Corazón

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A la mañana siguiente Oberyn no estaba a mi lado, me encontraba sola en una cama que se enfriaba sin su presencia, era extraño el sentir de aquello, a pesar de pasar casi todas las noches en soledad una sola noche con Oberyn podía crear un caos en mi vida, sentir aquel calor que mi cruel sol emanaba todo el tiempo consumiendo mi cuerpo.

Me puse de pie enredando las sábanas de seda en mi piel desnuda, tenía la intención de mandar llamar a algunas damas y que estás me ayudasen a tomar un baño, pero no, Oberyn se adentro en la habitación con una bandeja de fruta fresca picada, tartas, jugo de frutas recién hecho para mí, estaba vestido con una simple bata y se veía relajado.

-¿Debo de considerar el hecho de que estés despierta como que estés escapando de mi? ¿O como una ofensa porque al parecer no cumplí bien mi función anoche?-.
-No entiendo a qué se deben tus palabras-. El me miraba pícaramente, pretendí no entender a qué se refería y lo mire con un halo de inocencia burlona.
-Bueno... De haber cumplido bien con mi deber anoche- El colocó la bandeja en una de las mesas de la alcoba, se dirigió hacia mí con un paso seguro pero ligero, me enredo en sus brazos y me obligó a dejar caer las finas sábanas rebelando mi cuerpo desnudo ante él, el cual no tardó en volver a abrazar para susurrar a mi oído. -De haber cumplido mi labor satisfactoriamente usted majestad no podría siquiera ponerse de pie, creo que eh fallado vilmente, por mi honor, el honor de Dorne le pido de la manera más atenta posible me permita reintar la misión a la brevedad posible-.
-Bueno mi señor, eso no será problema, podrá reintentarlo las veces que sean necesarias está noche-. Mencione sonriendo, me acerqué a su rostro y bese sus labios mordiendo el inferior y dirigiendome a la cama, el tomó la bandeja y la tendió ante mi ofreciendome comer, antes de tomar asiento en esta decidí tomar la sábana para cubrir mi desnudez.

-No lo hagas-.
-¿Porque no lo haría?-.
-Me gusta verte, creo que eres la personificación de todo lo bueno que hay en ese mundo, además... Quiero verte, quiero memorizar cada parte de tu piel, cada pequeño detalle, quiero recorrer tu cuerpo en las noches que estés lejos de mi en mi memoria, quiero memorizar el sentir de tu toque, el sentir de tu respiración contra la mía, de nuestra piel chocando en un encuentro apasionado-.
-¿Porque siempre te diriges a mí como si fuera el objetivo de todos tus deseos? Acaso no haz tenido Miles de amantes-. El perdio su mirada en algún punto de la habitación, yo continúe engullendo la comida la cual llenaba mi ser y saciaba mi hambre
-Ninguna como tú, suena a cuento viejo lo sé, pero desde el día en el que te conocí siendo simplemente unos niños no puedo dejar de pensar en ti, y ahora que te veo mi amor y admiración no hacen más que incrementarse, me agrada estar aquí a tu lado, a lado de tus hijos, son igual de adorables que su madre, pero no es momento de hablar de eso, Missandei llamo mi atención mientras servían la bandeja, tu hermana nos espera en la sala de guerra.
-¿Porque no lo dijiste antes? nos deben de estar esperando-. Tan pronto limpie mi boca me puse de pie estrepitosamente buscando un vestido para salir deprisa de la habitación.
-Porque de haberlo hecho no habrías comido alimento alguno, además ellos pueden esperar, tu hambre no-.
-¿No piensas cambiar tus ropas? Todos notarán que son las mismas de ayer y los cuestionamientos comenzarán-. Tome un vestido interior blanco puro y coloque un corset el cual solicite la ayuda de mi cruel sol para atar.
-¿Que más da? Que todos sepan que soy solamente tuyo, además creo que mi aparición en el comedor con solamente una bata puesta pidiendo alimentos para ti ya dió demasiado de que hablar por hoy-. Mencionó el dando por finalizada su tarea, mientras yo me colocaba el vestido el comenzó a vestirse de nuevo, las antes mojadas telas ahora lucian secas tras pasar toda una noche al calor del fuego de la chimenea, mientras peinaba mi cabello lo veía por el reflejo de este, aún tenía su torso que parecía torneado por los mismísimos dioses al descubierto, me preguntaba cómo aquel hombre que había sido capaz de despertar los deseos más profundos de mi ser también podía ser aquel hombre tan cariñoso y amable con el que había compartido una hermosa tarde tranquila y alegre, Oberyn tenía todo lo bueno que una mujer deseará, bueno en la cama y un caballero cuando se necesitaba, la quería de eso no tenía dudas pero el príncipe Dorniense tenía un corazón demasiado grande... Tan grande que no le bastaba con una sola mujer, por más que le daba vueltas al asunto en mi cabeza todo estaba claro, Oberyn nunca podría ser mío solamente por más que me amará muchas mujeres y hombres cruzarían su cama, aunque ninguno significase algo yo no poseía un corazón tan grande, lo tenía del tamaño justo para albergar a mi familia, a aquellos que ame y perdí, incluso a él, ¿lo amaba? No lo sabía, ¿Lo deseaba? Era un absoluto si, pero aquella magnífica tarde, deseaba pasar más días así a su lado, en mi interior una duda crecía, si la enemistad entre los Tyrell y los Martell no hubiese existido tal vez... Solo tal vez yo habría sido prometida a él, si los Targaryen no hubiesen caído tal vez me habrían prometido a él, existían muchas posibilidades pero ninguna existía ya, solamente existía esa realidad.

La princesa de dragonesWhere stories live. Discover now