Capitulo cincuenta y ocho.

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Habían pasado ya dos semanas desde que tuvimos aquella reunión en el orfanato. Ninguno de los dos había hablado del tema, pero sabía que Tristan estaba igual o más asustado que yo con el tema. Además, no podía dejar de pensar en las palabras de la mujer y en la negativa (que Tristan decía que no había) en sus palabras.

Me había levantado temprano, más temprano de la habitual y después de prepararme un té unas tostadas me dirigí hacía el salón, para sentarme en el sillón. La estancia estaba medio a oscuras y en parte lo agradecí. Quería tener un momento de intimidad, un momento para mi. Me incliné para poder coger la taza de té y dar un sorbo.

El liquido caliente recorrió mi garganta, haciendo que parte de toda esa preocupación se disipara. Cogí la taza con ambas manos, agradeciendo el calor y me acurruqué en el sillón, con los ojos cerrados. Mil pensamientos pasaron por mi cabeza en ese momento y la desesperación por saber algo se apoderó de mi. No sabía por qué, pero algo me decía que la Señora Miller no quería que adoptáramos a ningún bebé.

Me mantuve en esa posición tanto tiempo que estuve a punto de dormirme. Me desperté sobresaltado cuando un poco de té cayó de la taza directamente en mis pantalones del pijama. Con un gruñido, me levanté del sofá, dejando la taza sobre la mesa y caminé hasta llegar a la habitación. No sabía que hora era, pero Tristan aún dormía así que intenté hacer el menor ruido posible.

Abrí la puerta con cuidado y eché un vistazo. Tristan dormía en su lado de la cama. Suspiré antes de entrar, caminando de puntillas hasta el armario para buscar un nuevo pantalón que ponerme ya que había manchado el mío. Volví a salir con la misma rapidez y cuidado, echando un vistazo pequeño al despertar de mi mesita. Para mi sorpresa (por que lo era) eran casi las ocho y media de la mañana.

Volví al salón caminando de puntillas para no hacer ruido y al llegar me cambié rápidamente de pantalón, llevando el que estaba sucio al cesto de la ropa sucia que había en la cocina. Después de hacer eso, volví otra vez al salón, aunque esa vez me tumbé en el sofá, dejando la taza de té frente a mi.

Mis ojos se cerraron y solté un bostezo demasiado alto. Estiré el brazo para coger la taza y dar un último sorbo, o eso creí que hacía, aunque mi mano solo cayó al suelo, sintiendo el frío en la palma de la mano. Desperté a causa de un ruido. Me incorporé deprisa, pestañeando varias veces y escuché una risa.

- ¿Te he despertado?

Tuve que hacer varios intentos para poder despejarme y cuando lo hizo, vi a Tristan sentado en el sillón, con una taza de café en la mano y el teléfono en la otra. Le lancé una mirada rápida y después asentí con la cabeza. Quería saber que era lo que había ocasionado ese ruido, ruido que me había despertado.

- He tirado una cosa sin querer. - Contestó, encogiéndose de hombros.

Lo dejé pasar y terminé de incorporarme, aprovechando para estirarme. Volví a escuchar a Tristan reír y esa vez le lancé un cojín que le impacto justamente en el pecho. Por suerte ya no tenía la taza de té en las manos así que no teníamos que lamentar la perdida ni de la taza ni de la posible mancha del sillón.

- Tonto.

- Buenos días para ti también, mi amor. 

Rodé los ojos y me levanté del sofá, cogiendo la taza que había dejado en la mesa la noche anterior. Me acerqué entonces a donde estaba él y le di un rápido beso en los labios antes de apartarme y caminar hasta la cocina. Tiré el té ya frío en la pila y después dejé la taza. No tenía hambre, así que desayunaría más tarde.

Después de ordenar un par de cosas allí, volví a ir al salón. Tristan no estaba allí, pero la taza de café estaba llena, así que intuí que había ido al cuarto de baño. Estaba a punto de sentarme en el sofá cuando el teléfono fijo de casa comenzó a sonar. Fruncí el ceño y alargué el brazo para coger el teléfono.

- ¿Diga?

- ¿Bradley Simpson?

- Si, soy yo. ¿Quién es?

- Soy la Señora Miller, le llamo del Orfanato.

En ese momento mi corazón se paró por completo. Después de dos semanas íbamos a tener noticias del Orfanato, y tenían que ver con la adopción. Tuve que respirar hondo varias veces antes de decir nada. Tampoco tuve demasiado tiempo, la Señora Miller siguió hablando.

- Lamento comunicarles que no han sido elegidos para la adopción. Las circunstancias no son las correctas y hemos decidido que...

No la dejé terminar de hablar. El teléfono resbaló de mis manos y cayó al suelo. No escuché llegar a Tristan, lo único que podía escuchar eran las palabras de la mujer, la palabra "circunstancia" no dejaba de sonar dentro de mi cabeza. Sentí como Tristan me cogía de los brazos y lo único que yo podía hacer en ese momento era llorar.

- ¿Brad? ¿Quién era? ¿Que ha pasado? ¡Brad!

Levanté la cabeza, mirando a Tristan y negué, muy lentamente para hacerle saber que no podía hablar. Rompí a llorar, enterrando el rostro en el pecho del rubio, que me acogió entre sus brazos con cuidado, apretándome con fuerza. Agarré su camiseta, sin dejar de llorar y Tristan no hizo otra cosa que abrazarme para tranquilizarme.

- ¿Qué ha pasado?

Me sentía totalmente incapaz de contestar a su pregunta. Tenía demasiadas preguntas en la cabeza, y no podía controlarme ni dejar de llorar. La negativa me había dolido más de lo que podía admitir por que después de dos semanas, todo había caído sobre mi como una piedra, y sentí que me hundía con ella.

Pasó un tiempo, unos minutos quizás y el llanto se convirtió en pequeños quejidos y gemidos. Tristan no se había apartado de mi en ningún momento, y cada segundo que pasaba me abrazaba más y más fuerte, cosa que yo agradecí.En estos momentos necesitaba su fuerza, su valentía por que no eran buenas noticias.

- No nos han aceptado...

Tristan me apartó de su cuerpo, sosteniéndome por los hombros. Al levantar la cabeza tenía el ceño fruncido, por que no entendía a que me estaba refiriendo. Sentí una punzada en el pecho y gimoteé. Tristan me cogió de la mano, obligándome a caminar hacía atrás hasta que mis piernas dieron con el borde del sofá. Entonces, me obligó a sentarme, ocupando un lugar a mi lado.

- No nos han aceptado... ¿Donde?

- La... La... La adopción. - Gimoteé. Rompiendo de nuevo a llorar.  

Stolen moments ∆ TradleyWhere stories live. Discover now