Capitulo veintiocho.

137 16 2
                                    

Salí de casa corriendo y con prisas. Era la tercera vez que llamaba a James y mi amigo no me cogía el teléfono. Estaba demasiado nervioso, no sabía cómo ni dónde estaba Tristan, y me sentía un poco culpable por todo lo que mi madre le había dicho. Me mordisqueé el labio y aparté el teléfono de mi oído, pulsando rápidamente sobre el botón de llamada una vez más. Esperé un poco, aguantando la respiración. Al tercer tono, James me cogió la llamada. Solté un suspiro de alivio y aguanté como pude las lágrimas.

- ¿J-James?

- Brad... - Su tono de voz me asustó.

- ¿Dónde estáis?

- Estamos en su casa... Deberías venir.

- Estaré allí en diez minutos. Mandame la dirección.

James me contestó con un cortó si y después me colgó. Un poco más tranquilo (aunque no demasiado) me puse la bufanda alrededor del cuello y eché a correr en dirección a la escalera que llevaba a las cocheras. Ni siquiera paré para tomar aire, abrí la puerta y me metí allí. Sentí frío nada más entrar, pero no me detuve. Saqué las llaves del bolsillo de los pantalones y pulsé el botón para abrir el coche.

Conseguí salir del garaje en cuestión de minutos y eché un vistazo a la dirección que James acababa de mandarme. Por suerte, Tristan vivía muy cerca de allí. No tuve problemas para llegar al edificio. Aparqué en el primer lugar que vi y eché a correr. Aunque no lo pareciera, seguía estando muy nervioso. Tristan había salido de casa muy acelerado y disgustado y una parte de mi temía que hubiera hecho alguna tontería.

El miedo me acompañó hasta que llegué a la puerta y pulsé el timbre. Un zumbido me indicó que me habían abierto y al entrar, eché a correr sin mirar en qué dirección debía ir. Simplemente corrí, por que necesitaba saber de primera mano cómo estaba Tristan y si podía hacer algo para arreglar lo que mi madre había hecho. La maldije mentalmente, subiendo los últimos escalones y buscando el número del apartamento de Tristan.

Piqué en la puerta un par de veces y me encontré de frente con el rostro serio de Connor. Le saludé con la mano y entré en el apartamento. Connor no dijo nada, pero me señaló el pasillo, donde podía escuchar muy débilmente la voz de James y el sonido de unos golpes sobre una puerta de madera. Caminé deprisa hasta allí y al llegar, James me saludó con un rápido gesto. Después señaló la puerta de la habitación y los tres tratamos de escuchar algo al otro lado.

- Lleva ahí dentro desde que llegamos... - Susurró James, y los nervios volvieron a mi. 

James se apartó para dejarme espacio y yo piqué en la puerta varias veces, esperando tener un poco más de suerte que mis amigos. Intenté escuchar algo al otro lado, pero más bien parecía que Tristan estaba durmiendo. Pero entonces, lo escuché, de forma muy débil, pero lo escuché. Estaba llorando. Se me encogió el corazón.

- ¿Tris? - Pregunté, pero seguía sin obtener respuesta.

Tenía los nervios a flor de piel y empezaba a estar asustado por si se le ocurría hacer alguna estupidez. Volví a picar en la puerta y suspiré. Necesitaba recibir cualquier tipo de respuesta del rubio para poder estar tranquilo. Aunque prefería que me dejara pasar para poder hablar con él. Decidí cambiar de táctica.

- Tristan... No tienes que hacer caso a lo que ha dicho mi madre, ¿de acuerdo? Ella no tiene razón, nunca la ha tenido.

Pegué mi rostro a la puerta de la habitación, esperando escuchar cualquier cosa por parte del rubio. Podía sentir la mirada de mis amigos en mi nuca y tuve que tragar saliva y cerrar los ojos. De pronto, escuché un ruido en el interior de la habitación, algo que se caía y me tensé.

- ¿Tris? - Pregunté.

El silencio volvió y yo volví a picar en la puerta, esperando que el rubio me abriera por fin. Tenía muchas cosas que decir, sobre todo por lo que mi madre había dicho. También quería saber a qué se refería con la muerte de su padre. Yo no sabía que el Señor Evans había muerto, y mucho menos creía que había sido culpa de Tristan.

- Por favor, Tris..

Supliqué. Estaba desesperado por verlo, necesitaba saber que estaba bien. Solo eso. Volví a escuchar un ruido, esa vez más cerca y recé para que el rubio hubiera decidido salir de la habitación para hablar con nosotros. Para sorpresa de los tres, la puerta se abrió. Eché un vistazo a la pequeña franja que se había abierto y me asusté cuando mis ojos encontraron los de Tristan.

Estaba pálido y tenía ojeras, además de tener los ojos hinchados por culpa del llanto. Le temblaba el labio inferior y por un instante sentí la necesidad de darle un beso. Conseguí contenerme y me acerqué un poco más a la puerta. Al ver lo que estaba tratando de hacer, Tristan cerró un poco la puerta. Me detuve. No quería asustarle, solo ayudarle, tanto yo como los chicos.

- ¿Puedo pasar? 

Tristan vaciló, negando con la cabeza y me mordisqueé el labio. Necesitaba que me dejara pasar. Hacerle saber que yo no pensaba ninguna de las cosas que mi madre le había dicho estando en mi casa. Finalmente, Tristan se mordisqueó el labio y se apartó de la puerta, abriéndola para dejarme pasar. Miré detrás de mi, a Connor y James, pero mis amigos solamente sonrieron, invitándome a pasar para hablar con el rubio.

Entré en la habitación detrás de Tristan y cerré la puerta tras de mi. La habitación estaba completamente a oscuras. Aún así, pude ver que Tristan la tenía completamente ordenada, y que lo único que estaba "peor" era la cama, pero supuse que Tristan había estado tumbado. El rubio recorrió de nuevo la habitación y tomó asiento en su cama. Yo lo seguí poco después, ocupando un lugar a su lado.

Las manos del rubio no dejaban de moverse de manera nerviosa. Me mordisqueé el labio, lentamente y coloqué una de mis manos sobre las suyas, para intentar parar ese movimiento. Tristan observó nuestras manos durante unos segundos, y para mi sorpresa, entrelazó nuestros dedos, dando un pequeño apretón. Sonreí un poco y apoyé mi cabeza en su hombro.

- Mi madre no tenía razón para decir todo lo que te dijo, Tris. 

Stolen moments ∆ TradleyWhere stories live. Discover now