Capitulo sesenta.

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La puerta del apartamento se cerró detrás de mi. Estaba tan enfadado que ni pensé en donde iba a ir. Solo necesitaba estar solo y pensar. Una parte de mi sabía que ellos no habían tenido la culpa de lo que había pasado, ni siquiera Tristan, pero me había dolido la negativa y luego que mis amigos no supieran lo importante que era.

Bajé las escaleras corriendo mientras me ponía la chaqueta y refunfuñaba varias cosas. Poco a poco me iba dando cuenta de lo que había pasado realmente, pero no llegaba a comprender que había sido muy poco considerado con mis mejores amigos. Solté un bufido, junto con un gruñido y terminé de saltar para bajar las escaleras.

Abrí la puerta deprisa y salí. A esas horas del día hacía mucho frío así que me subí la cremallera de la chaqueta que llevaba y comencé a caminar sin un rumbo fijo. Saludé a un par de personas que pasaban por allí, pero pasados unos segundos, volví a sumirme en mis pensamientos.

Las palabras de la Señora Miller no dejaban de reproducirse en mi cabeza, una y otra vez, como si fuera una cinta rallada, cosa que no lograba tranquilizarme ni un poquito de nada. Levanté la cabeza y me di cuenta de que había ido a parar a uno de mis barrios favoritos de Londres.

Mis pasos de detuvieron delante de una pastelería y al ver el escaparate, la boca se me hizo agua. Me pasé la lengua por los labios, olvidando por un momento el enfado y rebusqué en mis bolsillos, buscando mi cartera. Solté un gruñido cuando me di cuenta de que no había cogido nada antes de salir.

No tenía dinero, y tampoco había cogido mi móvil. Me aparté de la ventana, sintiendo como mi estómago gruñía pero lo dejé pasar y metí las manos dentro de mi chaqueta. Seguía sin tener un rumbo fijo ni un lugar al que dirigirme. Podría ir al estudio, pero no me apetecía nada. En realidad no me apetecía hacer absolutamente nada.

- Mierda... - Solté, de pronto.

Una gota de lluvia estalló contra mi chaqueta, seguida de otras tres. Levanté la cabeza al cielo y las gotas de lluvia cayeron sobre mi rostro, mojándome y haciendo que los rizos se pegaran a mi frente por culpa del agua. Solté un insulto y me quité la chaqueta, cubriéndome ésta con la chaqueta mientras trataba de buscar un lugar donde poder cobijarme.

Después de unos minutos, conseguí encontrar un sitio en un antiguo cine que llevaba años cerrado. Me metí por una de las tablas de la puerta y suspiré. Al menos podía quedarme allí hasta que la lluvia parara y pudiera volver a casa. Ya no estaba tan enfadado, y quería pedirle perdón a mis amigos.

Azoté la chaqueta, intentando apartarle todo el agua posible y entonces escuché un ruido. Al principio pensé que serían imaginaciones mías, pero entonces, volví a escucharle. Parecía un llanto, un pequeño llanto. Miré a mi alrededor, tratando de descubrir el origen del ruido.

Me maldije mentalmente por no haber cogido el móvil. No parecía verse nada allí. Estaba todo a oscuras y lleno de polvo. Volví a maldecir en voz baja y caminé por allí con cuidado, siguiendo sobre todo el sonido del llanto. Parecía ser de algún animal, pero conforme más me acercaba, más quedaba claro que eso no parecía ser un animal.

Me quedé muy quieto cuando llegué a una zona que estaba completamente oscura. El sonido seguía allí, delante de mí. Me acerqué muy lentamente y escuché. Encontré la caja y tiré de ella para intentar llevarla a algún punto de luz. Conseguí, muy poco a poco arrastrarla y llevarla hasta el lugar por donde yo había entrado, aprovechando la luz (escasa) que había por allí.

El ruido en su interior había cesado, pero quería saber qué era lo que había ocasionado aquel ruido. Levanté las manos, lentamente y las coloqué sobre las solapas de la caja, abriendo está muy lentamente. Mi boca se abrió de la sorpresa al descubrir que era lo que había en el interior de la caja.

- Oh dios mío....

No podía creerme lo que veían mis ojos. Eché un vistazo muy despacio, solo para ver si se encontraba bien o tenía alguna herida. Parecía estar perfecto. Llevaba un pijama de color azul y un gorrito en la cabeza. Tragué saliva y me incliné para cogerlo justo cuando empezaba de nuevo a llorar.

