Capitulo ochenta y seis.

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Varios días mas tarde me dieron el alta. Tristan aún tenía que estar allí unos días para que los médicos se asegurarse de que estaba bien al cien por cien para poder volver a casa. La enfermera que había estado en mi habitación unos días atrás no volvió a aparecer y no supe realmente el motivo. Si era cierto que James me había besado para dejará de mirarme de esa manera tan incómoda.

Esa mañana, sin embargo, era Connor quién me acompañaba. Todos habíamos aprendido la lección desde la última vez así que mis amigos no tenían intención de dejarme solo esa vez. Connor había metido mi ropa (que no era demasiada puesto que solo había estado allí cuatro días) en una bolsa que previamente había traído de nuestra casa. Yo por mi parte ya había terminado de vestirme, aunque me había costado un poco por que aún sentía un poco de dolor en las muñecas allí dónde las esposas se me habían clavado en la piel.

Decidí apartar esos malos pensamientos de mi cabeza y centrarme en lo verdaderamente importante. Terminé de arreglarme y Connor miró en mi dirección. Solo asentí con la cabeza y dejé que mi mejor amigo se acercara hasta mi y me cogiera de la mano. Era algo raro, pero teníamos la suficiente confianza para hacer eso, por que hacía mucho tiempo que nos conocíamos y eramos como hermanos.

- ¿Estás preparado? - Me preguntó, y yo volví a asentir.

- ¿Podemos hacer una parada antes de irnos? - Pregunté a mi vez, y Connor levantó las cejas varias veces. - ¡Quiero despedirme de él!

- No es como si no fueras a volver a verle... - Contestó Connor, rodando los ojos.

Yo empujé a Connor, soltando su mano de la mía y comencé a caminar unos pasos por delante de él. Connor me alcanzó al cabo de unos segundos, pero seguía teniendo esa sonrisita en los labios que tan nervioso me ponía. La verdad es que desde aquella tarde en la que Tris había aparecido por mi habitación, no había vuelto a ver al rubio, y lo extrañaba un poco. Pero James le había prohibido expresamente salir de su cuarto.

Al menos me habían ido dando noticias y sabía que su estado había mejorado mucho desde la última vez. Me ponía un poco nervioso el hecho de que la policía todavía no había venido a intentar hablar con nosotros del caso, pero yo lo agradecía. No quería tener que volver a recordar todo lo malo que nos había pasado. Lo único que quería era olvidar esa pesadilla y seguir adelante con mi (nuestra) familia.

No me había dado cuenta de que habíamos llegado a la planta donde estaba Tristan, pero empecé a sentir los nervios en el estómago. Era como la primera vez que nos habíamos visto, cuando nos conocimos. Una sonrisa apareció en mi rostro sin esperarlo y Connor rozó su hombro con el mío. Un leve rubor coloreó mis mejillas, pero no contesté a Connor, simplemente respiré hondo y me preparé.

Connor abrió la puerta antes de que yo me diera cuenta. La luz que entraba por la ventana me obligó a parpadear varias veces, pero en cuanto mis ojos se acostumbraron, fue cuestión de unos minutos que buscase a Tristan. El rubio estaba tumbado en la cama, hablando con James. En ese momento los nervios que había sentido antes se disiparon. Me acerqué rápidamente hasta la cama.

Tristan se incorporó un poco con ayuda de James y yo sonreí, besando su mejilla repetidas veces antes de apartarme. Dediqué un par de segundos a mirarle; se le veía bien, saludable, y al menos ya no estaba tan pálido como la última vez que nos vimos, lo que era todo un alivio para mi. No esperé demasiado antes de besarle en la boca, sonriendo para mi mismo al ver que Tristan correspondía a mi beso con las mismas ganas que yo había puesto. Nos apartamos poco después por falta de aire.

- James me ha dicho que te han dado el alta. - Dijo el rubio, y yo asentí.

- Si, me voy a casa... - Susurré.

En realidad tenía ganas de ir a casa para poder ver a Danny. Llevaba tantos días sin ver a mi hijo que ya empezaba a extrañarle demasiado. Volví a besar al rubio y después levanté la cabeza para mirar a James, que asintió y se apartó de la cama, cogiendo su chaqueta del respaldo de la única silla que había en la habitación. Al ser él uno de los que tenía el carnet, habíamos quedado en que a casa me llevaba él.

- Voy a llevar a Brad a casa, ¿vale? Volveré enseguida.

