Capítulo trece.

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Durante toda la cena no dejé de mirar a Tristan. Parecía contento, y eso me gustaba. Una de las veces que sonrió, me quedé mirándole como un bobo. Había echado de menos verle sonreír de esa manera. Me estremecí y tragué saliva, tratando de pensar en otra cosa que no fuera en él, pero no lo logré. No podía evitar recordar que había sido yo quién le había hecho daño y que, por mis dudas, no quería contarle que me seguía gustando.

- ¿Brad?

Al escuchar su voz llamándome, me estremecí, pero levanté la cabeza. Esos ojos azules que tanto había (y seguía) amando me estaban mirando fijamente, con una leve sonrisa en los labios. Me permití perderme en ellos unos segundos, embobado, hasta que sentí un codazo de Connor en las costillas que me hizo volver a la realidad.

- Eh... ¿Si? - Pregunté, totalmente desorientado.

- Te preguntaba si sigues tocando. - Contestó Tristan, divertido.

- Ah, eh... Si. Más o menos. - Me encogí de hombros y la sonrisa de Tristan aumentó.

- ¿Sigues siendo igual de bueno? - Volvió a preguntar y entendí el doble sentido de su pregunta.

Me ruboricé al instante y escuché la risita de Connor a mi lado. Agaché la cabeza y me mordisqueé el labio. Al instante, un recuerdo apareció en mi mente. La última vez que Tristan y yo nos habíamos acostado. De repente, sentí mucho calor y la risa de Connor fue más bien una carcajada. ¡Se estaban riendo de mi! Me atreví a levantar la cabeza lentamente y tragué saliva, mirando directamente a Tristan.

- Si. - Contesté, alzando las cejas mientras sentía como el calor de mi rostro aumentaba.

Tristan se ruborizó en ese momento y agradecí no ser el único que estaba pasando vergüenza. Volví a agachar la cabeza, con una sonrisa en los labios por aquella pequeña confesión. Por suerte, James apareció en nuestro rescate cambiando de tema y se lo agradecí. El resto de la noche se basó en recuerdos y bromas, aunque descubrí a Tristan mirándome un par de veces, cosa que me gustó.

[...]

Tras la cena, todos estábamos un poco borrachos. Tristan estaba tumbado en el sofá, con Connor sobre su pecho y James había decidido que en el suelo estaba mejor. Todos teníamos la misma sonrisa en los labios, provocada, seguramente, por el alcohol y las risas de todas las anécdotas que habíamos ido contando durante la cena.

Tristan dejó que la última de sus risas se evaporara lentamente y el silencio cayó en la estancia. Estábamos demasiado contentos para decir algo que no provocara la risa de los demás. Eché un vistazo al reloj y decidí que era hora de irme. Me puse en pie, levantando los brazos para asegurarme de que no perdería el equilibrio y cuando me aseguré de ello, me acerqué hasta donde estaba Connor.

- Conn... me voy.. - Dije, como pude, y escuché a James hipar cerca de mi. Me despedí de él también y busqué mi chaqueta.

No me di cuenta de que Tristan se había levantado hasta que no me cogió del brazo para que no me cayera. Estaba tan borracho que ni siquiera sabía por dónde iba. Entrecerré los ojos ligeramente, sonriendo y señaló hacía la puerta, permitiendo que Tristan me acompañara hasta mi apartamento. En el camino, ambos soltamos alguna que otra risa, pero ninguno de los dijo nada. Reconocí (de suerte) la puerta de mi apartamento y me aparté un poco de Tristan, buscando las llaves en el bolsillo.

- Gracias por a-acompañarme T-Tris... - Dije, sin fijarme en qué lo había llamado por su apodo.

Su risa sonó detrás de mi, provocando una sonrisa en mis labios y intenté meter la llave dentro de la cerradura. Sentí un tirón por la espalda y cuando quise darme cuenta, los labios de Tristan estaban sobre los míos. Dejé que el rubio me besara, pegando mi espalda con fuerza contra la pared. 

Solté un gemido en su boca, provocando que el beso se volviera más fiero. No me importó. A tientas, Tristan consiguió abrir la puerta de mi apartamento y tiró de mi para hacerme entrar. Tristan me rodeó con sus brazos mientras sus labios rodeaban mi cuello, dejando besos y algún que otro chupeton.

Gemi con urgencia y me aparté. En ese momento era un cúmulo de emociones; quería besarlo hasta que se desgastaran nuestros labios, quería hacerle el amor durante toda la noche. Quería apartarlo de mi y decirle que se fuera... pero finalmente, ganó el deseo de dejarme llevar. Gemí cuando me mordisqueó el cuello y caminé hacía atrás, tirando de él hasta llegar a mi habitación.

Tristan rugió y me estremecí. El rubio me cogió en brazos y me dejó con cuidado sobre la cama, empezando a devorar mis labios con necesidad. Volví a estremecerme y dejé que el rubio siguiera una línea por mi mandíbula hasta mi cuello. Podía sentir lo excitado que empezaba a estar, excitación que aumentó cuando Tristan tiró de mi pantalón y de mi ropa interior.

Sentí sus manos sobre mi miembro y gemí con fuerza, moviendo la cadera para incrementar el movimiento de su mano sobre el. Gemí, sintiendo cómo me ruborizaba al hacerlo, pero no me importaba nada. De repente, la boca de Tristan rodeó mi miembro y mis manos tiraron con fuerza de su pelo mientras el hacía movimientos ascendentes y descendientes sobre él.

Estaba tan excitado que me daba miedo correrme antes de tiempo así que intenté tirar una vez más del pelo de Tristan, consiguiendo que se levantara y me mirara a los ojos. Me mordisqueé el labio inferior y el rubio me pasó las manos por el pecho en lentas caricias. Necesitaba sentirlo dentro de mi ya.

- Titty, por favor... 

Esas simples palabras parecieron bastar para que Tristan soltara un gemido y se inclinara hacia delante con dos dedos golpeando mis labios. Chupé sus dedos con urgencias, mientras movía mis caderas. Sentí sus dedos en mi entrada y me estremecí. Durante varios minutos Tristan se ocupó de prepararme bien, despacio y con mimo. Tragué saliva, y me moví, dejandole claro lo mucho que quería que me hiciera el amor.

El rubio tampoco pareció aguantar mucho. Alineó su miembro con mi entrada y muy lentamente me penetró. Solté un gemido y me agarré a los brazos de Tristan, dejando que mi cuerpo se meciera con cada uno de sus movimientos. Tristan ocultó el rostro en mi cuello y me mordisqueó, provocando un nivel de excitación mayor.

Mis uñas se clavaron en la espalda del rubio y enredé mis piernas en su cintura para sentirlo más dentro de mi. Jadeé, lentamente y me mordisqueé el labio. Busqué con necesidad sus labios, besando éstos con tanta urgencia que hasta los mordí. Podía sentir el sabor metálico en mi boca y no me importó. Escuché al rubio gemir, sin importar la sangre y volví a besarlo con la misma urgencia.

Nos necesitábamos y eso estaba claro. Sexual y de sentimientos. Seguíamos estando hechos el uno para el otro, seguíamos siendo la pieza que falta en el puzzle del otro. Esos pensamientos me hicieron gemir y Tristan comenzó a moverse más rápido, con más urgencia. Una de sus manos cogió mi miembro, comenzando a masturbarme. Los movimientos se habían vuelto bruscos y salvajes.

- ¡Tristan! - Grité, y en ese momento me corrí en su mano.

Unos segundos más tarde sentí como Tristan se corría en mi interior, dejando caer su cuerpo sobre mi pecho poco después. A duras penas conseguí darle un beso cariñoso en el hombro, sintiendo su rápida respiración en mis brazos. Muy poco a poco, la tranquilidad volvió a nosotros y sin darnos cuenta, nos quedamos dormidos. 

Stolen moments ∆ TradleyWhere stories live. Discover now