Capitulo ochenta y dos.

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- Está estable y mejorando. Connor se ha quedado con él. Por suerte el cuchillo no dañó ningún órgano vital.

Me sentía mejor al saber que Tristan estaba fuera de peligro. Aunque no podía quitarme de encima la sensación de que todo podría haber salido mucho peor. Quería levantarme y ir a verle, y eso hice. Aparté las sábanas de mi cuerpo y justo cuando estaba a punto de poner los pies en el suelo, las manos de James me sostuvieron por los hombros.

- ¿Donde vas? - Me preguntó.

- Quiero ver a Tristan.

- Brad, el médico ha dicho que tienes que...

La frase quedó en el aire cuando la puerta de la habitación se abrió. Un hombre con bata blanca entró, acompañado de una enfermera que al verme, se acercó, negando con la cabeza. Me obligó a volver a subir las piernas a la cama y después, con la ternura de una madre, volvió a taparme. El médico, mientras, se había acercado hasta los pies de la cama, cogiendo una tablita en la que estaba mi informe médico. Durante unos segundos el silencio inundó la habitación.

- Me encuentro bien. - Le aseguré.

Pero el médico siguió callado unos segundos que se me hicieron eternos justo antes de levantar la cabeza para poder mirarme. Sentí su mirada evaluatoria sobre mi y por un instante me dio la sensación de que estaba desnudo delante de él, como sus ojos azules pudieran penetrar en mi y ver mi interior. Miré entonces a la enfermera, que también estaba esperando en una situación parecida a la mía.

- Señor Simpson, sufrió un ataque de pánico al llegar al hospital. Tienes ambas muñecas fracturadas y en recuperación. Le aconsejaría que se tomara las cosas con calma al menos durante unos días...

- Pero me encuentro bien. - Volví a quejarme.

Sentí la mirada reprobatoria del médico puesta en mi y me callé en el momento. Sabía que sería inútil intentar convencerle de que me encontraba en perfectas condiciones para volver a casa, pero al parecer las "lesiones" de mis muñecas y el ataque de pánico habían hecho que el médico se preocupara por mi estado de salud y decidiera no darme el alta.

- Señor Simpson, pasaré a verle más tarde. Pero por favor, no se levante más allá de ir al cuarto de baño o dar paseos. Le recuerdo que tiene usted que descansar. Ha pasado por alto traumatico...

- Ya lo sé. - Contesté, de mala gana y sentí la mirada de James puesta en mi.

El médico me dedicó una última mirada antes de salir de allí. Sabía que mi comportamiento no había sido el más indicado, pero quería ver a Tristan, me sentía lo suficientemente bien como para salir e ir a ver a mi pareja, pero al parecer al médico no le parecía buena idea. Ligeramente molesto, dirigí mi mirada hacía el sofá, donde mi hijo aún dormía plácidamente. Me dediqué a mirarlo hasta que mis nervios se calmaron.

¿Como podía ser que una cosa tan pequeña como Daniel pudiera causar esas cosas en mi? Pero lo hacía, llevaba casi un mes haciéndolo y yo no podía sentirme más feliz. James volvió a acercarse hasta mi y me ayudó a acomodarme en la cama tumbado. No me sentía cansado, pero quería que James pensara que si para que así pudiera tener vía libre para salir de la habitación cuando tuviera una oportunidad.

Esa oportunidad me llegó antes de lo que yo pensaba. James volvió a coger a Daniel un par de horas más tarde, para darle un biberón. James se lo dio con calma, despacio, y con paciencia. Yo me limité a mirarles. Tenía que admitir que si James algún día quería ser padre, lo haría de maravilla. Sonreí y al ver que se había dormido, me incorporé un poco y extendí el brazo.

- ¿Me lo dejas? - Pregunté.

James ni siquiera dudó. Se acercó hasta la cama y me tendió al pequeño, que soltó una risita al ver que estaba en brazos de su padre. Yo sonreí y le di un par de besos en la frente antes de colocarlo con cuidado sobre mi pecho y darle pequeños golpecitos en la espalda, para que pudiera echar los gases. Cuando Daniel eructó, sonreí y lo tapé un poco con una de mis mantas.