Nadie dijo nada así que le dí a Tristan un último beso y después me aparté, saliendo por la puerta detrás de mi. Sabía que Tris se quedaba en buenas manos y yo quería ver a Danny, lo había echado de menos, y necesitaba verlo y volver a abrazarlo. Me estremecí cuando, una vez en mitad del pasillo, los recuerdos volvieron a mi. James también se había dado cuenta por lo que, sin esperar, me cogió del brazo para sacarme de allí. Yo no podía decir nada, así que me quedé en completo silencio y dejé que fuera él quién me sacara de allí.

[...]

Daniel dormía ya en mis brazos cuando James y yo llegamos a casa. Abracé al bebé despacio entre mis brazos, dandole besos cada pocos minutos en la cabeza. Al ver que se removía, decidí no hacerlo más. Joe me había contado que nos había estado echando de menos, y por un instante quise llorar. Yo también lo había echado de menos el tiempo que habíamos estado separados.

James paró el coche muy cerca de la puerta, y después de sacar las llaves del contacto, se bajó, abriendo la puerta de mi lado y cogiendo la bolsa del bebé y también la bolsa que yo había traído del hospital. Yo me bajé con cuidado, cogiendo al pequeño en brazos. No me había llevado la sillita, así que lo llevé todo el tiempo en mis brazos, hasta que James abrió la puerta de nuestro apartamento.

Un olor a flores inundó mis fosas nasales en cuanto puse un pie en el interior. Ingresé en el interior y al llegar al salón descubrí el origen de ese olor; encima de la mesa había varios jarrones con preciosas flores de colores que me hicieron sonreír. Me acerqué hasta allí despacio, sujetando a Daniel con un brazo mientras cogía una de las tarjetas y la leía. "Esperamos que os mejores pronto. ¡Os echamos de menos! Finn."

La tarjeta de nuestro técnico me hizo sonreír. Al darme la vuelta vi a James dejar las cosas en el suelo cerca del sofá. Miré hacía abajo, al bebé que dormía en mis brazos y caminé hasta el sofá donde estaba James. Preparé varios cojines, como si fuera un fuerte y después coloqué al bebé en el centro, teniendo cuidado para que no se girase y pudiera caerse al suelo.

- ¿Y todo esto? - Pregunté, señalando con la cabeza la flores.

- Son de Finn, de Joe, Laura, y alguna de nuestros padres, ya sabes lo mucho que os quieren.

- Son preciosas... - Contesté, agradecido por esas muestras de cariño.

James asintió y después comentó que iba a preparar algo para que pudiéramos comer. Pese a que quería tener un rato a solas con Daniel, no quería que James se fuera. No quería quedarme solo hasta que Tristan volviera a estar en casa. Con el ceño ligeramente fruncido, me senté en el sofá, acariciando la frente del bebé, que ni se movió. Dediqué unos minutos a observarle, a recordar cada pequeño movimiento que hiciera.

- Echo de menos a tu padre. - Susurré, volviendo a acariciarle.

Y es que la casa se me hacía enorme sin la presencia del rubio. Y sabía que no debía preocuparme, que sería cuestión de un par de días que Tris pudiera volver a casa y entonces todo volvería a la normalidad y todo estaría bien y ya no habría nadie intentando hacer daño a mi familia y a todo lo que Tris y yo habíamos creado en tan poquito tiempo. Sonreí un poco cuando el bebé se movió con mi última caricia y al ver que abría los ojos, decidí cogerle.

- ¿Tienes hambre, eh, mi amor? - Le pregunté.

Durante unos segundos el bebé se limitó a mirarme pero después de unos segundos para después romper a llorar. Me había olvidado de lo mucho que había echado de menos esto; poder cuidar de mi hijo. Me levanté del sofá, meciéndole durante varios minutos, tratando de calmarle, incluso dándole varios besos seguidos. Escuché la puerta de la cocina abrirse y James apareció frente a mi con un biberón.

- Gracias. - Contesté, cogiendo el bibe.

Rápidamente se lo tendí al bebé que lo cogió enseguida. Poco a poco lo vi comer y dormirse y no pude evitar sonreír. Me sentía muy orgulloso de ser padre de ese bebé por que sabía que entre Tristan y yo lo íbamos  a cuidar como se merecía. Daniel ya era querido por todos nosotros. 

Stolen moments ∆ TradleyUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum