Capitulo veintidós.

123 17 4
                                    

MARATÓN 1/3

Después de aquel cambio en nuestras vestimenta, los cuatro nos dispusimos a poner la mesa. James volvió a la cocina, para poder terminar de preparar la cena y así, poder empezar a poner en marcha ese plan del que, por desgracia, tampoco tenía demasiados datos.

No dejaba de mirar en dirección a Connor, para ver si mi amigo decidía o no contarme algún dato nuevo sobre ese plan. Al parecer, no iba a ser así por que Connor se mantuvo callado todo el tiempo, lo que solo consiguió ponerme un poco más nervioso que antes. Podía esperar cualquier cosa de mi amigo, solo esperaba que no la hubiera liado mucho.

James nos avisó de que la comida estaba totalmente lista así que decidí que yo le ayudaría a llevarlo hasta el salón. Recorrí el pasillo y al llegar a la cocina, James me sonrió, señalando los platos que tenía que coger y llevar al salón. Dejé que fuera James el primero en salir y al llegar para ver el panorama (porque ninguno nos habíamos vuelvo a poner la ropa en su sitio) no pude evitar echarme a reír.

Vi a Tristan fruncir el ceño y casi sin pensarlo le lancé un beso en el aire. El rubio se ruborizó y yo me reí mucho más al ver esa reacción por su parte. Rodeé la mesa, dejando el plato en el hueco que James había abierto y justo cuando estaba a punto de tomar asiento junto a James, Connor me empujó.

Caí en el asiento frente al escocés. Le lancé una mirada que bien podría haberlo matado y mi amigo me contestó con una única sonrisa, como si quisiera quitarle hierro al asunto. Al mirar hacía mi izquierda, descubrí por que Connor me había empujado para que me sentara en esa silla: Tristan estaba a mi lado. Volví a mirar a Connor, alzando una ceja y murmuré un "te acordarás".

Connor simplemente se encogió de hombros, y al final tuve que dejarlo pasar. James también ocupó su silla frente al escocés, totalmente ajeno a lo que Connor acababa de hacer. Decidí que no me importaba nada más y comencé a cenar. De vez en cuando, Connor me daba alguna patada en la pierna por debajo de la mesa y yo negaba levemente, para hacerle saber que todavía no estaba preparado.

Pero no lo pude evitar por más tiempo. Cuando James se fue a por el postre, Connor también se levantó, comentando que se había dejado el teléfono móvil en la habitación. Maldicí mentalmente a mis amigos por dejarme solo ante el peligro y respiré hondo varias veces, tratando, sobre todo, de tranquilizarme antes de hacer o decir nada.

El silencio se volvió incómodo después de unos segundos y tragué saliva. Una parte de mi quería huir de allí, salir corriendo y esconderme, como cuando había llegado hasta allí. Pero otra parte quería aprovechar la oportunidad de contarle a Tristan que era lo que realmente sentía por él. Respiré hondo y miré a Tristan con el rabillo del ojo. El rubio no dejaba de pasar el tenedor por encima de la superficie vacía del plato. Se le veía nervioso.

Giré un poco el rostro, solo para poder mirarle. Parecía estar distante y quería saber por qué. ¿Acaso él también tenía miedo de algo? Me mordisqueé el labio y miré en dirección al pasillo que conectaba la cocina con el salón. James estaba allí, medio escondido, mirando la escena. Mi amigo me hizo un gesto para que me atreviera de una vez por todas a contarle que era lo que sentía.

- Tris... 

- ¿Si?

- Hay algo que quería decirte...

De repente, una música nos sorprendió a ambos. Al mirar hacía mi izquierda, vi a Connor con un mando en las manos. Si antes sentía nervios, ahora tenía nauseas. Tragué saliva, y me levanté, retirando la silla detrás de mi para poder mirar al rubio de frente. Tristan me miró, totalmente extrañado y yo sonreí un poco, intentando calmar mis propios nervios antes de ser capaz de hablar.

- Tristan... - Comencé, tratando de buscar las palabras correctas. - Desde que volví a casa, no la sentí como mi casa. Sentía que me faltaba algo, que había algo malo. No sentía el calor de antes, ni las mismas ganas de quedarme en un lugar. Pero las cosas cambiaron cuando volvimos a vernos. Cuando te vi... sentí que algo cambiaba en mi.

« Volví a sentir ese calor, a sentir que estaba en casa. Cada vez que te veía, o te tenía cerca, sentía como mi corazón se sentía poco a poco mejor. Hasta hace unos días no me di cuenta de lo mucho que te había estado echando de menos y de lo ciego que había estado al respecto. Eres la cura para todas mis heridas, eres mi mejor remedio. Por eso, hoy aquí, quería pedirte... Tristan Evans... ¿Quieres volver a salir conmigo? »

Conforme decía aquellas palabras, mi mirada seguía puesta en Tristan. Pude ver como su expresión cambiaba a confusión y, poco después, sus ojos azules empezaron a llenarse de lágrimas que no tardaron mucho en deslizarse por sus mejillas. Me acerqué despacio, levantando las manos para pasarlas por sus mejillas, reteniendo las lágrimas entre mis dedos.

Tristan balbuceó, haciéndome sonreír. Negué con la cabeza y limpié sus mejillas lentamente, apartando todas y cada una de las lágrimas que aún escapaban de sus ojos. No pude contenerme por más tiempo, y ni siquiera esperé una respuesta por su parte. Poniéndome de puntillas y aún con las manos sobre las mejillas ajenas, besé a Tristan. Sus lágrimas se mezclaron entre nuestros besos, haciendo todo un poco mejor.

Escuché aplausos detrás de mi, pero los ignoré. Podía escuchar el corazón de Tristan latir con rapidez y podía jurar que el mío estaba haciendo lo mismo en ese momento. Nos apartamos pocos minutos después, más por falta de aire que por ganas y Tristan sonrió, o, al menos, lo intentó. El rubio se inclinó, pegando su frente contra la mía y yo entrecerré los ojos. Podía escucharlo murmurar, pero no entendía sus palabras. Tampoco le pregunte, simplemente esperé a que se tranquilizara.

- Si...Si. Si quiero, Bradley Simpson.

Al principio, no escuché muy bien que me estaba diciendo, pero después de unos segundos, por fin entendí que era lo que me había dicho. Se me escapó un sollozo y esa vez tuvo que ser Tristan el que limpió lentamente mis mejillas, apartando las lágrimas que escapaban en ese momento de mis ojos. Lo hacía con mimo y podía ver una pequeña sonrisa timida en sus labios.

- Te quiero. - Susurró Tristan, y mi corazón se amplió.

- Te quiero, Tris. - Contesté, imitando su tímida sonrisa. - Nunca he dejado de hacerlo.

Podíamos escuchar algún que otro aplauso de parte de James y Connor, pero estábamos tan centrados el uno en el otro, que no les estábamos dando demasiada importancia. Queríamos disfrutar de ese momento.

Stolen moments ∆ TradleyWhere stories live. Discover now