- Deja que duerma conmigo. - Dije, y James estuvo a punto de negar, señalando mis muñecas. - Te prometo que estoy bien, no me duele. Quiero que duerma conmigo..

Intenté convencerle con un puchero y al parecer pude hacerlo por que James, aún negando con la cabeza, me sonrió y volvió a sentarse en el sofá, de tal manera que podía vernos desde allí. Volviendo la vista hacía mi bebé, coloqué su cabeza el hueco de mi cuello y después comencé a acariciarle suavemente la espalda mientras le cantaba una nana que Tristan había empezado a cantarle cuando llegó a casa.

- ¿Y esa canción?

- Tris se la cantaba por las noches.

Tris. Sentí una punzada en el pecho al recordarle. Quería y necesitaba ir a verle así que era hora de poner en marcha el plan que había pensando mientras James le daba de cenar a Daniel. Cerré los ojos y fingí dormir mientras acariciaba la espalda del bebé. Realmente acabé dormido. Desperté media hora más tarde. Ya se había hecho totalmente de noche.

Mi mirada paseó por la estancia y se quedó en el sofá. Sonreí al ver que James dormía tranquilamente en el sofá. Con cuidado, aparté las sábanas de mi cuerpo y me incliné, sujetando bien a Daniel en mis brazos. Con el mismo cuidado lo coloqué sobre la cama, cubriéndole después con la sábana y le dio un cálido beso en la frente, muy lentamente. Me quedé parado un momento, sin atreverme realmente a moverme. No quería que James se despertarse y quisiera evitar lo que estaba a punto de hacer.

Cinco minutos después estaba saliendo de mi habitación. Cerré la puerta con cuidado a mi espalda y después escondí las manos dentro de la sudadera. Por los pasillos del hospital hacía frío, así que caminé lo más rápido posible. Me había costado, pero ya sabía dónde estaba la habitación de Tristan, una planta más abajo de dónde estaba yo. Caminé más rápido, echando un vistazo antes de coger el ascensor.

No quería que me pillaran y el médico o James volvieran a echarme la bronca. Bastante había tenido con eso de que necesitaba descansar. En una ocasión, una de las enfermeras estuvo a punto de pillarme. Tragué saliva y me preparé para lo peor, pero un golpe de suerte la hizo cambiar de camino. Respiré hondo. Podía sentir el corazón latiendo con fuerza dentro de mi pecho.

De puntillas, eché un nuevo vistazo por la esquina y al ver que tenía vía libre, comencé a correr por todo el pasillo. Me sentía como un niño que estaba a punto de cometer una travesura (que en parte lo era, por supuesto). Conseguí llegar al piso correcto sin que me pillaran, lo que fue todo un logro. Al girar una esquina, vi al médico que me había atendido por lo que tuve que volver a esconderme para que él pudiera pasar y yo sentirme más libre.

Fueron los cinco minutos más largos de toda mi vida. Respiré hondo de nuevo y caminé de puntillas. Justo antes de llegar a la habitación del rubio, la puerta se abrió y tuve que esconderme al ver salir a Connor. Maldije en voz baja, asomándome apenas y tuve que respirar hondo para no saltar sobre él para que saliera de allí y por fin pudiera ver a mi novio.

Connor se quedó en la puerta, y escuché a Tristan gritarle que se fuera. Una sonrisa apareció en mis labios al escuchar su voz y sentí como me temblaba todo el cuerpo. En ese momento me sentía como un estudiante que estaba sintiendo lo que era enamorarse por primera vez. Solo que yo ya sabía que Tristan era el amor de mi vida y me hubiera enamorado de él mis veces más.

Por fin Connor se fue, cerrando la puerta y esperé al verle desaparecer por el pasillo para echar a correr hasta la puerta de la habitación del rubio. La abrí con rapidez, colándome dentro antes de que alguien se diera cuenta. No me di la vuelta hasta pasados unos segundos para asegurarme de que no me había visto nadie y de que nadie nos molestase durante un buen rato.

- ¿Connor? Ya te he dicho que la caf.. ¿Brad?  

Stolen moments ∆ TradleyWhere stories live. Discover now