Capítulo dos.

234 24 0
                                    

Los chicos estuvieron contándome que era lo que habían estado haciendo en todo este tiempo que yo no había estado. Por supuesto omitieron las partes de Tristan, cosa que agradecí un poco. A veces podía ser un poco masoca, pero no quería abrir una herida que aunque no estaba cerrada, había dejado de doler. El vino estaba empezando a afectarnos, sobre todo a Connor, que se reía por cualquier cosa aunque no fuera graciosa.

Coloqué con cuidado la copa encima de la mesa, con los últimos restos de vino y entonces me acomodé mejor. La casa no estaba en condiciones, todavía que tenía que traer algunas cajas con pertenencias, pero ya empezaba a sentirla de nuevo mi hogar. Me reí cuando James nos recordó algo gracioso y Connor rodó los ojos.

- Eso no es divertido. - Comentó Connor, con el ceño fruncido.

- Lo es. Por que se trata de ti. - James golpeó la nariz de Connor con un dedo, haciendo que el gesto del menor fuera todavía más evidente.

- Son tan lindos... - Solté, de pronto, y me sonrojé.

Sentí la mirada de mis amigos puesta en mi en cuanto dije eso y el color rojo aumentó sobre mi rostro. Mi mirada se clavó entonces en la botella vacía de vino y decidí aprovechar eso para escapar de ese momento tan incómodo. Me levanté del sofá, y me incliné sobre la mesa para coger la botella entre dos dedos, sin mirar a ninguno de mis amigos.

- Voy por otra botella de vino. 

Me escabullí por la puerta que llevaba hasta la cocina y una vez allí, tomé un respiro profundo, cerrando los ojos. Había soltado eso sin pensar. Sabía que a Connor le gustaba James así que solo podía regañarme a mi mismo por haber metido la pata de esa manera. Después de unos segundos, abrí los ojos, echando un vistazo a la cocina. Todo seguía exactamente igual. Al mirar hacía la derecha, descubrí que había algo sobre la encimera y me acerqué despacio.

Con el ceño fruncido, dí la vuelta a lo que había allí y mi corazón se detuvo en ese instante. Una vieja fotografía, doblada por la mitad. Mis ojos se dirigieron veloces hasta una de las partes donde un sonriente Tristan me miraba embelesado mientras yo reía seguramente por alguna tontería que el rubio había hecho. Sentí como mi corazón se encogía en mi pecho y como mis dedos arañaban sobre la encimera.

Tuve que parpadear varias veces para eliminar las lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos, pero no pude detenerlas. Me quemaban los ojos mientras mis mejillas se iban mojando de agua. Sentí como algunas gotas mojaban mi mano e incluso una esquina de la fotografía pero no levanté la mano para secarlas. Mi mirada seguía puesta en la esquina dónde estaba Tristan mientras mi corazón, que se había negado a seguir doliendo, latía trayendo consigo los recuerdos. 

Tragué saliva y después de unos minutos conseguí reaccionar. Sorbí por la nariz y doblé de nuevo la fotografía, para meterla en el bolsillo de mi chaqueta. Estaba a punto de ir hasta el fregadero para enjugarme las lágrimas y lavarme la cara cuando la puerta de la cocina se abrió y entró James. No me dio tiempo a girarme o a ocultar mi rostro de alguna manera. Cuando me di cuenta, James ya estaba frente a mi, rodeándome con sus brazos y acariciando mi espalda. 

- Eh, eh... Tranquilo.. - Susurró, tan bajito que casi ni lo escuché.

Pasaron algunos minutos hasta que finalmente dejé de llorar. James no se había apartado de mi en ningún momento, cosa que agradecía, aunque había manchado su camisa. Me aparté un poco, avergonzado, y levanté la cabeza para poder mirarle a los ojos. No había reproche en ellos si no calma, una calma que consiguió calarme y hacer que estuviera más tranquilo.

- ¿Que ha pasado, Brad? - Preguntó, y yo negué con la cabeza.

- Es que... He recordado algunas cosas de cuando T-Tris y yo vivíamos aquí y..

- Se lo duro que es revivir todo eso, Brad. Pero tranquilo. Estamos aquí para ti.

Asentí con la cabeza y volví a sorber por la nariz. James volvió a acercarse a mi y me dio un pequeño beso en la frente que me hizo sonreír. Ese chico podía ser tan tierno. Escuchamos un grito en el salón que nos hizo girar y entonces la puerta de la cocina se abrió de un empujón mostrando a Connor feliz. Al parecer mi amigo estaba en uno de esos días. 

- ¿NO VAS A SACAR MÁS VINO? - Preguntó, y cuando negué en broma, se enfadó. 

- Pues Condor quiere más vino.

- Menos mal que no conduces tú. - Comentó James, negando con la cabeza. 

Ese comentario me dio una idea y sonreí. Me alejé de mis amigos para sacar una botella de vino de la nevera. Al parecer Connor no había visto que había estado llorando, cosa que me alegraba mucho por que no quería tener que explicarle por qué estaba llorando. Cuando conseguí la botella de vino, la dejé sobre la encimera, mirando en dirección a mis amigos.

- ¿Por que no os quedáis a cenar? Como en los viejos tiempos. 

Stolen moments ∆ TradleyWhere stories live. Discover now