Capitulo veinticinco.

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Seguí su beso con lentitud, sintiendo como los brazos de Tristan me rodeaban. Ya no me importaba estar calado hasta los huesos por agua helada, o que pudiéramos resfriarnos por estar allí demasiado tiempo. Lo único que me importaba era haber recuperado al amor de mi vida. Sentía que en ese momento podía con cualquier cosa que se me pusiera delante si tenía cerca a Tristan. Nos apartamos poco después, por falta de aire y tirité. El agua salía realmente fría, pero el rubio no parecía tener intención de salir de allí.

- Te quiero.

Sus palabras me pillaron un poco desprevenido, y lo único que pude hacer fue pestañear varias veces y apartar el pelo mojado que caía sobre mis ojos. Aún así, la sonrisa no se borró del rostro de Tristan y yo sonreí solo al verla. Tristan empujó mi cuerpo con el suyo, lentamente hasta que me dejó pegado a la pared de la bañera. Jadeé cuando comenzó a dar besos por todo mi cuello. Mantuve los ojos cerrados, y ladeé la cabeza para dejarle más espacio en mi cuello.

- T-Tris... - Gemí, escuchando su risa contra mi cuello.

El rubio no dejó de darme esos besos, si no que subió de intensidad poco después. Tristan mordisqueó el lóbulo de mi oreja y me derretí. Lo rodeé con mis brazos para sujetarme, dejando que hiciera lo que quisiera conmigo. Tristan me besó con ganas, y jadeé contra sus labios, dejando le saber lo mucho que me estaba gustando todo eso.

- Oh, mierda. - Gemí.

Tristan volvió a reírse y se apartó de mi. Formé un puchero con los labios, molesto por que se hubiera apartado pero descubrí que lo único que quería era quitarme a ropa. Le dejé hacer despacio, mordiéndome el labio y levanté los brazos para quitarle también la suya. Pero Tristan me detuvo a medio camino, para después tirar mi camiseta empapada al suelo del baño. A continuación hizo lo mismo con el pantalón, dejándome únicamente en ropa interior delante de él. 

Me removí incómodo pero no me dio tiempo a hacer nada más. Los labios de Tristan volvieron a presionar sobre mi cuello y me pegué todo lo que pude a él, ahogando mis gemidos contra la piel de su hombro. Sus manos recorrieron mi espalda, presionando cada pocos segundos hasta que llegaron a mi trasero. Tristan lo presionó con las manos, consiguiendo que nuestros cuerpos quedaran aún más pegados.

El rubio coló sus manos por dentro de mi ropa interior, masajeando mis nalgas. A esas alturas los gemidos ya escapaban de mi boca sin previo aviso. Mordisqueé con cuidado la piel de sus hombros y gimoteé, removiéndose en sus brazos. Conseguí girar la cabeza y me encontré con el hueco de su cuello. Comencé a lamer la parte que quedaba a la vista, intercalando algún que otro beso travieso de vez en cuando, sintiendo como Tristan se estremecía.

El mayor rozó su cintura con la mía y gemí al sentir su erección. Tristan se apartó de mi poco y me mordisqueé el labio. Tristan gruñó, levantando una de las manos para apartar mis dientes de mi labio. Podía ver el deseo en su mirada y me estremecí. El rubio decidió que era hora de dejar de jugar y me cogió en brazos, sacándome de la ducha. A continuación, me dejó sobre la alfombra del baño, y se despojó de toda la ropa mojada que tenía, echando la suya y la mía en el cesto de la ropa.

Volvió a cogerme en brazos y abrió la puerta del baño con un pie. Yo ni siquiera me había dado cuenta de que estaba medio abierta, pero no le di importancia. Tristan caminó conmigo encima, hasta llegar a la cama. Me dejó sobre ésta con delicadeza y después se subió encima de mi, procurando no poner todo su peso sobre mi. Me besó de manera lenta, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Una de sus manos acariciaba mi cuerpo despacio, apenas era una caricia. 

Solté un gemido bajo, y escuché a Tristan reír. El rubio se apartó de mi, mirándome y el deseo que antes había visto en sus ojos había aumentado. Pasaron algunos minutos y mi mirada bajó lentamente hacía su entrepierna, donde ya se podía adivinar la erección de Tristan. Me mordisqueé el labio y levanté uno de los brazos, rozando apenas el pecho del mayor. Tristan gimió, y colocó las manos en el elástico de mi ropa interior, que era lo único que llevaba en ese momento.

Stolen moments ∆ TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora