Capitulo cincuenta.

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- Pero mamá no quería verme.

La voz de Tristan apenas había sido un susurro. Me estremecí y entrecerré los ojos. Quise acercarme a él, darle un poco de apoyo, pero entonces levantó la cabeza, formando una sonrisa en los labios y mirando en mi dirección. En ese momento supe que ya no le afectaba tanto ese tema. El silencio nos rodeó durante unos minutos donde me dediqué a mirar en dirección a Tristan.

El rubio tenía la vista clavada en su sobrina y, cada pocos segundos, pasaba un dedo por la pequeña manita de la niña, que, llegado un momento, le cogió el dedo. Escuché a Tristan coger aire, y sonreí un poco. James también sonreía, encantando con la imagen de su hermano conociendo a su pequeña sobrina.

- ¿Y su madre? - Preguntó, sorprendiéndome.

- Fue idea suya traer a Daisy aquí. Dijo que no podías quedarte sin conocerla.

Eché un vistazo hacía la puerta, sin dejar de pensar que quizás ella se había quedado fuera sin que nos diéramos cuenta. James pareció leer mis pensamientos, por que se echó a reír, negando con la cabeza ante una pregunta que yo no había formulado, pero que él parecía saber.

- Ella no ha venido. Tenía unos recados que hacer y me ha cedido a la niña durante un rato, para que pudierais conocerla.

En ese momento la niña se removió y James estiró los brazos para quitarle las correas que la sujetaban a la silla y la cogió en brazos. Al verla descubrí lo pequeñita que realmente era y el gran parecido que tenía con los dos hermanos Evans. Sonreí solo de imaginarlo. Me acerqué un poco más a James para poder verla. La niña dormía plácidamente en brazos de su padre.

Dirigí mi mirada hacía Tristan, que miraba a su sobrina totalmente embobado. Decidí actuar, dando un par de toques en el brazo de James, que me miró. Señalé a Tristan, que tenía la mirada puesta en el bebé en todos y cada uno de sus movimientos (que en ese momento eran pocos). James asintió, sonrió y dirigió la mirada a su hermano.

- ¿Quieres cogerla?

- ¿Yo? No.. no sé... - Tristan vaciló y yo negué con la cabeza.

Me puse en pie, colocándome delante de su hermano, que al ver mis intenciones estiró los brazos para tenderme al bebé. La cogí con cuidado, ahuecando los brazos y caminé con cuidado para acercarme a Tristan. Sonreí un poco, deleitándome con la sensación de tener a la niña en brazos. Olía tan tan bien que cerré los ojos, dejándome embriagar por ese olor.

- Muy bien, Tris. Ahueca los brazos, así... Muy bien. Y ahora....

Podía ver el miedo reflejado en los ojos de Tristan. Muy lentamente, negando con la cabeza, sostuve mejor al bebé. Esperé unos segundos antes de inclinarme y dejar con cuidado a Daisy en el hueco de sus brazos. No me aparté hasta que no supe que los dos estaban bien. Entonces volví a tomar asiento y miré en su dirección. El rubio tenia la vista clavada en la niña y pude ver una sonrisa en sus labios.

- Es muy bonita....

Apenas había sido un susurro pero ambos lo habíamos escuchado. El rubio levantó una de las manos, pasando la yema de los dedos por su mejilla. La niña se removió y Tristan de quedó muy quieto y yo me reí. En cierto modo era gracioso ver a Tristan así de nervioso por la presencia de la recién nacida. En un momento dado, la niña agarro el dedo de Tristan y en ese momento sentí que me podía morir de amor. Se me escapó un pequeño suspiro y pude ver a Tristan sonreír mucho más tranquilo.

Durante las dos siguientes horas pudimos disfrutar de la visita de James y de la niña. Tristan ya estaba mucho más tranquilo incluso parecía mucho más feliz ahora que podía sostener a la niña en sus brazos. James volvió al cogerla para dejarla en la sillita y después se levantó. Automáticamente, Tristan y yo nos pusimos en pie. Los dos hermanos Evan se se dieron un abrazo y yo sonreí por que sabía que significaba eso.

- Nos ha encantado verte, James. - Dije, mientras abrazaba al hermano de Tris.

Lo acompañamos a la puerta, despidiéndonos otra vez de la niña con un beso. La puerta se cerró después de varios minutos más,y tras hacer planes con James para una nueva visita pronto. Tristan estaba frente al mi con expresión seria. Por un momento pensé que le había pasado algo malo. Pero entonces Tristan habló, sorprendiéndome.

- Quiero tener un bebé, Brad.

Me quedé mirándole, esperando que me dijera algo más, pero no parecía una broma o algo parecido. Me acerqué hasta él, pasando mis brazos a su alrededor y di un suave beso sobre su ropa, encima del corazón. Los brazos de Tristan me rodearon poco después y sentí como daba un beso en mi pelo. Sonreí y escondí mi rostro contra su pecho.

- ¿Estás seguro?

- Nunca he estado más seguro en mi vida.

La sola idea de tener un bebé consiguió encender algo dentro de mi, algo que no sabía que tenía pero que siempre había estado allí. Presioné mis manos en la espalda de Tristan muy lentamente y me vi correspondido por un beso en la cabeza que me hizo sonreír. Nos quedamos muy quietos, en la misma posición, durante un buen rato.

El apartamento aún olía a bebé y era un aroma que estaba empezando a gustarme mucho. Las manos de Tristan comenzaron a crear pequeñas caricias en mi espalda y muy poco a poco, empecé a sentir cómo me dormía. Me aparté un poco, echando un vistazo hacía arriba para ver que Tristan aún estaba sonriendo. Poniéndome de puntillas, conseguí darle un rápido y casto beso en los labios.

- Mira que eres guapo. - Susurré.

Tristan negó con la cabeza y tiró de mi hasta el sofá. El rubio fue el primero en tomar asiento, y después, y para mi sorpresa, hizo que me sentara sobre sus piernas. A continuación pasó la manta por mi cuerpo para poder cubrirnos a ambos con ella y evitar, aunque solo fuera un poco, el frío que hacía fuera.

Aun teníamos encima la ilusión de lo que había pasado. Una parte de mi quería avisarme de que era demasiado precipitado, pero decidí no hacerle caso. Sería una nueva aventura después de esta nueva vida que habíamos creado de cero después de todo lo malo que nos había pasado. Dejé que mis pensamientos se centraran únicamente en la felicidad del momento.

Me recosté por completo sobre el pecho de Tristan, buscando sus manos bajo la manta hasta que dí con ellas y entrelacé con fuerza nuestros dedos. Comencé a hacer pequeñas caricias sobre sus manos y poco a poco, dejé que esos pensamientos y el sueño me fueran venciendo. Tristan me había dicho algo, pero estaba tan adormecido que lo único que pude hacer fue sonreír antes de sentir un beso en el cuello. 

Stolen moments ∆ TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora