Stolen moments ∆ Tradley

Capitulo sesenta y nueve.

El camino a casa fue rápido y silencioso. Tristan aparcó en el garaje, para evitar miradas indiscretas ya que sabíamos que había algunos periodistas siguiendo nuestros pasos esos días. Por suerte, la noticia de Daniel no se había filtrado a ningún medio, así que en realidad, solo los amigos y la familia más cercana sabía de la llegada del pequeño bebé a nuestra familia.

Esa vez fui yo quien cogió la sillita de Daniel, aunque el bebé se despertó antes de llegar al ascensor, por lo que dejé la sillita en el suelo y me incliné para coger a mi hijo (que rara se me hacía aún esa palabra) y lo lleve en brazos el resto del camino. Tristan lo cogió todo, asegurándose de que el coche estaba cerrado y me siguió hasta el ascensor.

Pulsó el botón y mientras llegaba, me dediqué a mirarle de reojo. No había nada raro o fuera de lugar en él que me dijera o indicara que estaba tramando algo. Al final decidí que serian cosas mías y que esas llamadas no habían significado nada y que realmente sincera su hermano el que lo había estado llamando.

Una vez en el interior del bloque de pisos, Tristan se adelantó a mis pasos, pulsando el botón del ascensor. No sé por qué pero una parte de mi estaba empezando a sentir que estaba pasando algo raro. No sabía qué podía ser, pero no quería pensar demasiado en ello. El rubio me medio empujó para que entrara en el ascensor y yo fruncí el ceño. Lo miré durante unos segundos y después mi mirada se dirigió directamente hasta el bebé, que había vuelto a medio dormirse entre mis brazos. Con la sensación de que no estaba demasiado abrigado, decidí taparle más.

La campanita del ascensor nos indicó que habíamos llegado a nuestro destino. Esa vez me adelanté yo, y en cuanto la puerta se abrió, salí del pequeño cubículo, caminando hasta la puerta de casa. Mi ceño se frunció al darme cuenta de que no tenía la llave a mano y que, aunque me fastidiara un poco, tenía que esperar a que Tristan llegara. El rubio no se hizo de rogar, o al menos no demasiado, y se acercó hasta nosotros, llave en mano. Vaciló antes de girarla en la cerradura, pero cuando lo hizo, se colocó detrás de mi.

- Espero que no estés demasiado molesto.. - Susurró.

Estaba a punto de girarme para mirarle cuando lo sentí empujarme. Las luces del apartamento se encendieron de golpe y de repente me encontré frente a mucha gente que gritaba un "¡Bienvenido Daniel!". Por un momento me sentí abrumado y no entendía que estaba pasando. Pero entonces Tristan me besó en la mejilla y uno de sus brazos me rodeó por completo, dándome esa vez un beso en el pelo. Dediqué unos segundos a mirar a mi alrededor. Pude ver allí a Connor, a James, a Dean, a Joe, a Laura y todo el equipo que trabajaba conmigo y que nos había acompañado cuando aún eramos The Vamps.

Me mordisqueé los labios sintiendo las lágrimas pinchar tras mis ojos. No podía creerme que Tristan hubiera preparado una fiesta sorpresa para dar la bienvenida al bebé. Ahora entendía por qué estaba tan raro y por qué había se había apartado de mi en el hospital, para coger la llamada. Me giré lentamente hacía él, observando su sonrisa y me coloqué de puntillas, dándole un beso en la boca. Pude escuchar los "ooooh" de nuestros amigos ante ese gesto, pero no podía evitar mostrar así lo feliz que estaba.

- ¿Has organizado esto tu solo? - Pregunté, y Tristan negó.

- Connor y James me ayudaron. - Contestó, señalando a nuestros amigos, que se acercaban en ese momento. 

Cuando nuestros amigos se acercaron, les sonreí. Ambos me devolvieron el gesto, mirando en dirección al bebé, que dormitaba en mis brazos. Con cuidado, extendí los brazos para que James pudiera cogerle. Mi amigo lo cogió, con muchas dudas y entonces Connor aprovechó para darme un buen abrazo, que yo correspondí con el mismo cariño. Volví la cabeza para mirar hacía Tris, que no apartaba la mirada de James y de Daniel. Me mordisqueé el labio lentamente, sin poder creerme de verdad que el bebé estaba en casa y que era, por fin, nuestro hijo.