Capitulo sesenta y cuatro.

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Después de dos semanas, por fin habíamos conseguido poner en orden casi todos los papeles. Tristan y yo íbamos tres veces a la semana a ver al pequeño y a hablar con su médico para ver como mejoraba su salud. El niño estaba muy bien, había cogido peso y estaba preparado para ir a casa.

No podía estar más nervioso, por que ese día iba a ser la última visita al hospital antes de que el bebé pudiera venir a casa con nosotros. Eso si nos aceptaban como pareja y padres para él. Tristan parecía muy seguro de si mismo, pero yo estaba cagado de miedo por que después de la decepción de la primera vez, no quería tener que volver a casa con una sillita de bebé vacía.

Ese día, por culpa de los nervios, me había levantando mucho más temprano que de costumbre. Eran las siete cuando yo ya estaba en el salón, con una taza de té en la mano y un libro, solo para ver si de esa manera conseguía estar un poco más tranquilo para cuando llegara la hora de la visita al hospital.

Eché un vistazo detrás de mi, hacía el sofá. La noche anterior habíamos preparado una pequeña bolsa con las cosas del bebé, por si teníamos un golpe de suerte y podía venir a casa con nosotros, aunque sabíamos que no, pero no queríamos perder la esperanza. Tuve que aguantar las ganas de levantarme para abrirla.

- ¿Brad?

La voz de Tristan me asustó al principio por que no lo esperaba. De hecho, pensaba que estaba dormido, pero al parecer, mi ausencia en la cama lo había desvelado. Me mordisqueé el labio al mismo tiempo que me giraba para poder mirarle. Tristan estaban en el centro de la estancia, con esa camiseta de pijama que le venía enorme y que tanto me gustaba.

Me mordisqueé el labio, mirándole durante unos minutos más, simplemente observándole allí, tan alto, tan adormilado y tratando de ocultar un bostezo mientras se frotaba los ojos. Me parecía algo tan tierno que tardé algunos minutos de más en ser capaz de decir algo con sentido.

- ¿Te he despertado? - Pregunté.

Tristan negó con la cabeza y muy lentamente se acercó hasta mi, rodeando la mesa al pasar. Sus manos rodearon mi cuerpo, y sentí como las entrelazaba en mi espalda. Levanté la cabeza para poder mirarle y agradecerle ese gesto tan pequeño y a la vez tan grande. Tristan siempre sabía qué debía hacer para que me tranquilizara.

- Me ha despertado tu ausencia. - Contestó por fin y se inclinó.

Sus labios rozaron con suavidad los míos y tras un segundo, continúe su beso con la misma ternura. Podía sentir como sus manos creaban pequeñas caricias en mi espalda y sonreí contra sus labios, un poco más tranquilo ahora que estaba aquí. Me aparté poco después, por falta de aire y Tristan pegó su frente a la mía.

- Estás preocupado.

- ¿Es tan evidente?

- Si y no. ¿Cuanto hace que nos conocemos, amor?

- Unos ocho años...

- Pues en esos ocho años, he aprendido muchísimo de ti y de tu expresión corporal.

Tristan se quedó en silencio y yo levanté la cabeza, buscando alguna pequeña pista de lo que acababa de decirme. Sentía verdadera curiosidad por eso que Tristan había aprendido de mi todo este tiempo. Tristan sonrió y me besó la nariz con ternura. Yo la arrugué, provocando que soltara una risita.

- Una de las cosas que aprendí de ti es que cuando estás nervioso, sea la hora que sea, sales de la habitación y te preparas una taza de té. Y te quedas aquí, tratando de lidiar con tus miedos. ¿Me equivoco?

Me asombró que Tristan supiera eso por que era algo que solía hacer justo cuando decía él. Por eso a veces necesitaba mi tiempo. Me mordisqueé el labio levemente y asentí con la cabeza. Tristan volvió a besarme la nariz y esa vez ni siquiera la arrugué, pero si que sonreí.

- Estoy nervioso por el tema del bebé. - Confesé.

No escuché sonido alguno por parte de Tristan, pero si que sus manos siguieron acariciando mi espalda, quizás tratando de hacer desaparecer esos miedos que él había comentado con anterioridad. Acomodé la cabeza contra su pecho y Tristan me dio un beso entre el pelo.

- No voy a volver a decir que todo saldrá bien por que yo estoy igual de asustado que tú con este tema.

No me esperaba para nada esa confesión por parte del rubio. Muy poco a poco, levanté la cabeza, apoyando la barbilla contra su pecho. Tristan la agachó y pude ver en sus ojos que lo que acababa de decirme era verdad. Estábamos los dos en la misma situación, y debíamos apoyarnos para hacer desaparecer ese temor.

- Me da miedo que no nos den al bebé. - Dijo Tristan, de pronto.

Lo vi apartar la mirada y sorber por la nariz y en ese momento supe que quería llorar. Di un beso en su pecho, por encima de la camiseta y lo ví de nuevo sorber por la nariz. Muy lentamente, aparté las manos de su cuello y las coloqué sobre sus mejillas, obligando le de esa manera a mirarle. Tenía los ojos brillantes.

- Van a darnos al bebé. - Le aseguró, con mil dudas en la cabeza.

Tristan volvió a sorber por la nariz y tras unos minutos, asintió con la cabeza. Poniéndome de puntillas, logré llegar hasta sus labios y los besé despacio, sintiendo como las manos de Tristan se apretaban contra mi espalda para pegarme por completo a su pecho.

Me aparté de sus labios poco después, rozando con suavidad su nariz con la mía en un roce tierno. Tristan sonrió un poco y se inclinó para darme un beso en la frente. Cerré los ojos ante ese gesto y al abrirlos vi que la mirada de Tristan estaban puesta en la bolsa del hospital que habíamos preparado para el bebé.

- Aún no hemos pensado un nombre.

Era cierto. No teníamos ningún nombre para el bebé, pero era algo en lo que no habíamos pensando en demasía. Como no sabíamos si iban o no a concedernos su adopción, no habíamos querido ir deprisa con ese tema, por lo que el nombre del bebé era, en cierto modo, un misterio.

- No nos preocupemos ahora por eso.. Siempre podemos llamarme "bebé" para siempre.

Escuché la risa de Tristan y sonreí, cerrando los ojos y apoyando la cabeza sobre su pecho. 

Stolen moments ∆ TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora