla ella me habló acerca de sus sentimientos hacia ti, mi hermana realmente te apreciaba-.
-Y yo la amo majestad, haría hasta lo imposible por traerla de regreso-.
-Necesitare tu ayuda Oberyn, necesitaré de tu apoyo en estos momentos, tu lealtad hacia mi, hacia mi hermana tiene que ser absoluta-.
-Por supuesto Majestad-.
-Bien... necesito que me prometas, no que me jures que pase lo que pase cuidarás de Dracarys y de su familia,juraras tu espada a la Casa Targaryen, tu espada guiará su destino, sus enemigos serán tus enemigos por la eternidad-.
-Yo lo juró majestad, lo juro por este amor-.
-La batalla de Invernalia no fue más que una simple broma, la verdadera guerra esta en el sur, sin embargo me encuentro sola, me encuentro sola en el norte, en un lugar distante donde nadie me es leal, son leales a los Stark, no a mi-.
-Jon Snow a jurado lealtad a usted-.
-Jon y Sansa lo hicieron, pero las palabras son fácilmente llevadas por el viento, necesitamos el apoyo de Dorne, Altojardin, Bastión, que todos los reinos se unan a la causa aquel cuyo corazón aún late es un aliado-.
-Cersei Lannister no lo entenderá majestad, apenas los ejércitos traten de pasar por Desembarco los tratará de aplastar-.
-Entonces que el Rey Nocturno acabe com ella primero-.

La horda de caminantes blancos avanzaba hacia el sur, com ellos el invierno arrasador incrementaba con fuertes ventiscas, la reina montaba aquel dragón espectral, sus cabellos castaños como el roble lucían cubiertos de nieve, su ropa había sido cambiada por una armadura, sus ojos azules resplandecían incluso en la más oscura penumbra.

La mujer no hablaba, solamente sostenía la mirada perdida.

Algo en su corazón la animaba a ir al sur, no tenía plena consciencia de que, pero algo la ataba a ello, cuando en aquel dragón pudo divisar grandes torres elevándose, blancas como la nieve con grandes jardines cubiertos de nieve, la reina bajo de aquel dragón para avanzar a los jardines, cortó una rosa y la observó detenidamente, removió la nieve de aquella flor y el color oro resplandecío haciendo que una sonrisa se elongara en su rostro, cierta familiaridad volvió a ella, el iris de sus ojos cambió repentinamente tornándose verde nuevo, el toque del rey nocturno en su brazo logró que aquel verde se convirtiera de nuevo en ese celeste sepulcral, apuró a la mujer a abandonar aquella rosa, dejándola caer y yéndose rápidamente.

La princesa de dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora