Capitulo treinta y ocho.

95 13 0
                                    

Una hora más tarde, mis amigos tuvieron que irse, aunque James me prometió volver más tarde para pasar la noche conmigo. Muy por lo bajo le comenté a James que fuera a visitar a Tristan para pasar un rato con él y que pudiera ponerlo al día de mi estado. En cuanto la puerta se cerró detrás de Connor, me tumbé sobre la cama. De forma automática, el cansancio volvió a caer sobre mi y dejé escapar un suspiro.

El médico me había dicho que debía tomarlo con calma antes de volver a sentirme bien. Además, aún tenía un poco de fiebre, lo que dificultaba de verdad mi recuperación. Decidí tumbarme un poco y descansar. Me coloqué de lado, mirando hacía la ventana y cerré los ojos. Intenté hacer memoria de todo lo que había pasado los últimos tres días, pero por más que lo intentaba, no conseguía recordar nada, solamente la escena que les había contado a mis amigos.

La puerta de la habitación se abrió y pensé que sería la enfermera así que ni me giré ni hice ningún ruido, para que pudiera trabajar rápido y dejarme solo enseguida. Pero para mi sorpresa, no era una enfermera. Fuera quién fuese, dejó un par de bolsas en el sofá que había frente a la cama y, a continuación, se acercó hasta la cama. El olor de su colonia llegó hasta mi, pero no lo reconocí, no hasta que escuché salir un "mi pequeño" de sus labios.

Lentamente, abrí los ojos. Mi madre pareció sorprendida. Al parecer, nadie le había contado que había recuperado el conocimiento, y en parte lo agradecí. Sonreí un poco al escucharla gritar y cuando me abrazo, solté un quejido, y ella se apartó, preguntando si me había hecho daño. Negué con la cabeza y me recosté de nuevo bajo las sábanas. Entonces, y sin pensarlo, la rabia volvió a acudir a mi y me enfadé por lo que le había hecho a Tristan.

- No me toques. - Dije en cuanto sentí que quería volver a tocarme.

- Pero mi amor...

- No lo hagas, mamá. ¿Como has podido?

- ¿Como he podido qué? - preguntó.

- James me ha contado lo que le hiciste a Tristan.

- Vaya por Dios... ¿Vamos a hablar de ese chico?

- "Ese chico" es el amor de mi vida, mamá.

- No digas tonterías, Brad. Tristan te lastimó.

- Eso ya es pasado. No me puedo creer que no le permitieras estar aquí para cuidar de mi.

- Tristan no merece ni que le dediques ni una sola mirada, mi amor. Tu contacto de emergencia era yo.

- ¿Y qué más da? Eso no te da derecho a que le montes un numerito y lo eches de aquí.

- Soy tu madre, Bradley.

- Oh, ¿vas a jugar esa baza? Me parece una tontería. 

- ¿Una tontería? Ese chico te rompió el corazón. ¡Hizo que te alejaras de mi!

- ¿Y A TI QUE MÁS TE DA? Lo hemos arreglado.

- Volverá a hacerte daño, Brad. Y vendrás llorando otra vez.

- No te creas, mamá. Vamos a tener cuidado.

- Eso no importa. Ya te hizo daño una vez, ¿quién te dice que no lo hará de nuevo?

- Eres una...

- ¿Una qué, Brad? ¿Tanto te duele la verdad?

- Vete. - Contesté, de forma cortante, y señalé la puerta.

Mi madre vaciló, pero se rindió enseguida. Rodeó de nuevo la cama, cogiendo sus cosas y saliendo de allí, no sin antes echar una mirada para comprobar si me había arrepentido. Poco después, la puerta se cerró detrás de ella y yo respiré hondo por fin. No me gustaba discutir con mi madre, pero se lo había ganado a pulso con lo que le había hecho a Tristan.

Esperé un poco, y después me volví a tumbar, respirando hondo. Al menos sentía un peso menos en el pecho, con lo cual estaba un poco más tranquilo. No me gustaba que mi madre tratara así a mi novio. No podía. Me volví a colocar como antes y respiré hondo, cerrando los ojos. Me recordé a mi mismo que más tarde llamara a Tristan para poder hablar con él. Estaba empezando a echarle de menos. 

Stolen moments ∆ TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora