Capitulo cuarenta y ocho.

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*A partir de aquí han pasado dos meses desde el capitulo anterior*

Habían pasado dos meses desde la última vez que algo nos hizo mal a los dos. Después de mucho pensarlo, Tristan y yo decidimos mudarnos a otro lugar, para estar más tranquilo, y alejados de todo lo que hasta ese momento había conseguido hacernos daño. Al comentar la idea con Connor y James, nuestros amigos no dudaron un instante en cambiar también de casa para poder estar más cerca los cuatro.

Ahora si podía decir, gritar si quería a los cuatro vientos que era feliz y que por fin había encontrado un punto de inflexión. Vivíamos en un lugar donde se respiraba paz y donde podíamos ser nosotros mismos sin temor a que alguien quisiera hacernos daño. Y eso era lo que yo había querido desde que había vuelto a reencontrarme con Tristan.

Me desperté a eso de las diez y me giré para mirar a Tristan, que aún estaba dormido. Por un instante se me pasó por la cabeza abrazarme a él y volver a dormir, pero después de pensarlo mucho, decidí que no y cambié de jugada. Con una sonrisa malvada en mis labios, me incorporé, deslizándome por la cama para llegar hasta donde el rubio dormía. Sin pensarlo, me incliné hacía delante, dejando un cálido beso en su pecho.

Tristan ni se movió, pero mi sonrisa ni siquiera desapareció. Todo lo contrario. En cuanto tuve ocasión, me dediqué a pasear los labios por todo su pecho, dejando algún beso por allí. Aspiré su aroma, cerrando los ojos y, cuando pude, le mordisqueé el lado derecho, sintiendo como Tristan se retorcía bajo mis labios.

- Brad... - Susurró, aún medio dormido.

- Sh.. - Susurré, y volví a mi tarea de molestarle.

Volví a molestarle, dando de nuevo un mordisco en la zona de antes y Tristan se estremeció. Sin previo aviso, sentí una mano sobre mi cabeza, aplastando los pocos rizos que habían sobrevivido a la noche. Alcé ambas cejas y al levantar la cabeza vi que Tristan había abierto los ojos y que me miraba un tanto molesto. Conseguí formar un puchero con los labios, pero al parecer no funciono.

- ¿Por que no me dejas dormir? - Me preguntó, pero por su tono de voz supe que no estaba enfadado.

- Si te dejo, lo que pasa es que yo no puedo dormir y quería que te despertaras... - Susurré, con la voz más aniñada que pude poner.

Eso pareció tener algún tipo de reacción en mi novio por que lo vi estremecerse y cuando nuestros ojos volvieron a cruzarse, se le veían mucho más pacíficos que antes. Sin previo aviso, el rubio tiró de mi, besándome de manera salvaje en cuanto nuestros labios se rozaron. Me quedé sin aliento y cuando nos apartamos, aún no era capaz de respirar con normalidad.

- Eres un niño travieso.

- ¿Y-Yo? - Pregunté, tomando una bocanada de aire.

- Si, tú.

- ¿Y qué vas a hacer al respecto...? - Pregunté. 

Los ojos de Tristan brillaron con tanta intensidad que me estremecí. A saber que clase de cosas pasaban en ese momento por la cabeza de Tristan. Aunque pensándolo bien, y por la forma en la que me estaba mirando, no parecía ser nada bueno. Jadeé, rozándome de forma provocativa con las mantas y Tristan sonrió.

Vi al rubio incorporarse hasta quedar como yo, de rodillas en la cama. Se acercó muy lentamente hasta mi, colocando el rostro en el hueco de mi cuello y me estremecí al sentir su cálido aliento en esa zona. Al sentir sus besos, volvió a estremecerse, pero perdí la concentración cuando Tristan comenzó a acariciar mi cuerpo con las yemas de sus dedos.

Durante unos segundos, me dejé llevar, perdiéndome en todas sus caricias. Eché hacía atrás la cabeza, dejandole total libertad sobre mi, como pasaba casi siempre que hacíamos el amor. Empezaba a sentir un cosquilleo en la parte baja, y pronto la ropa interior empezó a molestarme. Estaba a punto de decírselo a Tristan cuando el rubio se apartó de mi, dejándome así, con una erección.

- ¿Q-Qué h-haces...? - Pregunté, tragando saliva. Necesitaba con urgencia que me hiciera correrme.

- No vamos a hacerlo, Bradley. - Contestó, tan contento.

A continuación, se levantó de la cama, apartando las sábanas y cogió la camiseta que se había quitado la noche anterior. Lo vi ponérsela y después, como caminaba hasta la puerta, sin importarle lo más mínimo como estaba yo. Fruncí el ceño y me removí en la cama, intentando de algún modo llamar su atención. Tristan se giró hacía mi antes de salir de la habitación, con una sonrisa que parecía estar burlándose de mi.

- Que te vaya bien "aliviandote", mi amor.

La puerta se cerró delante de mis narices. Volví a jadear y me levanté corriendo, abriendo la puerta, pero Tristan ya no estaba en el pasillo. Volví a fruncir el ceño, maldiciendo mentalmente a mi novio por lo que acababa de hacerme. Cerré la puerta de nuevo, y miré hacía abajo. La ropa interior empezaba a molestarme y me sentía incómodo.

- ¡VOY A MATARTE, TRISTAN EVANS!

Grite, esperando que me oyera. Corrí hacía el cuarto de baño, quitándome la única prenda que llevaba, los boxers y abrí el agua fría de la ducha para meterme y así bajar la erección. Tardé unos minutos, pero cuando por fin conseguí bajarla, me sentía un poco más tranquilo. Seguía enfadado con Tristan por haberme dejado así, de esa manera y obviamente iba a vengarme.

Me puse ropa interior limpia y una de sus camisetas y, descalzo, salí de nuestra habitación. La casa entera olía genial y supe que Tristan estaba haciendo el desayuno. Para mi sorpresa, me lo encontré sentado en el sofá, con una manta cubriendo su cintura y sus piernas. Le miré con el ceño fruncido, esperando que se diera cuenta de lo enfadado que estaba.

- He preparado té y tostadas. Están en la cocina.

Abrí la boca para protestar, pero en realidad no tenía nada que decirle. Me alejé de allí, caminando hasta la cocina y una sonrisa escapó de mis labios al ver que realmente si me había preparado el desayuno. Había un plato con tostadas y mermelada y una taza caliente de té a su lado. Cogí todo el desayuno y volví al salón. Me senté en el lugar más alejado de Tristan, para hacerle ver que realmente si estaba enfadado.

Cogí con ambas manos la taza de té, y dí un sorbo. Se me escapó un "hmmm" y escuché a Tristan reír a mi lado. Le miré ceñudo, pero eso solo consiguió que Tristan siguiera riéndose de mi. Le saqué la lengua como un niño y me centré en el desayuno que, a decir verdad, estaba buenísimo. Se notaba que Tristan lo había hecho con amor.

Diez minutos después, Tristan se movió de sitio sin que me diera cuenta y dí un respingo cuando sentí su beso en el cuello. Me estremecí, y si pensarlo me aparté de él. 

- Sigo enfadado contigo, Evans.

ANTES DE NADA quería agradecer por los 2K en lectuuuuuuuuuuras. ¡Muchas gracias! <3 <3 

Stolen moments ∆ TradleyWhere stories live. Discover now