- Shh, pequeñito.. Tranquilo.

No sabía muy bien cómo debía actuar por que no me había visto nunca en una situación similar. Tragué saliva y comencé a mecerle suavemente para que dejara de llorar. Fue cuestión de unos minutos, y sonreí un poco mientras le acariciaba la mejilla. Me acerqué hasta la abertura por la que yo había entrado; aún estaba lloviendo.

Con un suspiro, volví a donde estaba la caja y aprovechando que el bebé se había quedado más tranquilo, decidí ver si había algún tipo de identificación. Rompí la parte de arriba de la caja para echar un vistazo, pero allí no había nada, nada salvo un par de pañales limpios.

Los saqué con cuidado, mientras me sentaba en el suelo y un papel se deslizó entre medias conforme yo lo hacía. Con el ceño fruncido y teniendo cuidado de no hacerle daño al bebé, me incliné para cogerla. Parecía una carta, una carta que no tenía nombre. Decidí guardarla dentro de mi chaqueta para leerla después. En esos momentos me importaban más otras cosas.

El bebé volvió a llorar y me removí, meciéndole de nuevo suavemente hasta que conseguí dormirlo. Sonreí al verlo así, tan calmadito y dormido y en ese momento pude observar que era un bebé muy pequeñito, además de bonito. Le acaricié la mejilla con la yema del dedo, y sonreí al ver que se removía.

Revolví entre la manta y su pijama en busca de un chupete, pero no tenía nada por allí. Fruncí el ceño y volví a taparlo por que aunque estábamos bajo resguardo, hacía frío allí dentro y fuera aún llovía. Tenía que admitir que me parecía la cosa más bonita del mundo y no podía entender cómo alguien podía haber sido capaz de dejarlo allí siendo tan pequeño.

[...]

Pasaron dos horas antes de que dejara de llover. El bebé seguía dormido en mis brazos y yo había perdido la cuenta de las veces que me había quedado mirándole embobado y le había puesto el dedo debajo de la nariz solo para comprobar que seguía respirando. No era mi hijo, pero había empezado preocuparme por él.

Como pudo (teniendo en cuenta que no sabía dónde dejar al niño) conseguí salir del cine. Además de haber dejado de llover, la tarde ya había llegado y el sol empezaba a ocultarse. Al no llevar teléfono ni reloj, no sabía exactamente que hora era, aunque eso me importaba menos. Me importaba más llevar al bebé al hospital para que le revisaran.

Decidí cubrirle con mi chaqueta para que no cogiera frío y empecé a caminar. Me crucé con varias personas pero no saludé a nadie. Lo que si hice fue preguntar a una señora que se cruzó con nosotros la hora que era. Me sorprendió bastante descubrir que eran casi las nueve de la noche, lo que significaba que llevaba casi doce horas fuera de casa.

El tiempo se me había pasado volando cuando había encontrado al bebé y mi prioridad en esos momentos (y en estos) era atenderlo a él. Por un momento se me pasó por la cabeza lo preocupado que Tristan podía estar. Esos pensamientos desaparecieron en cuanto escuché al bebé llorar.

Con cuidado, me lo coloqué sobre el pecho, cubriéndole de nuevo y le acaricié la espalda para intentar tranquilizarle. Empecé a caminar más deprisa. Quería llegar al hospital cuando antes y asegurarme de que el bebé estaba bien y que no había sufrido daño alguno al estar encerrado en esa caja.

- Shh, cariño, tranquilo...

Ni siquiera pensé en mis palabras, pero si que me dí cuenta de que le había dicho "cariño". Me ruboricé al momento y sonreí sin pensarlo. El bebé se tranquilizó enseguida, cosa que me ayudó a seguir caminando, aunque estaba empezando a pensar que quizás tenía hambre o le pasaba alguna otra cosa.

Lo cogí con tanto cuidado como si fuera algo que pudiera romperse, aunque lo que en realidad pasaba era que me daba miedo hacerle daño. Nunca había cogido a un bebé, ni siquiera a Daisy cuando James fue a presentarnosla, así que me daba pánico hacerle cualquier tipo de daño por no saber cogerlo bien.

Volví a quedarme embobado mirándole. Parecía tan pequeñito y ya había tenido que pasar por una situación difícil. De manera inconsciente, me incliné, rozando su mejilla suavemente con su nariz un par de veces. Sonreí al ver que el bebé se removía y sentí que algo en mi interior se removía en ese momento.

¿Qué me estaba pasando? 

Stolen moments ∆ TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora