Capitulo cincuenta y uno.

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A la mañana siguiente la idea del bebé seguía tan fresca como lo había estado después de la visita del hermano mayor de Tristan. Nos habíamos levantado los dos con una pequeña sonrisa en los labios y aunque no habíamos hablado más a fondo del tema, parecía que era algo que ambos queríamos por encima de todo. Dejé que la burbuja de felicidad nos envolviera durante toda la mañana antes de romperla para hablar de ello.

Pasamos el día recogiendo en casa, además de jugar como dos niños pequeños que era lo que en realidad eramos. Tristan tenía una sonrisa permanente en el rostro, y eso era algo que me gustaba un montón. No podía quitarme de la cabeza la imagen de Tristan con Daisy, de la bonita pareja que tío y sobrina habían hecho el día anterior.

Decidí adelantar esa charla un poco, por que cada vez que lo pensaba, me daba un vuelco el corazón. Encontré a Tristan en nuestra habitación, y me acerqué despacio. El rubio tenía un antiguo álbum de fotos en las manos y las estaba hojeando poco a poco. Aproveché que estaba así para echar un vistazo por encima de su hombro, cosa que aunque el rubio estaba sentado, me costaba un poco.

Alcancé a ver una foto de Tristan de bebé que me hizo soltar un "oooh" y sentí el cuerpo de Tristan removerse cuando se echó a reír. Besé la parte posterior de su nunca antes de rodearle, obligando le a dejar el álbum encima de la mesa para poder sentarme sobre sus piernas. Rodeé su cuello con mis manos y besé tiernamente su nariz.

Tristan correspondió a ese gesto rozando su nariz con la mía en un beso de pingüino que me hizo reír. A veces podíamos llegar a ser como unos niños pequeños, pero eso era sin duda lo que más me gustaba de Tristan. Imité su gesto poco después, aunque después de hacerlo besé lentamente sus labios. Cuando me aparté, descubrí que Tristan tenía una sonrisa en los labios y los ojos cerrados.

- Amor...

Muy lentamente, el rubio volvió a abrir los ojos y me miró, instándome a seguir hablando. Me tomé un segundo para pensar bien en mis palabras por que aunque sabía que dijera lo que dijera no iba a hacerle daño, quería hablar del tema con cuidado, por que era un tema delicado del que teníamos que hablar.

- ¿Estás seguro del tema del bebé?

Esperé unos segundos, cualquier reacción por su parte, pero Tristan solo sonrió, y se inclinó hacía delante y me besó lentamente en los labios. No hacía falta palabras porque ese simple gesto me había dado casi todas las respuestas a esas mil preguntas que pasaban por mi cabeza en ese momento. Cuando Tristan y yo nos apartamos, lo miré a los ojos, mordisqueandome el labio.

- Brad, no te mentía cuando te dije que quería un bebé. Quiero un bebé, contigo. Y con nadie más.

No podía estar más feliz de haberle escuchado decir eso. Sonreí como un bobo y pegué mi frente a la suya, suspirando y sonriendo. Tristan besó mi nariz y yo, a modo de venganza, le mordí la suya. Le escuché reír y le acompañé, por que su risa era lo más bonito del mundo. Después de eso, nos quedamos en silencio, dejando que lo único que pudiera escucharse allí fuera los latidos de nuestros corazones.

- Vamos a tener que hablar con James y Connor. - Susurró Tristan, rompiendo el silencio. 

- Si, lo sé...

No me daba miedo lo que pudieran pensar mis amigos por que sabía que nos apoyarían en todo ese tema. Cada segundo que pasaba estaba más y más convencido de que un bebé era lo mejor que podría pasarnos nunca y que podrían un buen broche a una relación de tanto tiempo.

- Te quiero. - Susurramos Tristan y yo a la vez.

[...]

Al día siguiente era domingo así que aprovechamos la costumbre que teníamos de comer los cuatro juntos para contarle a Connor y James lo del bebé. Dediqué casi toda la mañana a recoger por casa (tampoco es que estuviera muy desordenada teniendo en cuenta que Tristan había pasado los últimos días aquí) mientras Tristan preparaba la comida. Me gustaba cuando cocinaba él por que hacía platos buenísimos.

- Amor, ¿puedes venir?

La voz de Tristan desde la cocina me obligó a salir de mi habitación, la cual estaba recogiendo para poder escucharle. Le grité una respuesta rápida y, tras terminar lo que había dejado a medias, abrí las ventanas y cerré la puerta de la habitación. Intenté recordar pasar dentro de un rato a cerrarla o si no, esa noche nos moriríamos de frío. Volví a escuchar como me llamaba y solté un risita, pasando por el salón para poder llegar a la cocina.

- ¿Qué pasa, Tris? ¿Has quemado la comida?

En respuesta a mi pregunta, Tristan me lanzó el trapo de cocina que estaba usando y que no me dio tiempo a evitarlo o poder cogerlo. Me golpeó en toda la cara y solté un "auch" en voz bajita mientras me lo quitaba de la cara y hacía un puchero. Tristan negó, señalando que me acercara hasta donde estaba él. Lo hice despacio, lo que solo consiguió que Tristan perdiera la poca paciencia que tenía.

- ¿Quieres acercarte de una vez? - Gruñó, haciéndome reír.

Cuando llegué hasta donde el rubio estaba, levantó una cuchara, para darme a probar lo que había preparado. La comida estaba buenísima. Decidí hacerle de rabiar un poco y vacilé a la hora de contestar a una pregunta que Tristan no me había hecho, o al menos yo no la había oído.

- Creo que no les va a gustar....

- ¿¡Hablas enserio!? 

Tristan me empujó para apartarme de la comida y se llevó la misma cuchara que me había dado a mi a la boca. Lo vi catar, moviendo apenas los labios y después su ceño se frunció. En cuestión de segundos tenía los ojos de Tristan puestos en mi, y parecía totalmente molesto por mi mentira. El rubio levantó el dedo medio en mi dirección y yo me reí, apartándome cuando vi que tenía intención de lanzarme la cuchara.

- Está deliciosa, Tris. Como siempre. - Comenté cuando por fin me coloqué a una distancia prudente de él.

Sonreí y después de unos minutos, me acerqué a él por la espalda. Le rodeé la cintura con los brazos y apoyé mi cabeza en su espalda, maldiciendo mentalmente por que fuera tan alto. Sentí como poco a poco se relajaba y después como sus manos acarician las mías con cuidado, con mimo. Sonreí y cerré los ojos, besando su espalda.

- ¿Está todo preparado?

Después de varios minutos de silencio, la pregunta de Tristan me hizo volver a abrir los ojos, asintiendo lentamente con la cabeza al mismo tiempo que me mordía el labio inferior. La noche anterior se nos había ocurrido una cosa muy especial para decirles a nuestros amigos que íbamos a ir a por el bebé.

- Más que preparado. Les va a encantar.

Volví a sonreír por que habíamos tenido un detalle precioso y no podía dejar de pensar en lo que había dentro de la cajita que enseñaríamos a nuestros amigos para darles la noticia. Tristan se giró, quedando de cara a mi y me besó en la frente. Ese gesto tan tierno me llenó el corazón de amor y hizo que mis nervios (que antes no había notado) desaparecieran. Ya tenía ganas de que pudieran verlo.  

Stolen moments ∆ TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora